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Mayte Vieta, fotógrafa artística: “Muchas de mis fotos salen de bocetos, algunos hechos a partir de los sueños” Mayte Vieta, fotógrafa artística: “Muchas de mis fotos salen de bocetos, algunos hechos a partir de los sueños”
Mayte Vieta, en una imagen tomada en Albarracín. Josep García

Mayte Vieta, fotógrafa artística: “Muchas de mis fotos salen de bocetos, algunos hechos a partir de los sueños”

“Ahora en Cadaqués he traído a la actualidad una exposición del 99 y la he montado dentro del mar”
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Cruz Aguilar

Mayte Vieta es fotógrafa artística y ha participado en el Seminario de Albarracín. Su obra está muy unida a su vida porque, como asegura, para “crear” necesita “sentir”. La artista recibió la beca Endesa de Teruel entre 2009 y 2011.

- Su obra va más allá de la fotografía, ¿no es así?

- Si, es muy variable, no solo hago fotografías, va de la instalación a la escultura y la fotografía. En mi primera etapa los trabajos eran en blanco y negro, pero luego había una parte escultórica porque hacía los marcos de las fotos y las hacía retro iluminadas. También hago instalaciones, con fotos sobre cristal y con miradores y proyectores que construyo yo.

- ¿Cómo fueron sus inicios?

- Empecé con 16 años y a los 18 ya me dieron una beca, en ese sentido fui una privilegiada, pero también es verdad que no dude ni un momento en lo que quería hacer. Mis profesores vieron en mí algo especial y con 18 años expuse para La Caixa, esa fue mi gran oportunidad, a partir de ahí no perdí el tiempo y empecé a producir, también tuve la Beca Banesto, esas becas fueron mi manera de poder crear. Con 20 años ya empecé a trabajar en galerías, eran los años 90, una época en la que había más coleccionismo y el artista podía producir. 

- ¿Su obra está muy influenciada por su vida?

- Totalmente, de hecho con 20 años tuve que posponer una beca para ir a París porque mi madre enfermó de leucemia y tuve que cuidarla. Eso me marcó y la fragilidad de la vida y de la muerte es muy importante en mi trabajo. Mi obra habla de mi vida, pero intento que el espectador interactúe y se emocione. Es en esa etapa del blanco y negro en la que hablo de dolor y ausencia. Las fotografías tienen algo mágico, porque capturan el instante, pero a veces es dramático, triste, porque hacemos una foto de una cena familiar y poco a poco van desapareciendo personas de ellas. 

- ¿Qué importancia tiene el espacio donde se va a mostrar la obra?

- Es esencial, el hecho de que sea un lugar con luz natural o un subterráneo, por ejemplo, condiciona la forma de ver la otra. Silencio fue una de las exposiciones, presentada en 1999, que condicionó mi trayectoria y en ella hice una instalación hexagonal con espejos, era como estar en el útero de la madre, veías tu reflejo, que te daba sensación de estar ahí y la fotografía creaba movimiento. Son desnudos dentro del mar, los cuerpos ya crean movimiento. 

- Usted prepara sus obras para el lugar donde va a exponer, ¿no es así?

- No siempre pero, cuando trabajo para una exposición concreta, sí lo hago a partir del plano o la maqueta del lugar donde se va a exponer. 

- ¿Hay conexión entre esas obras de los primeros años y las actuales?

- El hilo conductor es la fragilidad entre la vida ya la muerte, me gusta buscar la intemporalidad de la muerte. Ahora veo mis obras que tienen más de 20 años y me siento feliz al lograr esa intemporalidad que buscaba. Del cuerpo me interesa más transmitir esa soledad que se consigue del cuerpo luchando con la propia naturaleza. Ahora en Cadaqués se ha expuesto Silencio, hecha en el 99, la he traído a la actualidad y la he montado dentro del mar. Así ves cómo interactúa la gente que pasea, los niños, he roto un poco con ese elitismo de las galerías. 

- Habla de llegar al público, desde luego eso no se logra en las galerías, ¿no cree?

- Por eso es importante sacar las obras fuera, tendríamos que educar en las escuelas, invitar a artistas a ir a ellas para darles una motivación a los niños.

- Usted empezó en el mundo del arte con la pintura, ¿la ha dejado un poco de lado?

- No, mi base es el dibujo, siempre me desahogo con ello. Tengo una libreta donde hago bocetos. Muchas de mis fotos salen de bocetos o de sueños, de esos momentos en los que relajo la mente. También en otros de mis trabajos me dejo llevar por lo espontáneo, por la luz. Lo importante de la fotografía es la luz. Yo empecé en la academia de Bellas Artes y en el primer mes descubrí la escultura, pero enseguida me pasé a la fotografía, donde soy autodidacta.

- ¿Qué opina de cursos como el de Albarracín?

- Tendría que haber muchos más porque son muy bonitas las relaciones que se establecen aquí. Muchos viene para presentar su fotolibro y es muy importante que la gente pueda mostrar su trabajo. En los 90 había más ayudas, más espacios donde poder exponer y te pagaban la producción, el catálogo. 

- ¿Cómo afectó la a su carrera?

- En 2007 nació mi hijo y yo estaba un poco cansada de tanto luchar, es precioso ser tu propia jefa, el proceso creativo, pero había perdido la intensidad. Siempre he tenido coleccionistas que me han ayudado y apoyado, que en los momentos de crisis en los que no he tenido dinero han comprado mis obras y he podido tirar hacia adelante. Pero esos años fueron muy duros para las galerías y los artistas, aunque luego obtuve la Beca Endesa, de Teruel, y esos dos años, entre 2009 y 2011, pude compaginar la creación con el crecimiento de mi hijo. Empecé a descubrir la vida cotidiana, a sacar de las cosas sencillas esos instantes y trasladarlos al espectador. Ese tiempo coincidió con la muerte de mi madre y, como artista, las emociones y sentimientos tan fuertes te enseñan mucho. Para crear y llegar a la gente necesito sentir.