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María Reig, escritora: María Reig, escritora:
María Reig, en la caseta de la Librería Los Tilos de la Feria del Libro de Teruel

María Reig, escritora: "Hay que entender que para Fernando VII lo de la soberanía popular era algo incomprensible"

La tercera novela de la autora, 'Los mil nombres de la libertad', sitúa al lector en la España de 1814
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María Puig (Barcelona, 1992) es una de las referencias en el futuro inmediato de la novela histórica española. Su ópera prima, Papel y tinta, pasó del crowdfunding a vender 75.000 ejemplares con Suma. Este fin de semana presentó su tercera y hasta ahora última novela en la Feria del Libro y el Cómic de Teruel, Los mil nombres de la libertad.

-¿Qué le hizo elegir el siglo XIX para su novela?
-Tiene grandes momentos; Trafalgar, el Cádiz de las Cortes, la guerra de Independencia, las guerras carlistas, la Primera República... Pero a mí me interesaba mucho dejar atrás ese gran episodio de la guerra de la Independencia y abordar en lo que ocurrió después. Me encanta comenzar una novela con muchas preguntas, y esto me generaba tantas dudas por resolver que me apasioné documentándome para ir resolviéndolas, y así armar unos personajes que me ayuden a comprender la época y a aterrizar en ese momento. Es un periodo muy interesante porque se da un gran contraste entre un país invadido por Francia con un rey ausente, que regresa y proscribe todo lo que se ha gestado en Cádiz, ese reducto con tantas peculiaridades políticas, sociológicas y militares. De repente eso se queda sin espacio y a la sombra, y a través de los personajes buceo en la clandestinidad de esos grupos que mantuvieron latentes todas esas ideas que se habían concretado en Cádiz, y que irán acompañando durante décadas lo que será la construcción del Estado Liberal, del que beben nuestras democracias actuales.

-¿'Los mil nombres de la libertad' está más cerca de la novela o del ensayo histórico?
-De la novela, desde luego. Yo creo que dentro de la novela histórica se está ampliando mucho el abanico de esta etiqueta, no solo por el sello diferenciado que imprime cada escritor sino porque cada vez se juega más con otros géneros dentro de este. En mi opinión una novela histórica tiene que ser, evidentemente, muy rigurosa en su documentación para construir un contexto sólido y veras, pero una novela sobre todo y ante todo. Quizá la característica central es que la época debe ser otro de los protagonistas, el tiempo de la novela tiene que dejarse sentir en todo, desde los personajes a las tramas.

Vocación divulgativa

-¿Debe de tener también cierta vocación divulgativa?
-No quiero pecar de ambicioso pero pensar que la gente pueda aprender algo con mis novelas es uno de mis grandes objetivos. Aprender con mayúscula se consigue con el ensayo histórico, pero si puedes generar cierto interés formado, consistente, sobre una época determinada, creo que se cumple ese objetivo. Es como abrir una puerta o invitar a alguien a que profundice sobre algo. En cualquier caso yo soy muy fanática de la divulgación y del poder que tiene traducir asuntos históricos que quizá no llegarían a determinado público de no ser por la novela histórica.

-Es terrible cuando un escritor se empeña en meter con calzador todos y cada uno de los datos que ha recopilado en su investigación...
-En todo texto que armes tienes que dejarte fuera cosas que te han ayudado a concebirlo. En el caso de la novela histórica hay que hacer un ejercicio extra para tener bien claro que hablamos de novela, de que no se te puede ir la mano abrumando con datos que lleguen a difuminar la ficción. Las tramas necesitan de esos datos para entender al personaje o su recorrido dentro de la historia, pero no pueden verse superados por ella. De todos modos me apasiona la historia y el trabajo de documentar una novela me encanta, y asumo que dentro de la tarea del novelista entra ser capaz de seleccionar esa información.

-La cultura popular suele ver a Fernando VII como un canalla estúpido. ¿Qué tiene eso de mito y de realidad?
-Muy pocas fuentes dan una descripción amable de Fernando VII. Sus actos ocasionaron que quedara para la historia como un rey que, tendría sus luces, no lo niego, pero desde luego pesaron más sus sombras. Pero también hay que entender al personaje y el momento que vive. Todos sus antepasados borbones en España han reinado en régimen de monarquía absoluta centralizada, conectado con la divinidad y sin absolutamente ningún límite para gobernar como le diera la gana. Para Fernando VII era imposible entender que de repente tuviera que atenerse a unas normas impuestas en su ausencia que limitan y arbitran su poder. El concepto de pueblo soberano era incomprensible para él y para muchos de los monarcas de su tiempo. En España costará todo el siglo XIX hacerles entender eso y que se vaya concretando en un programa político real.

-¿En qué sentido hubiera cambiado la historia de España si Fernando VII hubiera aceptado el constitucionalismo en lugar de dar un paso atrás?
-Hacer historia-ficción contrafactual es muy difícil. Quizá nuestra evolución histórica y política hubiera sido más parecida a la inglesa, que nos llevaban cien años de ventaja, también con sus luces y sombras, desde luego. Pero después en el siglo XX se liquidaron muchos aspectos de ese Estado Liberal del XIX, y llegaron los autoritarismos... el presente de ningún país depende demasiado de un momento o una circunstancia tan puntual del pasado.