Síguenos
Contar hasta diez Contar hasta diez

Contar hasta diez

banner click 244 banner 244
Javier Silvestre

Cuente hasta diez. Hágame caso. Se hará un favor a usted mismo y, seguramente, a quienes le rodean. Impóngaselo como una regla vital a partir de ahora. Porque hay quienes sólo buscan que nos crispemos, perdamos los papeles y nos odiemos. Y nada es al azar. Todo tiene un porqué perfectamente calculado. Pero no es el que usted piensa.

Es más fácil convencer desde las entrañas que desde la razón. Y eso lo saben los que incitan al odio. 

Son perfectamente conscientes de que somos una sociedad bastante básica y, por lo tanto, extremadamente manipulable. Tienen claro que la opinión pública se mueve a golpe de titular, de ‘fake news’ y de ciber-matonismo en las redes sociales. Estás conmigo o contra mí, no hay grises, sólo blancos o negros (rojos o azules, dirían algunos).

Nosotros somos su ganado. Churras y merinas mezcladas en un gran redil que simplemente obedecen a todo lo que se les pide. Tenemos unos perros pastores que se erigen en nuestros protectores y que ladran constantemente, que no dudan en morder a la oveja que no es como nosotros y que se ríen a nuestras espaldas de lo fácil que es mantenernos a raya.

Ahora que parece que hemos doblegado la curva del coronavirus nos toca doblegar otra curva igual de peligrosa: la del odio. 

Y en esta ocasión, al igual que pasó con el Covid-19, hay quien quiere sacar rédito de esta otra pandemia. 

Provocadores y provocados ladran por igual y buscan lo mismo: que no contemos hasta diez porque eso implicaría pensar durante unos segundos por nosotros mismos.

Y lo consiguen. Porque saben que a golpe de insulto no dan tiempo para reflexionar. Nos impiden cuestionar qué se esconde detrás de cada provocación y de cada respuesta todavía más fuera de tono que la anterior. El objetivo no es únicamente polarizarnos y enfrentarnos... el fin es hartarnos, acabar con nuestra paciencia. Para que seamos un rebaño aún más dócil.

Es una estrategia tan antigua como el propio ser humano. Privarnos de criterio para que nos limitemos a bajar la cabeza y obedecer. 

Antiguamente había muchas maneras de conseguirlo: apelando a lo divino, privando a la sociedad de educación o removiendo los bajos instintos. 

Pero en este nuestro nuevo mundo, donde el saber (la información) se ha convertido en un derecho universal al alcance de todos gracias a Internet, han tenido que cambiar de estrategia.

Así que es mejor sobreinformar y desinformar al mismo tiempo. Saturar y empachar para que no queramos más. Gritar y ensordecernos a la vez. Y ofrecerle al rebaño contenidos de consumo rápido y edulcorados que aletarguen nuestro sobreestimulado cerebro. Porque la única manera de evitar que cuestionemos todo lo que hacen es impedirnos que contemos hasta diez.

Por eso, a partir de ahora, antes de responder a los que ladran cuente en voz alta. 

Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno… Se sentirá bastante menos oveja.