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Pocas luces Pocas luces

Pocas luces

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Javier Silvestre
Vamos a cambiar las luces de la plaza de San Juan. Ahora sí… o eso dicen. El Ayuntamiento ha acordado con el Gobierno de Aragón destinar 2 millones de euros para ejecutar el Plan de Sostenibilidad Turí­stica con fondos de la Unión Europea Next Generation. Y casi un millón irá destinado a renovar la iluminación de esta zona del casco histórico. El objetivo es “potenciar este bien patrimonial de Teruel e incluirlo en los recorridos nocturnos de la ciudad".

Esto supone renovar 250 luminarias en total, de las cuales 101 corresponden al alumbrado funcional de la plaza y 149 al ornamental. Eso sí, para que luego la factura no se nos dispare, las nuevas luces serán LED, con “mayor eficiencia” y que permiten “reducir las emisiones de CO2 asociadas al consumo eléctrico”. Hasta ahí bien. Pero llega el momento hortera del asunto: “Una de las funciones principales que se le quiere dar a la nueva iluminación RGB es dirigirla al uso turí­stico, creando contenidos culturales (espectáculos musicales y luminosos) que tengan interés para los visitantes, sumando a la eficiencia energética el valor de la versatilidad de este recurso aprovechado doblemente en beneficio de la ciudad".

Se lo traduzco: que van a poner luces que cambian de color a voluntad y que convertirán la plaza en una especie de guateque en función del día que toque. Rojo y amarillo para San Jorge, morado el 8M, rosa el día de lucha contra el cáncer de mama, etc. Porque, al final, todos los ayuntamientos hacen lo mismo: se empeñan en poner luces de colores que se usan para ponerse la medallita de la “visibilización” o la “solidaridad con” para que puedan hacerse la foto de turno.

Yo siempre he sido defensor de la luz blanca en los edificios y plazas históricas. ¿Para qué convertir un espacio estéticamente bonito en algo que recuerda a Magaluf? Y lo que más me inquieta: ¿qué sobrecoste tiene poner luces LED que cambian de color para usarlas cuatro veces al año? O peor aún, para que acaben como la iluminación de la plaza del Torico, que transmite una sensación de total dejadez para el turista y el ciudadano. Quizás lo más llamativo de este asunto es que este proyecto no es nuevo. La renovación del alumbrado de la plaza de San Juan lleva coleando desde hace años. Resulta que en 2021 ya se anunció que se iban a cambiar las luces. El coste del proyecto era de 694.612,75 euros y también iban a salir de fondos europeos. Por aquel entonces se nos dijo que, tras la adjudicación del proyecto, el cambio de iluminación estaría acabado en 4 meses. Y han pasado dos años y medio.

El tema no vio la luz porque la DGA, entonces en manos del PSOE, decidió dar el dinero a otros proyectos en municipios de su mismo color político. Pero ahora, con la DGA en manos del PP, se da por hecho que se pondrá en marcha de forma inminente. Eso sí, el precio ha subido porque la inflación de los últimos meses afecta al carro de la compra, pero también a las luces LED. Así que el asunto se nos va ya al millón de euros.

Algunos dirán: “Como son fondos europeos, nos lo paga Bruselas”. Pero no se equivoquen, porque Europa somos todos y usted también paga. No digo que no haya que aprovechar la oportunidad de renovar la iluminación, pero ojalá se haga con cabeza e intentando minimizar los riesgos.

¿Qué riesgos? Primero, que el mantenimiento de las luces-guateque no nos cueste más que instalar las nuevas; segundo, que haya un plan para garantizar su buen funcionamiento a largo plazo (para que el proyecto no acabe como la plaza del Torico) y tercero, que alguien con un mínimo de buen gusto intente no convertir la plaza de San Juan en un escaparate digno de Titanlux a merced del día internacional que toque.

Siempre pongo de ejemplo la iluminación del Óvalo como buen hacer desde el punto de vista estético. Ojalá todos nuestros escaparates turísticos fuesen igual de simples y bonitos. De lo del video-mapping (o proyectar espectáculos de luz sobre edificios históricos recreando la historia de los Amantes de Teruel) ya hablaremos otro día. No es una mala idea porque está enfocada exclusivamente al turista. Pero lo de volver a apostar por convertir una plaza en un plafón LED de discoteca ya me parece más arriesgado…

Espero que quien decida tenga luces suficientes para no repetir el desastre lumínico de la plaza del Torico (que, por cierto, sigue sin ver la luz al final del túnel).