Víctor Cerezo durante una representación de su espectáculo. Isa & José Vicente
Víctor Cerezo, actor y cantante: “En su día las coplas eran muy punkis, porque hablaban de lo que la represión no permitía”
La compañía vallisoletana Trío Caracol lleva hasta el clímax el género de la copla en un musical que podrá verse en Andorra
Víctor Cerezo, Juanma Tordable y Rodrigo J. Ruiz forman el Trío Caracol, una formación que reivindica la copla como pocos han sabido leerla, convirtiéndola en un género más contemporáneo que Twitter, o como quiera que se llame ahora. Los pucelanos visitan por primera vez la provincia de Teruel, para llevar La copla con pan(k) sabe mejor hasta Andorra el 27 de octubre (20 horas).
-El Trío Caracol... ¿Se llama así por Manolo Caracol, o no van por ahí los tiros?
-Esa palabra tiene mucho que ver con la copla, por Manolo y por los caracoles que llevan en el pelo las folclóricas y folclóricos. Pero además el caracol, el animal, es hermafrodita. Es un animal que elige, y esa posibilidad de elegir está dentro de nuestro espectáculo.
-’Las coplas con pan(k) entran mejor’... ¿Dónde está el punk en la copla? Cualquiera diría que es un género amable, conservador y adicto al régimen...
-Esa es la apariencia que tiene, pero no es la realidad. Hoy en día escuchas coplas clásicas y te parece ñoño, cursi o demasiado dramático... Pero en su momento eran temas muy punkis porque, por detrás de lo que se escuchaban, contaban muchas cosas de las que no podían contarse, mensajes encubiertos para que las autoridades de entonces no las descubrieran.
-¿Qué clase de mensajes?
-Muchas de las coplas hablaban fundamentalmente de represión. De estar enamorada de alguien y no poder conseguirlo porque eso significaba ser una buscona, o de querer hacer cosas que no se podían hacer. En nuestro espectáculo no incluimos las coplas que hablaban de gente que tuvo que marcharse de España, pero aún así hablaban siempre de la represión. De hecho no nos hace falta hacer mucho, ni cambiar nada, para que el público escuche la copla clásica de siempre con esa nueva clave en la cabeza, y para que se dé cuenta de que hoy en día sigue existiendo esa represión. A otro nivel y de forma no tan evidente, pero esos mensajes siguen vigentes porque siempre hay cosas que la gente quiere hacer y no puede.
-¿Qué dosis extra de punk aportan ustedes?
-Bueno, le damos una vuelta de tuerca con nuestra imagen, porque somos chicos con faldas que salen con una cresta punki en lugar de una peineta, y lo sacamos todo un poco de quicio. Todo lo que cantamos son coplas clásicas y muy conocidas, excepto una canción punki de La Polla Records, con su letra y su música, aunque tocada con violín y piano y un poco llevada al lenguaje de la copla. Mucha gente piensa que es un tema propio nuestro.
-¿Cuelan una letra de La Polla como si fuera copla?
-Bueno, pero no se la colamos, se la regalamos. En ese momento yo creo que es cuando la mayoría del público se da cuenta de que estamos contando algo, de que no nos limitamos a cantar canciones.
-¿A través de qué canciones y de qué intérpretes se articula ‘La copla con pan(k) entra mejor’?
-Todas son muy reconocibles, especialmente por la gente mayor, claro... Pues desde Romance de la otra de la Piquer, Tatuaje, canciones de Rocío Jurado como Señora, o La loba cantada por Marifé de Triana, por ejemplo. Son canciones compuestas muchas de ellas por Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel Quiroga, que tenían un poco el monopolio.
-Ustedes dicen que hay dos clases de persona en el mundo: aquel a quien le gusta la copla, y quien todavía no lo sabe. ¿A cuál de los dos se dirige este show?
-Realmente a todo el mundo. Suele venir gente de todas las edades y todo el mundo sale llevándose algo bueno. Nos ha pasado que gente a quien no le gusta la copla, pero que viene a vernos por las pintas que llevamos, luego nos dicen que ven la copla de todo modo, que han descubierto que la copla cuenta cosas.
-¿El espectáculo es un concierto al uso, o tiene su dramaturgia detrás?
-El público ve un concierto, pero desde luego se parece más a una obra de teatro musical que a lo que entendemos por concierto. Yo soy actor y para hacer algo necesito escena, teatro, movimiento y que todo esté hilado a través de una historia. En este caso es un viaje sobre la identidad de género, en el que se invita a plantearte esa identidad y a que el público saque sus propias conclusiones.
-¿No temen escandalizar al público, sobre todo al que conoce al copla en su versión más clasica?
-Al principio lo teníamos. Pero hemos descubierto que es muy difícil escandalizar al público, que la gente no se escandaliza así porque sí, y que además nosotros no estamos haciendo nada escandaloso o concebido para escandalizar. No es lo mismo que Señora te la cante una mujer o un hombre... ¿Pero qué tiene eso de escandaloso?
-Eso es buena señal...
-Yo creo que sí. La gente más mayor que nos ve nos agradece que le hayamos devuelto a la juventud, y lo de menos son las pintas o ser hombre o mujer. Los más mayores también vivieron el transformismo y son los que menos se escandalizan, porque para ellos se asocia con el cabaret, con lo divertido... Quizá exista ese prejuicio, pero en nuestra experiencia, las personas mayores los que menos se escandalizan por nada.
-El Trío Caracol... ¿Se llama así por Manolo Caracol, o no van por ahí los tiros?
-Esa palabra tiene mucho que ver con la copla, por Manolo y por los caracoles que llevan en el pelo las folclóricas y folclóricos. Pero además el caracol, el animal, es hermafrodita. Es un animal que elige, y esa posibilidad de elegir está dentro de nuestro espectáculo.
-’Las coplas con pan(k) entran mejor’... ¿Dónde está el punk en la copla? Cualquiera diría que es un género amable, conservador y adicto al régimen...
-Esa es la apariencia que tiene, pero no es la realidad. Hoy en día escuchas coplas clásicas y te parece ñoño, cursi o demasiado dramático... Pero en su momento eran temas muy punkis porque, por detrás de lo que se escuchaban, contaban muchas cosas de las que no podían contarse, mensajes encubiertos para que las autoridades de entonces no las descubrieran.
-¿Qué clase de mensajes?
-Muchas de las coplas hablaban fundamentalmente de represión. De estar enamorada de alguien y no poder conseguirlo porque eso significaba ser una buscona, o de querer hacer cosas que no se podían hacer. En nuestro espectáculo no incluimos las coplas que hablaban de gente que tuvo que marcharse de España, pero aún así hablaban siempre de la represión. De hecho no nos hace falta hacer mucho, ni cambiar nada, para que el público escuche la copla clásica de siempre con esa nueva clave en la cabeza, y para que se dé cuenta de que hoy en día sigue existiendo esa represión. A otro nivel y de forma no tan evidente, pero esos mensajes siguen vigentes porque siempre hay cosas que la gente quiere hacer y no puede.
-¿Qué dosis extra de punk aportan ustedes?
-Bueno, le damos una vuelta de tuerca con nuestra imagen, porque somos chicos con faldas que salen con una cresta punki en lugar de una peineta, y lo sacamos todo un poco de quicio. Todo lo que cantamos son coplas clásicas y muy conocidas, excepto una canción punki de La Polla Records, con su letra y su música, aunque tocada con violín y piano y un poco llevada al lenguaje de la copla. Mucha gente piensa que es un tema propio nuestro.
-¿Cuelan una letra de La Polla como si fuera copla?
-Bueno, pero no se la colamos, se la regalamos. En ese momento yo creo que es cuando la mayoría del público se da cuenta de que estamos contando algo, de que no nos limitamos a cantar canciones.
-¿A través de qué canciones y de qué intérpretes se articula ‘La copla con pan(k) entra mejor’?
-Todas son muy reconocibles, especialmente por la gente mayor, claro... Pues desde Romance de la otra de la Piquer, Tatuaje, canciones de Rocío Jurado como Señora, o La loba cantada por Marifé de Triana, por ejemplo. Son canciones compuestas muchas de ellas por Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel Quiroga, que tenían un poco el monopolio.
-Ustedes dicen que hay dos clases de persona en el mundo: aquel a quien le gusta la copla, y quien todavía no lo sabe. ¿A cuál de los dos se dirige este show?
-Realmente a todo el mundo. Suele venir gente de todas las edades y todo el mundo sale llevándose algo bueno. Nos ha pasado que gente a quien no le gusta la copla, pero que viene a vernos por las pintas que llevamos, luego nos dicen que ven la copla de todo modo, que han descubierto que la copla cuenta cosas.
-¿El espectáculo es un concierto al uso, o tiene su dramaturgia detrás?
-El público ve un concierto, pero desde luego se parece más a una obra de teatro musical que a lo que entendemos por concierto. Yo soy actor y para hacer algo necesito escena, teatro, movimiento y que todo esté hilado a través de una historia. En este caso es un viaje sobre la identidad de género, en el que se invita a plantearte esa identidad y a que el público saque sus propias conclusiones.
-¿No temen escandalizar al público, sobre todo al que conoce al copla en su versión más clasica?
-Al principio lo teníamos. Pero hemos descubierto que es muy difícil escandalizar al público, que la gente no se escandaliza así porque sí, y que además nosotros no estamos haciendo nada escandaloso o concebido para escandalizar. No es lo mismo que Señora te la cante una mujer o un hombre... ¿Pero qué tiene eso de escandaloso?
-Eso es buena señal...
-Yo creo que sí. La gente más mayor que nos ve nos agradece que le hayamos devuelto a la juventud, y lo de menos son las pintas o ser hombre o mujer. Los más mayores también vivieron el transformismo y son los que menos se escandalizan, porque para ellos se asocia con el cabaret, con lo divertido... Quizá exista ese prejuicio, pero en nuestra experiencia, las personas mayores los que menos se escandalizan por nada.