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El Museo de la discordia El Museo de la discordia
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El Museo de la discordia

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Javier Silvestre
Lo cierto es que cuando uno pasea por Teruel no se habla de otra cosa. La preocupación entre la ciudadanía es máxima. Incluso se comenta que se han atendido varios cuadros de ansiedad ante lo desesperado del tema. Les hablo (nótese aquí ironía) del Museo de la Guerra Civil que se está construyendo en nuestra ciudad y que acumula un año de retraso en su apertura al público.

La obra, que se financió con los Fondos FITE que recibe nuestra provincia, tenía un presupuesto inicial de casi 3 millones de euros (ya veremos en lo que queda). Y fue una apuesta del anterior Gobierno aragonés conformado por el PSOE y Podemos. Ahora, los socialistas (que decidieron dar plantón a la alcaldesa en el Debate sobre el Estado de la Ciudad de esta semana) llevarán al pleno del Ayuntamiento de mañana una batería de preguntas sobre el estado actual y futuro de este proyecto.

Ojo, no me parece mal que pregunten qué pasa con el Museo. Lo que me parece mal es el uso partidista que unos y otros quieren hacer de una obra pública que nos ha costado a los contribuyentes un ojo de la cara. Por ahora el actual Gobierno de Aragón, del PP, ha insistido diciendo que el edificio “se destinará a este uso y no a otros”. Pero claro, falta lo más importante: el proyecto museológico. Es decir, qué se contará que ocurrió en Teruel entre diciembre de 1937 y febrero de 1938, y lo más importante: cómo se contará al visitante.

Cuando el proyecto se aprobó en manos del anterior ejecutivo se aseguró que nacía con un claro “carácter conciliador” y un espíritu que “invite a la reflexión” para que no se repita nunca algo así. 

Sin embargo, en algunos medios como Eldiario.es se podían ver titulares en febrero de 2023 como este: Un memorial en el Museo de la Guerra Civil que no distingue entre víctimas: “La fuerza es no ahondar en las diferencias”. Y resaltaba en su interior que “las víctimas no son equiparables porque no es lo mismo destruir una democracia que defenderla”. Es decir, que el Memorial tenía que tener un posicionamiento claro.

Con la llegada al poder del PP (apoyado por Vox), las obras no se detuvieron aunque sí han sufrido dos importantes retrasos por falta de material para acabar el edificio principal. 

El PSOE se lanza al cuello afirmando que para el actual Ejecutivo aragonés “es un proyecto que no les apasiona” y exigen la presentación “inmediata” del Plan Museológico, que se haga público el calendario previsto para el inicio de las obras de la segunda fase y la fecha exacta de apertura al público.

Va más allá el portavoz del grupo municipal socialista, José Guillén, que afirmaba que el Museo atraerá “a cientos de miles de visitantes” de un turismo “cultural de calidad que, además, sería complementario con el resto de la oferta turística de esta ciudad”. Quizás se ha pasado de frenada con las expectativas sobre la gente que vendrá a Teruel movido por el interés por conocer esta instalación cultural. 

Lo de “regalarnos” el primer y único Museo de la Guerra Civil existente en España, que nadie lo olvide, fueron las migajas que nos arrojó el anterior Gobierno cuando incumplió sistemáticamente todas los grandes acuerdos con Teruel Existe (cuyo voto, no nos olvidamos, convirtió a Pedro Sánchez en presidente). 

Para eso ya no hay vuelta atrás: 3 millones de euros que no volverán. Así que intentemos ser -por una vez- buenos gestores y dejemos a un lado el partidismo. 

Si bien un museo de este tipo puede convertirse en un centro de investigación de referencia internacional (y no en el polo de atracción turística que nos quiere vender el señor Guillén), planteemos bien la explotación de esta instalación. 

Si es para investigadores y divulgadores, que así quede reflejado en el dichoso proyecto museológico. Pero si tiene que ser para que los turistas se encuentren con una versión manipulada de los hechos en función del gobernante de turno, mejor usemos el edificio para otras cosas. Que falta nos hace.