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Tomás, una y no más Tomás, una y no más

Tomás, una y no más

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Javier Silvestre

No me imaginaba que mi último artículo tuviera tanta efectividad (o fuese tan premonitorio). Tras afearte en mi columna semanal del DdT que hubieses votado a favor de prácticamente todo lo que el Gobierno de Pedro Sánchez te había puesto por delante, esta semana has dado un golpe en la mesa y has votado “no”. Habrá quien considere que es demasiado tarde, que hay una estrategia electoral de cara a las municipales y autonómicas de mayo, o que, simplemente, se te ha caído la venda de los ojos. Pero tú, Tomás Guitarte, te has plantado ante unos presupuestos que no cumplen con las ayudas prometidas para Teruel y -para mí, lo más importante- decías “no” a derogar un delito que dejará impune a delincuentes independentistas condenados en firme por la Justicia.

A nadie se le escapa la estrategia del PSOE: cortarle el grifo a Teruel Existe de cara a las elecciones de mayo. No sea que Aragón Existe vaya a ser decisivo y ponga a Lambán de patitas en la calle tras ocho años en el cargo. En el PP lo saben y ya os ponen ojitos, tanto en Zaragoza como en Madrid, para que vayáis de la mano para que amplíen las ayudas por trabajador en las zonas despobladas que permite Europa pero que Sánchez ha preferido reducir a la mínima expresión. Cuidado con los matrimonios por interés, que suelen salir mal.

La España Vaciada, que desde ayer cuenta con su propia formación política, tiene que ser esa bisagra que acabe con el vergonzante trato de favor que se le ha dado históricamente a los partidos nacionalistas. Si ERC, Junts, PNV, Bildu, Coalición Canaria y BNG se aprovechan del sistema electoral, toca hacer lo propio y crear una candidatura que permita a todos los que vivimos lejos de nuestra amada tierra vaciada sumarnos alzar nuestra voz. Las elecciones autonómicas serán decisivas para saber hasta qué punto la fuerza de una formación política transversal puede cambiar el rumbo de este maltrato constante. Y Aragón será el laboratorio de pruebas de cara a las generales que se celebrarán de aquí a un año.

Pero me reafirmo en extremar las precauciones. La ideología no puede anteponerse al pragmatismo, al motivo por el que la gente pueda volver a depositar la confianza en vosotros, pese al enésimo desencanto. No es labor fácil y menos aún si está en vuestra mano derogar un delito, volver a tipificarlo como tal o reformar el sistema educativo, por poner un ejemplo. La picaresca política que todo lo emponzoña sabe cómo colar cualquier barbaridad en el proyecto de ley más inocente. Si ahora vais a ser un partido político os teneis que poner las pilas: toca profesionalizaros, echarle horas y formarse como si de una oposición a la judicatura se tratase. Esto no es un juego y los contrincantes que saben lo peligroso que es que la España Vaciada sea decisiva (porque se les acaba el chollo nacionalista) os van a torpedear todo lo que puedan. Esta primera legislatura en el Congreso y en el Senado os tiene que haber enseñado que la política es una guerra sin cuartel y que tenéis que ser mejores. Aferrándoos al buenismo seguiréis siendo muy simpáticos de cara a la opinión pública, pero absolutamente inútiles en cuanto a efectividad se refiere.Hay mucha gente que estos días me ha felicitado por la contundencia con la que te critiqué la semana pasada, Tomás. Otra mucha me ha puesto a parir (nada fuera de lo habitual). Pero que nadie dude que, sabiendo la complejidad que supone seguir a flote entre los tiburones del Congreso, sólo aspiro a que consigamos un trato justo para nuestra tierra.

Es lo que hizo que muchos os votasen hace tres años. No tenemos nada que perder apostando por ser decisivos en el Palacio de la Aljafería. Pero no hay que venderse a cualquier precio y, mucho menos, posicionarse en leyes con carga ideológica. Espero que hayas aprendido la lección, porque va a costar recuperar la ilusión de aquel 10N de 2019 en el que incluso me llevé Jamón de Teruel (no podía ser de otra manera) a la televisión para celebrar que los turolenses por fin íbamos a pintar algo en España. Tomás, una y no más.