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Thomas Kretzschmar, violinista: Thomas Kretzschmar, violinista:
Thomas Kretzchmar actuará hoy por vez primera en Teruel. Luis Areñas

Thomas Kretzschmar, violinista: "El problema de España con el jazz es que no tiene un género genuino, como Francia"

El manouche y el gipsy jazz de Thomas Kretzschmar Quartet abre hoy el Festival A Todo Jazz de Teruel
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El violinista francés afincado en Zaragoza Thomas Kretzschmar dirige un cuarteto, junto al pianista Humberto Ríos, el bajista Javier Callén y el baterista Fran Gazol, que está importando a Aragón la mejor tradición del jazz manouche y el increíble -y todavía relativamente desconocido- legado de Stephane Grappelli. Esta tarde (19.30 h.) abren el Festival Teruel a Todo Jazz en la plaza de la Marquesa, y después actúan en el Espacio Luvitien.

-Llega por primera vez a Teruel, y con disco nuevo bajo el brazo...
-Así es. Hemos grabado hace algo más de un año Tributo a Grappelli y venimos a defenderlo sobre el escenario. En este tiempo también hemos evolucionado algo y hemos empezado a preparar nuevos temas, y a incorporar nuevos sonidos, como el sonido brasileño... Todo eso vamos a tocar en Teruel.

-¿Es el primer disco del cuarteto?
-Sí. Llevo más de veinte años en esto pero vine de Marsella a Zaragoza hace solo dos años y medio. Así que este cuarteto, que ahora es mi proyecto principal, es bastante joven.

-Hábleme de la música de Grappelli y del tributo que podremos escuchar hoy.
-Grapelli es un músico bastante conocido, pero no por sus composiciones, sino por su gran carrera internacional y su relación musical con Reinhardt y con otros músicos de jazz excelentes. Sin embargo he investigado bastante y Grappelli compuso mucha música que sigue siendo desconocida. Mucha gente que conoce la película Les Valseuses de Bertrand Blier no sabe que la música es de Grappelli, por ejemplo. Y como músico era apasionante, porque también era un gran pianista y componía muy bien. En el disco Tributo a Grappelli tocamos esa parte de su música menos conocida y también hay alguna composición mía en su misma onda.

-Llama la atención la cantidad de proyectos musicales a los que pertenecen los músicos de jazz, como le ocurrió al propio Grappelli, la permeabilidad de este género. ¿Thomas Kretzschmar Quartet, en ese sentido, es una formación fija?
-Una de las cosas que me gustan del jazz es su riqueza en cuanto a que puedes mezclarte con muchos músicos con quienes compartes un lenguaje. Hay quien dice que si eres capaz de tocar jazz en una jam session puedes hacerlo con cualquier músico en cualquier lugar. Pero para que una formación tenga identidad tienes que encontrar una onda en común entre todos los músicos, ensayar mucho y pasar mucho tiempo juntos, como ocurre en cualquier otro género musical. Me encanta tocar con gente nueva, pero queremos que el cuarteto tenga una personalidad definida y eso pasa porque el formato sea fijo y estable.

-A nivel popular el violín parece que tenga poco que ver con el jazz... ¿La principal aportación de Grappelli fue incorporar este instrumento al género?
-Lo cierto es que antes de Grappelli ya existía cierta tradición americana de violín en el jazz, y también en Europa aunque en menor medida. Pero Grappelli fue quien elevó esta tradición a su máximo exponente, abrió un camino por el que luego hemos ido muchos. Junto a Django Reinhardt, Grappelli creó el jazz manouche a mediados de los 30, un estilo nuevo que ahora está considerado como el jazz característico de Francia. Era un swing muy acústico, y que no estaba concebido para bailar, sino para escuchar. Y Grappelli no solo contribuyó a crearlo sino que también creó una nueva forma de tocar el violín, de improvisar con él, que ha trascendido a Francia y que hace que este instrumento forme parte del panorama habitual en la música moderna, no solo en el jazz.

-¿Cómo entró el violín en su vida?
-Mi familia era muy aficionada a la música y yo estudié violín en el conservatorio, pero lo dejé durante la adolescencia. Sin embargo a los 20 años lo cogí de nuevo un poco de broma, con algún amigo, alguna fiesta... El caso es que empecé a tocar con más gente, a hacer bolos, y ya  hace casi 25 años que mi actividad principal es la música.

-Supongo que para un violinista francés es muy difícil no esta sujeto a la influencia de Grappelli y el manouche...
-Ahora mismo en Francia es muy fácil escuchar este tipo de música, que desde hace diez o quince años está muy de moda. Pero hace 25 años todo era muy distinto. No había internet, no había proyectos musicales manouche e incluso el gipsy jazz era un género que solo tocaban los gitanos franceses. Yo tuve mucha suerte porque tuve contacto con supermúsicos de esta onda, como el guitarrista Steeve Laffont, un gran amigo con el que llevo veinte años tocando. Empecé con él, busqué las salas parisinas donde solía escucharse esta música y poco a poco se me fue metiendo en el alma.

-¿Esa moda del manouche o del gipsy es la responsable de que en Francia sea muchísimo más popular el jazz que en España?
-En Francia Grappelli y Reinhardt generaron una música genuina de la que hoy los franceses estamos orgullosos. Se dice del manouche que es el jazz francés, y en París hay muchos conciertos todos los días. En general creo que en el ámbito cultural Francia tiene más posibilidades que España, pero a este respecto creo que la clave es que el jazz tiene una manifestación genuinamente francesa que podemos reivindicar allí, y eso no ocurre en España. Pero fíjate que aquí eso pasa con el flamenco, una música genuina de aquí que ha evolucionado, se ha fundido, se ha reinventado y cada día nos ofrece cosas nuevas. Y por lo tanto es mucho  más popular y muy rica. Cuando llegué a España una de las cosas que más me impresionó fue la mezcla de músicas modernas, latinas y flamencas, y el virtuosismo que existe en ese campo.