Elena Fortea Monforte, coordinadora del libro sobre el testimonio de una masovera: “No es habitual que alguien que vivía en una masía escribiera sus memorias y menos una mujer”
“Sólo fue al colegio hasta los diez años y escribió el texto ya con más de 80 relatando recuerdos de la niñez”Elena Fortea Monforte es de Cantavieja. Graduada en Historia y Patrimonio, realizó un máster de Gestión de Patrimonio Cultural en la Universidad de Zaragoza y ahora está cursando otro máster de Investigación Aplicada en Estudios Feministas de Género y para la Ciudadanía. Actualmente tiene un contrato predoctoral de cuatro años en la Universitat Jaume I de Castellón mediante una beca del Ministerio de Educación para formación de profesorado universitario mientras realiza su tesis doctoral. Ha sido la coordinadora del libro Memorias de Felipa Bellés Molinos en la partida masovera del Barranco.
-¿Cómo surge la coordinación de este libro de memorias?
-Todo empezó cuando hacía mis prácticas de grado en el Área de Patrimonio Cultural de la comarca del Maestrazgo. Sonia Sánchez ya tenía estas memorias, la familia se las había prestado. Coincidió que yo me estaba especializando en patrimonio inmaterial y el plan de salvaguarda de la cultura masovera estaba en marcha. Decidimos que sería una buena forma de darles visibilidad y de que llegasen a todo el mundo de la comarca y al externo también. Estas memorias contribuyen a enriquecer todo lo que es el cuerpo teórico de la cultura masovera: las tradiciones, festividades, religiosidad, y toda la cultura popular.
-Es poco frecuente contar con las memorias de una persona que vivía en una masada y, además, que fuese mujer.
-Sí, es sorprendente. No es habitual tener unas memorias de una persona que vivía en una masada y mucho menos de una mujer. En la comarca del Maestrazgo tenemos muy pocas mujeres en la historia documentadas. Por eso, que sea una masovera es todavía más significativo, además Felipa sólo fue al colegio hasta los diez u once años.
-¿Por qué cree que escribió sus memorias, cuando la mayor parte de sus coetáneos ni siquiera sabían leer ni escribir?
-Que se atreviera a relatar su modo de vida me hace pensar que ella sí que le daba algún tipo de valor a todo lo que hacían allí y a todas sus tradiciones. Quiso dejar constancia, yo creo que a lo mejor más para transmitir todo eso a su familia que para otra cosa. Pese a tener un periodo de escolarización de solo diez años, supo reconocer y valorar su propia cultura.
-¿Qué encontramos en esas memorias?
-Utiliza las festividades que hacían, tanto en el Barranco de San Juan como en las Albaredas, como hilo conductor de la narración. Las Albaredas está ya en la provincia de Castellón, pero estaban muy cerca y eran una comunidad bastante unida. Luego, va introduciendo otras dimensiones de la cultura popular, como la música, la literatura, con romances de transmisión oral, y la religiosidad popular. Por ejemplo, hay un romance que narra un crimen en Mirambel entre dos pastores, y otro a la Virgen del Carmen. También hay aspectos de su vida íntima, aunque lo más personal que introduce es su forma de vivir el ciclo agrícola, la siega, la trilla. Habla de cómo se relacionaban en los bureos de las masías. Menciona a sus padres, a su hermana, y se acuerda de un maestro y, sobre todo, de los curas.
-¿Podemos comparar las memorias de Felipa con algún otro testimonio masovero por escrito que haya llegado a nuestras manos?
-Por el momento, no. Por eso, en la presentación también se aprovechó para hacer un llamamiento. Si alguien tiene diarios o testimonios de algún familiar, que lo aporte, porque esta información es muy relevante para conocer la vida en las masías. Siempre estamos abiertos a que nos cuenten o aporten algo.
-¿A qué edad escribió Felipa estas memorias?
-Creemos que las primeras, que no tienen fecha, son de la década de los 80 y las segudas, que tienen fecha, son de mayo de 1993. Felipa nació el 16 de junio de 1913, las escribió ya con 80 años. Es admirable que con 80 años tuviera esa capacidad para acordarse de todo. Además, lo que narra en las memorias oscila entre la década de los 20 y después de la Guerra Civil, mostrando muy bien los cambios en las tradiciones antes y después de la guerra y sus consecuencias.
-La presentación del libro tuvo una gran afluencia y la sala se llenó. ¿Se lo esperaba?
-Yo esperaba que viniera gente, pero tanta no , se llenó la sala y hubo que poner más sillas.
-¿Podría contarnos brevemente de qué habló en su intervención en esa charla?
-Mi parte se centró en explicar en qué ha consistido mi trabajo, la metodología que hemos seguido para la publicación. Mi labor ha sido adaptar la narración para facilitar su lectura y comprensión, ordenar la narración por los saltos temporales y, sobre todo, el léxico. Esto lo hice pensando en que si llega alguien fuera de nuestra comunidad, pueda entender ciertas palabras y expresiones que no son comunes fuera. Después de explicar ese trabajo, conté el contenido de una forma familiar. Puse la letra de una jota picaresca, hablé de los romances, y relaté algunas anécdotas. Por ejemplo, una vez una procesión no pudo volver porque los curas se fueron de fiesta, bebieron un poco y la procesión se volvió sin cura. Conté esas partes anecdóticas para animar a la gente a que lea estas memorias, que ayudan a conocer la vida en las masías y también son divertidas.
