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Manuel Guedán, escritor: Manuel Guedán, escritor:
El escritor madrileño Manuel Guedán. Jeosm

Manuel Guedán, escritor: "Repetimos los errores de nuestros jefes solamente porque son nuestro jefes"

El autor madrileño presentó en Alcañiz 'Los sueños asequibles de Josefina Jarama' (Alfaguara)
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Manuel Guedán participó este jueves en el ciclo Alcañiz Lee (Palacio Ardid, 20 horas), donde presentará 'Los sueños asequibles de Josefina Jarama' (Alfaguara), una divertida novela sobre el mercado laboral en España, con una interesante reflexión sobre las crisis, las generaciones y nuestro concepto del éxito.

-¿Qué son ‘Los sueños asequibles de Josefina Jarama’?
-Una novela picaresca. Ese es un género muy nuestro que me permitía retratar la realidad de nuestro país en la dimensión que me interesaba, la laboral. El Lazarillo de Tormes es modelo de la picaresca y también un poco de mi novela, porque igual que él es mozo de muchos amos, mi protagonista, Josefina, es empleada de muchos jefes, y cada uno de los cuatro capítulos corresponde a un oficio diferente que ejerce. De ahí que haya muchos guiños, como el apellido de Josefina, que también es un río, o la figura del jefe que, como el amo hidalgo de Lázaro, no tiene nada en casa pero su capa está bien planchada para parecer rico. Me parece muy representativa de una parte del empresariado español y su naturaleza marquetiniana, de tener un bonito cartel luminoso pero nada detrás que lo sustente.

-Lo de ‘picaresca laboral’ suena a nuevo género típicamente español...
-Es que es la parte de la sociedad que quería retratar, y que me permite hablar de otras. En realidad esta novela surge fruto de mi experiencia de haber entrado en el sistema de trabajo y producción, fruto del rencor que guardo hacia él, y como herramienta para reconvertir ese rencor en algo que no fuera pura amargura.

-¿Dónde situamos temporalmente a Josefina?
-Desde los últimos años del Franquismo hasta mediados los noventa. Eso me permite hablar de cuatro puntos calientes; el fin de la etapa industrial en España, a través de una industria juguetera en Ibi (Alicante); el inicio del ocio nocturno y el sector servicios con la Ruta del Bakalao; la liberalización del sector bancario, cuando pasa de ser un negocio casi de tipo familiar a tener que competir por los clientes; y el inicio del negocio de la comida a domicilio a través de una pizzería.

Generación

-No es una generación a la que usted pertenezca...
-No, yo soy del 85, pero lo hice a conciencia. En materia de derechos laborales mi generación tiene la herida de 2007 con Lehman Brothers y la crisis de las hipotecas. Y tendemos a pensar que las generaciones son hijas de las coyunturas concretas, cuando en realidad todas las crisis tienen en común que, en el fondo, están causadas por un entorno laboral endeble. Esto es solo una  novela, pero yo quería tender puentes y demostrar, con sordina, que las generaciones somos más parecidas de lo que creemos y hemos pasado por lo mismo. Cada crisis es diferente pero responde a lo mismo que las demás. Quién haya vivido el 15M verá los paralelismos que hay entre eso y lo que le pasa a  Josefina.

-¿Reniega entonces de las características únicas que se le otorgan a cada generación?
-Separarnos por generaciones es absurdo. Somos víctima de etiquetas como boomers, X, milennials... Puede que ayuden a visibilizar y entender algunos fenómenos, pero esos discursos generalizadores al final ocultan cosas más importantes, que se resumen básicamente en las diferencias de clase. Tendemos a utilizar esos sesgos generacionales muy gratuitamente, y quiero invitar a una reflexión para no estar siempre cayendo en ellos.

-¿De dónde sale Josefina? ¿Ella es usted?
-No exactamente, aunque tiene partes de mí, claro. Concretamente tienen las partes más patéticas de mí, que son las que me interesaba trabajar, y que después distorsiono con el espejo convexo del esperpento. Y representa esa ambición laboral que está a la orden del día, que tanto criticamos pero que nos ensucia a todos. El personaje también se nutre de mi experiencia entrevistando a muchas mujeres durante clubes de lectura que he organizado o en los que he participado.

-He leído por ahí que parte de la inspiración de la novela viene del famoso ‘¡Viva Honduras!’ que soltó Federico Trillo en El Salvador...
-¡Sí! (risas). El mercado laboral no está tan alejado de la disciplina castrense, y aquello me pareció una metáfora muy potente. Me pareció muy simbólico que todo un batallón de salvadoreños gritara ‘¡Viva Honduras!’, porque lo mandara el ministro español. Repetimos los errores de nuestros jefes solo porque son nuestros jefes.

Modelo a imitar

-¿A qué viene el adjetivo ‘asequibles’ para los sueños de Josefina?
-Sueños es una palabra que odio desde hace años. Forma parte del márquetin del gimnasio, o de los lugares a los que voy por obligación. Quise ponerle un adjetivo de índole económica, como asequible o módico, que también barajé, porque resignifica la palabra hacia algo que tiene en su matriz. Dime cuanto patrimonio tienen tus padres y te diré hasta dónde puedes aspirar en la vida.

-¿Josefina es un modelo a imitar o a evitar?
-Me despierta simpatía y empatía. Pero no todo el mundo tiene por qué sentir lo mismo. Tiene oscuridades y no duda en pisar cabezas para progresar, algo en lo que yo no creo. Pero en realidad es mejor persona de lo que ella misma cree.

-¿Podría contarse esta historia desde otro lenguaje que no fuera el humor, o sería demasiado lacerante?
-El humor es catarsis y sirve para que la realidad no nos paralice. Sucede algo y lo convertimos en meme y no en rabia para poder canalizarlo. A veces puede inducir al conformismo, pero me gustan los efectos beneficiosos que tiene. Y podría contarse desde el drama, claro, pero el humor es un lenguaje natural para mí, hace años que dejé de creer que una película tiene que acabar fatal para ser honesta o profunda.