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Factor humano

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Cruz Aguilar

Lo que se puede automatizar se automatizará, lo que se puede conectar, se conectará. Vamos, que el panorama laboral de los próximos años va a cambiar y mucho, según vaticinan los expertos, que tampoco es que se hayan quedado calvos de tanto pensar porque los cambios tecnológicos han sido continuos a lo largo de la historia. Adaptarse o morir planteó ya Darwin.
Pese a la importancia de la tecnificación y de estar presente en internet para vender habitaciones, una de las ideas en la que incidieron varios de los ponentes del I Congreso Mundial de Turismo Rural Sostenible que se celebró hace unos días en Mora de Rubielos fue la importancia del factor humano. Contaban, por un lado, que un recepcionista que te dé el número de la habitación no es una pieza clave en un hotel, que una máquina haría la misma función. Sin embargo, por otro, destacaban que lo que perdura de un viaje son las sensaciones y en ellas son fundamentales las personas que te atienden en cada minuto de tu estancia, el trato que te dan desde el momento en el que cruzas la puerta de un hotel hasta que te vas. 
Cuando compras un servicio o un producto se da por hecho que es de calidad y por eso es fundamental el trato que recibes a la hora de adquirirlo. Y es que en estos tiempos donde las compras se hacen con un clic es de gran relevancia apreciar al vendedor que te saca dos docenas de zapatos hasta dar con los que se ajustan mejor a tus pies, a tu bolsillo y a los 30 grados que hace fuera de la tienda. 
A la hora de ir de vacaciones este trato personalizado aún es, si cabe, más importante, porque el resumen del destino lo compone no solo lo que hayas visto, ese patrimonio que, en un principio, es el que te ha animado a desplazarte hasta allí, sino también la limpieza del lugar, el sabor de la comida y, sobre todo, lo servicial que es el camarero del restaurante o el cariño con el que trata el recepcionista a tus hijos. Esa relación, ese plus de calidad, jamás lo va a dar una máquina, que por muy eficiente que sea nunca puntuará en el apartado de sensaciones.  Aprovechémonos del –poco, porque somos pocos– valor humano que tenemos