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Maite Pérez, bibliotecaria de Alcorisa: “La gente acude a la lectura para evadirse y buscar una sensación de normalidad” Maite Pérez, bibliotecaria de Alcorisa: “La gente acude a la lectura para evadirse y buscar una sensación de normalidad”
Maite Pérez, en la Biblioteca municipal de Alcorisa

Maite Pérez, bibliotecaria de Alcorisa: “La gente acude a la lectura para evadirse y buscar una sensación de normalidad”

El proyecto ‘Libros, semillas y acción’ gana un premio de buenas prácticas bibliotecarias a nivel regional
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El proyecto Libros, semillas y acción de la Biblioteca de Alcorisa ha sido merecedor del IV Premio de Buenas Prácticas Bibliotecarias convocado por el Ayuntamiento de la Puebla de Alfindén (Zaragoza), un concurso a nivel regional que reconoce y estimula aquellas iniciativas que promueven elevar los índices de lectura de una comunidad. La bibliotecaria es Maite Pérez, una apasionada de su trabajo que fomenta la lectura entre niños y mayores.

-¿Este premio regional pone en valor la biblioteca rural?

-Lo mejor de este premio es que lo convoca un ayuntamiento con una conciencia muy importante del valor que tenemos las bibliotecas en el mundo rural. Presentamos nuestro proyecto porque nos parecía que podía ser interesante a la hora de compartirlo con otros lugares que tienen las mismas características. Compartir ideas siempre viene bien.

-¿En qué consiste el proyecto Libros, semillas y acción?

-Comienza en 2018 con la incorporación a la biblioteca de un nuevo servicio que llamamos Biblioteca de Semillas. Unos chicos que pertenecen a la Red de Semillas de Aragón tenían mucho interés en preservar las variedades autóctonas. Empezamos la labor de catalogarlas y ponerlas a disposición de la gente en uno de nuestros espacios, un servicio muy similar al que prestamos con los libros. Hicimos catas de tomate y el colegio nos planteó la posibilidad de trabajar sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La idea encajaba de cara a cultivos sostenibles y la preservación de nuestro patrimonio agrícola. Los chavales conocieron el banco de semillas, hicieron planteros con semillas de tomate y la cosa se fue liando hasta vernos en un proyecto ambicioso que desgraciadamente se rompió con la llegada del Covid.

-Mucha gente no sabe lo que son los ODS ni la Agenda 2030.

-A nivel gubernamental se trata de difundir, pero llevar el mensaje a los pueblos es la misión de centros educativos y de bibliotecas. Nos metimos de lleno porque nos parecía importante. Además de la biblioteca de semillas, en el proyecto hablábamos de otros ODS. En función del nivel educativo hablamos de la preservación de los océanos con una bióloga marina de Alcorisa que vino a hablarles de los microplásticos, una chica del Consorcio de la Agrupación número 7 les habló de la gestión de basuras y de la importancia del reciclaje… y así con otros hilos conductores.

-¿Qué harán con los 1.000 euros del premio?

-Compraremos material para la biblioteca de semillas, sobres para restituir, tarros de cristal…  Y también queremos hacer partícipe al colegio, si tienen alguna petición nos lo dirán para comernos el pastel entre todos.

-¿Quiénes leen más?

-Varía mucho. Hemos observado que, a la vuelta del confinamiento domiciliario, ha habido mucha gente que de alguna manera se ha refugiado en la lectura. Se ha incorporado gente de mediana edad tirando para arriba, que de nuevas ha descubierto la lectura. Otros vienen más porque estamos mucho más en casa. Pero tenemos un punto débil que es la juventud. Trabajamos mucho con los centros educativos pero hay un vacío porque es complicado competir con las redes sociales. Lo bueno es que los que han probado la lectura, vuelven a llamar a la puerta de la biblioteca cuando pasan esa edad un poco más complicada.

-¿Cómo se puede fomentar la lectura en la era digital?

-Hacemos un esfuerzo precisamente en redes sociales, donde buscamos a los no usuarios. El jueves subí siete u ocho novedades y por la tarde vino un carnicero a por un libro de recetas. Hay que poner un cebo. También trabajamos con clubes de lectura y hacemos actividades con asociaciones. Se trata siempre de sacar la biblioteca de las cuatro paredes. Este lunes empezamos con el colegio el programa Librosan Plus, comprimidos para sentirse muy bien, que cada vez girará en torno a un tema: salud emocional, ambiental, física, científica… Como no pueden venir a la biblioteca en grupo, hemos organizado 18 videollamadas, una por clase, y les presentaremos libros como si fuéramos médicos que recetan la mejor medicina. También trabajamos con las familias. 

-¿Se sienten respaldados por la Administración?

-Somos un servicio de animación sociocultural que está en casi todos los pueblos, pero a veces nos quedamos un poco invisibles. Cada vez hay más sensibilidad y estamos viendo que se nos escucha. Formamos parte de la Red de Bibliotecas de Aragón, y además las Diputación de Teruel tiene su propia red para préstamos interbibliotecarios que está muy bien. El servicio es muy fluido pero ya todos saben que hay que esperar una semana a que el libro salga de cuarentena.

-¿Qué se lee en Alcorisa?

-Muchas trilogías de tipo sentimental, a Carmen Mola con La novia gitana o La nena; la novela histórica también funciona muy bien, con lo último de José Luis Corral o Luis Zueco; o novela negra, con Javier Castillo. Pero hay gente más exquisita que busca otras cosas, como alguna editorial más independiente. Los Libros del Asteroide despiertan mucha curiosidad. 

-¿Ejercen de prescriptores literarios?

-Parecemos psicólogos. Nos piden algo que no les haga pensar todo el día en la pandemia, que les evada, y estas trilogías y sagas como La villa de las telas funcionan muy bien. La gente acude a la lectura para buscar una sensación de normalidad.

-¿Cuántos socios tiene la biblioteca?

-Tendremos unos 1.500 o así, para un pueblo de más de 3.000 habitantes. Pero eso no es significativo. El Ayuntamiento aprovecha la Semana del Libro para hacer un acto en el que entrega el carné de la biblioteca y un cuento a todos los niños que van a pasar al año siguiente al colegio. Es como un bautismo de lectura.