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Teruel también es Cataluña Teruel también es Cataluña

Teruel también es Cataluña

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Javier Silvestre

“El primer homo sapiens era catalán.” No lo digo yo, oiga. Lo dice TV3. Y, ¿quién no va a confiar en la objetividad histórica de ciertas instituciones autonómicas? Resulta que una mandíbula con 65.000 años de antigüedad encontrada en 1887 en Banyoles (Girona) -aquel lugar donde hasta hace dos décadas tenía a un ser humano negro disecado en un museo local- es la primera que se puede atribuir a nuestra especie en Europa. El titular utilizado por la televisión pública catalana es una anécdota que, si hubiese hecho Aragón TV, se habría quedado en un chascarrillo local. Pero lo de Cataluña tiene miga.

Pocos recordarán que el 22 de octubre de 1987, el Parlamento catalán aprobó “celebrar el milenario de la independencia de hecho de los condados catalanes”. Jordi Pujol creó una comisión de historiadores que retorciendo los acontecimientos probó (a su manera) que Cataluña existía, como entidad política, desde el 988. Sin embargo, tal y como desgrana con maestría el catedrático en Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza, Guillermo Fatás, todo era una ensoñación (otra más).

Pujol quería probar los mil años de la existencia de Cataluña basándose en la negativa del conde Borrell II de Barcelona a prestar vasallaje al rey franco Hugo Capeto, algo que Fatás desmonta magistralmente en un artículo publicado en El Heraldo de Aragón (28/10/2018) haciendo el siguiente símil: “El equivalente culinario sería tomarse un huevo pasado por agua y asegurar que se ha comido pollo. Solo que ese pollo es virtual, imaginario y futurible, mientras que lo real es un mero huevo del que no ha nacido pollo alguno”. Chapeau!

La lista de apropiaciones indebidas de los historiadores del procés supera el esperpento. Puede haber cierta confusión histórica con el origen genovés de Cristóbal Colón. Pero, tranquilidad: Luis Ulloa, historiador peruano que vivió en Barcelona varios años, afirma que el descubridor de América era, cómo no, catalán. Su principal evidencia es que en sus escritos, todos ellos escritos en lengua castellana, existen “giros lingüísticos propios del catalán”. ¡Ea, pues para la saca!

En el apartado de los pseudohistoriadores encumbrados por un organismo tan riguroso como el Institut de Nova Història (Instituto de Nueva Historia) destaca Jordi Bilbeny. Su tesis irrefutable es que Colón se llamaba Joan Colom y Bertrán, que el descubrimiento de América se produjo a manos de catalanes y que luego Castilla, aplicando su habitual yugo opresor, cambió la historia a su antojo. Una de las pruebas más sólidas que aporta es la evidencia empírica de que la bandera de los Estados Unidos es la “evolución lógica” de la senyera catalana. ¿Pruebas de todo esto? Ninguna. Pero como dice un colega suyo llamado Pep Mayola “se trata de leer entre líneas, de no creer según qué. La historia es una ciencia y evoluciona”. Empirismo evolutivo, vaya.

Víctor Cucurull, otro historiador vinculado a la ANC (Assemblea Nacional Catalana) pronunciaba una charla allá por junio de 2013 -cuando la causa indepe estaba a pleno rendimiento- que llevaba por título: "La otra historia de Cataluña". El Confidencial recoge fragmentos de las lindeces que allí se verbalizaron. Cucurull afirmaba que Cataluña fue “la primera nación del mundo” cuya creación se remonta al siglo VII antes de Cristo. No sólo le otorgaba una antigüedad de 2.800 años sino que además sentenciaba que ya en el siglo XI se constituyó una Sociedad de Naciones que daría pie a la actual ONU. ¿Quieren más?

Les voy a poner deberes para que busquen ustedes mismos y se echen unas risas. Sólo les diré que Leonardo Da Vinci era… ¿lo adivinan? Y que La Gioconda es, cómo no, un retrato de la Virgen de Montserrat con su montaña al fondo. Eso por no hablar de Miquel Servent, autor de El Quixot; o de Francesc de Pinós de So i Carròs (Francisco Pizarro); o del mismísimo Papa Noël y su relación con los Païssos catalans.

Visto lo visto, el titular de TV3 sobre el fósil de la mandíbula hasta me parece incluso riguroso. El problema llegará cuando algún pseudohistoriador de poca monta lo utilice para incluirlo en algún libro de texto escolar. Al final todo me parecería un simple catetada de no ser porque a toda esta panda de indocumentados les pagamos entre todos (porque, como Rómulo y Remo, lo de mamar de la teta se les da muy bien).

Eso sí, hay que reconocerles tres méritos: imaginación a raudales, cero vergüenza al escarnio público y el buen rato que he pasado hoy escribiendo esta columna en la que, queda claro, que Teruel tiene origen catalán. Esto promete.