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Cuestión de perspectiva Cuestión de perspectiva

Cuestión de perspectiva

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Javier Silvestre

Acabo de llegar a casa después de recorrer más de 8 kilómetros a pie por el centro de Madrid. Tenía que grabar junto a mi cámara Miguel un reportaje para el informativo de hoy. El objetivo: mostrar cómo nos hemos lanzado a la calle a hacer deporte o a pasear después de 49 días confinados en casa. Y les digo  una cosa: lo estamos haciendo muy bien. La gente, nosotros como sociedad. No se dejen engañar por lo que lean, por las fotos que les muestren, ni siquiera por lo que vean en televisión. Porque todo es cuestión de perspectiva.

Es un debate complicado porque ante una evidencia gráfica es difícil poner en duda las “aglomeraciones” de estos primeros días de desconfinamiento. Pero créanme si les digo que el porcentaje de gente que incumple las normas es anecdótico.

Nos hemos acostumbrado a calles desiertas y nos sorprende volver a ver a gente fuera de casa. Si esto ocurre en ciudades pequeñas como Teruel -donde cada uno de ustedes convive con 80 personas por kilómetro cuadrado-, imagínense en grandes urbes como Madrid y Barcelona, donde la densidad de población en los barrios del centro supera las 25.000 personas. ¿Cómo no vamos a ver las calles repletas de gente? ¡No cabemos ni por las aceras!

 Hagamos cálculos rápidos. En la Comunidad de Madrid hay 836.411 mayores de 70 años, un 12,5% del total de la población. Por su parte, los menores de 14 años representan el 15,3%. Nos queda un inmenso 72,2% de personas que desde ayer pueden salir a la calle a dar un paseo o hacer deporte pero en una franja acotada de tan sólo siete horas diarias.

En total, 4,7 millones de madrileños que tienen sólo una hora al día para salir de casa. Si volvemos a tirar de calculadora el resultado es abrumador: repartidos de forma proporcional obtenemos 671.000 personas por hora. O, más fascinante aún, 11.142 paseantes por minuto.  Si aplicamos esta estadística a los barrios más densamente poblados de las grandes urbes las cifras son aún más alucinantes, con más de 17.500 vecinos que tienen derecho a salir a la calle en este espacio limitado.

Como entenderán, desde esta perspectiva numérica es fácil sacar fotos, grabar imágenes y llevarnos las manos a la cabeza al ver a tanta gente en la calle. Pero no nos dejemos engañar tan fácilmente y paremos de vociferar lo insolidarios que somos... porque no es verdad.

Los fotógrafos que utilizan sus zooms para crear una mayor sensación de aglomeración, las televisiones que señalan con el dedo al ciudadano que sale de su casa tras 49 días encerrado, los opinólogos de Twitter que sientan cátedra sin levantar el culo del sofá poco ayudan. Porque una cosa es denunciar casos puntuales y otra fustigar a los ciudadanos que llevan siete semanas dando ejemplo y respetando cada norma que se les impone.

Mi perspectiva es parcial, como la de todos ustedes, pero reitero que, como sociedad lo estamos haciendo muy bien y que la mayoría se esfuerza por mantener las distancias aunque sea con miles de personas acechando.

Pero como algunos prefieren destruir, no duden en que lo puntual se convertirá en lo más comentado estos días. Sean críticos, pero ecuánimes. Es cuestión de perspectiva.