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Paquita Rocamora, exrejoneadora: “Llenaba las plazas no por ser mujer, sino porque querían ver  a una niña enfrentarse a la fiera” Paquita Rocamora, exrejoneadora: “Llenaba las plazas no por ser mujer, sino porque querían ver  a una niña enfrentarse a la fiera”
Paquita Rocamora el pasado 16 de julio, en el homenaje que le hicieron en Cella

Paquita Rocamora, exrejoneadora: “Llenaba las plazas no por ser mujer, sino porque querían ver a una niña enfrentarse a la fiera”

“Los caballos no eran como los de hoy, me llegaban los que enviaban al matadero y estaban resabiados”
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Cruz Aguilar
Paquita Rocamora tiene ahora 82 años, pero con apenas 12 debutó como rejoneadora en Almansa (Albacete). Se abrió camino en un mundo de hombres donde, asegura, era muy difícil para una mujer salir a las plazas, que llenaba por su juventud.

-¿Cuándo comenzó su carrera de rejoneadora?

-Debuté el 2 de septiembre de 1952, con 12 años, he sido la rejoneadora más joven y me tuvieron que hacer una documentación que pusiera que tenía 14 años, porque no se podía salir al ruedo con esa edad.

.¿A qué edad empezó a montar a caballo?

-Con 6 años, en la plaza de Toros de Valencia, en los antiguos corrales, porque mi padre tenía amistad con el que los llevaba. Después vi a la rejoneadora peruana Conchita Cintrón y tuve claro que quería ser como ella. Mis padres, que no tenían nada que ver con el mundo del toro, no me hacían caso. Empecé a rejonear con un caballo que me regaló mi papá y otro de alquiler, por el que pagaba 250 pesetas por corrida. Fue muy duro, no me enseñó nadie, aprendí en el ruedo. Para mí era un juego, pero mis padres se arruinaron.

-¿Cómo eran los caballos?

-Eran resabiados, los que llevaban al matadero. El caballo con el que empecé tenía 29 años y había picado toda la campaña del Litri, así que imagínate. Yo los entrenaba, no tenía a nadie.

-¿Los caballos tenía que cambiarlos continuamente?

-Nunca me ha matado un caballo un toro, he tenido dos o tres cornadas, pero era porque el suelo estaba malo, resbalábamos y se caía. Yo iba cortando orejas, pero no porque fuera una gran figura, sino porque era una gran luchadora.

-¿Siempre toreó en Valencia?

-No, me fui a Sevilla porque en Valencia no había muchos profesionales, solo matadores de toros. Me fui con dos caballos, mi madre, mi perra y 78.000 pesetas, que era mucho dinero. Allí tuve un apoderado y gané un millón de pesetas después de descontar gastos, pero cuando fui a su casa a hacer cuentas me dijo que me quedara para acostarme con él y con su mujer y le dije que, aunque no tuviera para comer, Paquita Rocamora no se vendía, así que me fui de allí sin un duro.

-¿Había demanda para verla torear?

-Preferían ver a hombres, pero yo era una niña y se llenaban las plazas de toros porque ponían a una niña delante de una fiera. No sabía nada, aprendí a base de golpes. Estuve 25 años rejoneando, tuve 5 apoderados que me estafaron todos. Mi familia tuvo que que vender todo, menos una mesa con tres sillas, todo se vendió. Había toros que no podían salir del cajón de grandes que eran. No he sido más valiente que nadie, para mí era un juego y no veía el peligro de rejonear, pero nos arruinamos.

-Fue rejoneadora pero, ¿le hubiera gustado ser torera?

-Sí, dicen que toreaba muy bien, si hubiera sido hombre hubiera sido torero. Era muy difícil para una mujer, además no tenemos las mismas facultades que los hombres, pero es mi opinión, porque hay mujeres que han sido un fenómeno, como Cristina Sánchez, o Ángela Hernández.

-¿Cuánto tiempo rejoneó?

-Estuve 25 años, pero solo gané dinero los últimos once, porque mi último apoderado era una persona hornada, con él me casé y tuve a mis dos hijos. Toreé 1.125 corridas en 25 años, tuve 38 roturas, las dos clavículas, rodillas, muñecas, codo, cervicales, lumbares...

-¿Cómo se encuentra a sus 82 años y con tantos traumatismos a lo largo de su juventud?

-Ahora bien, pero estuve 16 años con morfina.

-¿Por qué se cortó la coleta?

-Por amor. Fueron años muy duros, prendieron fuego a mi casa y a mis caballos. En aquella época el mero hecho de ser mujer era muy complicado, y eso que mis papás siempre vinieron conmigo. Un día en una corrida en Valladolid me cortaron la cincha del caballo para que me matara. La lesión más grande fue una luxación de cadera, luego estuve 25 años que me caía, pero de repente se me fue.

-Ha tenido una vida dura.

-Sí, luego me dediqué a ser ama de casa, a cuidar de mi hijo. Tuve dos, una niña que nació el 13 de febrero de 1976 y que fue un bebé robado. Me gustaría verla cara a cara para decirle que no la abandoné, que me la robaron.

-¿Cómo sienta que tantos años después le rindan homenaje en Cella?

-No me lo esperaba, llevo 45 años retirada del toro, me fui en silencio porque estaba traumatizada. En el año 76 muere mi madre, envenenan a mi caballo y me prenden fuego a la casa y después murió mi padre. Mentalmente no estaba para salir al ruedo.