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Carlos Pauner: "La cima es la meta, pero realmente lo importante es el camino"

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Carlos Pauner, ayer en la plaza del Torico.

Ayer volvió a Teruel el primer aragonés en coronar los 14 ochomiles del planeta. Carlos Pauner participó en un encuentro con empresarios y aficionados a la montaña para compartir sus experiencias con la charla Conquistar la Cima y un debate.

Ayer volvió a Teruel el primer aragonés en coronar los 14 ochomiles del planeta. Carlos Pauner participó en un encuentro con empresarios y aficionados a la montaña para compartir sus experiencias con la charla Conquistar la Cima y un debate. A sus 52 años, y tras haber superados algunos de los retos más complicados del alpinismo, sus ojos, la gestualidad de sus manos y el tono de sus palabras destilan un profundo amor por la tierra de Aragón, a cuya defensa se ha conjurado.

- Vuelve usted a Teruel para hablar de "Conquistar la Cima" ¿Qué cimas le quedan por conquistar?

- Afortunadamente siempre nos quedan cimas por conquistar. Imagina que se nos acabaran, que llegáramos a un punto y de repente dijéramos "y ahora qué hago". Sería un abismo debajo de los pies que no quiero ni imaginarlo. Siempre hay cimas, y además cada uno tiene las suyas. En la montaña tengo unas cimas, en la Fundación (Fundación Carlos Pauner) tengo otras, en la aviación tengo otras siempre tendré un proyecto entre manos, siempre tendré una cima conquistar. Esa es la forma de tener sueños.

- ¿Qué se aprende cuando uno alcanza (literalmente) lo más alto?

- Me quedan muchas cosas por hacer. Quizás el proyecto más vistoso y de mayor recorrido ha sido el de los 14 ochomiles pero en el que estoy ahora inmerso, las 7 Cimas, me está apasionando y estoy disfrutando con él. No soy de pensar a largo plazo, pero cuando acabe con éste, tendré otro.

Con la Fundación es otro ámbito, pero también muy apasionante. Vas viendo cómo crece y cómo es posible sacar proyectos adelante para ayudar a esas personas. Siempre tengo un motor en marcha. Además, hace años que decidí que mi vida iba a basarse en hacer los proyectos que me apasionaran. Y siempre tendré uno en la recámara.

- Hay cimas de muchos tipos… ¿Cuáles son más difíciles de conquistar?

- Las más difíciles son aquellas que nos ponen una dificultad en la que estamos menos entrenados, y son las que nos ofrecen más a cambio. Cuando nos encontramos un camino, sea el que sea, en el que encongáramos una faceta del mismo en el que no estamos duchos nos tenemos que preparar, crecer en esa faceta para conseguir lograr el proyecto. Son los más difíciles, pero también los más gratificantes.

- Y qué se aprende cuando uno alcanza, literalmente, lo más alto.

- Una cosa importante: la importancia del proyecto no está en la cima, sino todo el camino que lleva hacia ella, todo lo a que hemos tenido que aprender, las vivencias buenas y malas que hemos tenidos, cómo nos hemos llegado a conocer a nosotros mismos o a otra gente que nos ha acompañado. Y entonces te das cuenta de que la cima es la meta, pero realmente lo importante es el camino.

- Usted anda embarcado en un nuevo reto, 7 Cimas, en el que pretende ascender los techos de cada continente. ¿Cuál es el espíritu de este desafío?

- El espíritu de este proyecto es haber estado en aquellos lugares de montaña más inaccesibles de todo el mundo. Engloba montañas tan distintas como el McKinley, una montaña de hielo; o montañas en la jungla como la Pirámide de Carstensz, o el propio Everest. Es un proyecto diverso que te hace aprender cosas que no sabías, como la logística diferente en países muy distintos unos de otros .. ese es el atractivo de este proyecto: recorrer el mundo yendo a aquellos lugares de montaña más altos y más inaccesibles y aprender.

- Este reto incluye picos que usted ya ha escalado. ¿No podrían convalidárselos?

- (risas) A fecha de hoy podría convalidar algunos. De los siete, he estado en cuatro y el Everest ya lo escalé en el año 2007. Pero me planteé este proyecto como algo global. Un proyecto en el que todo lo anterior no cuenta. Es mi forma de ver la vida. Siempre queda el poso de lo ya hecho, pero no me gusta vivir de las glorias. El proyecto contempla escalar las siete y quiero escalar el Everest en el 2018.

- Entre esos techos está el Everest. Una montaña de la que usted conserva recuerdos amargos ¿Por qué revivirlos?

- Tengo una deuda personal en este macizo del Himalaya. Yo escalé los 14 ochomiles y mi planteamiento desde el principio fue escalar todas las cimas sin usar oxígeno artificial. Y de hecho así fue en todo ellos. Intenté el Everest en el 2000 sin oxígeno, lo volví a intentar en 2005 y en 2013 dio la casualidad de que cerraba el proyecto de los 14 Ochomiles con el Everest. Fui sin oxígeno, claro, y cuando estaba en plena ascensión en la mejor ventana de buen tiempo que había, al final esa ventana no fue tan buena y comprendí que en esa ocasión no iba a poder subir sin oxígeno. Ahí tenía dos posibilidades: Una, bajar e intentarlo por cuarta vez sin oxígeno, y otra la que tomé, cerrar el proyecto de los 14 aunque sea usando oxígeno en la última parte y me quito ese peso, dejando a una cuestión personal si quiero volver al Everest de nuevo para intentarlo sin oxígeno. Así que me apetece cerrar las 7Cimas en el Everest. Sería un colofón precioso acabar el proyecto subiendo el Everest sin oxígeno.

- He comentado a algunos de mis amigos montañeros esta entrevista, y se preguntan que qué opina usted de la nueva moda del alpirunning, en el que se asciende a picos extremos con el mínimo material, sin sherpas ni oxígeno. El último ejemplo lo hemos visto con el asalto de Kilian Jornet al Everest corriendo.

- Me parece algo normal dentro del mundo de la montaña. Es un mundo de disciplinas muy distintas y todas ellas están vivas y van creciendo y desarrollando. Igual que al principio el objetivo en el Himalaya era conquistar las cimas y el Everest era una cima emblemática en la que se buscaba abrir nuevas rutas. Luego, esa misma trayectoria la han llevado otros macizos. Es normal que se creen esos retos, cada uno adaptado a la disciplina que más le gusta y que los aplique a todas las montañas. Yo lo veo fenomenal, porque la montaña no es más que un terreno de juego en el que cada uno pone la aventura y las reglas del juego y los límites los pone también cada uno.

- ¿Se está perdiendo el respeto a la montaña?

- No, yo creo que personas como Kilian Jornet saben los riesgos que tiene y qué les puede costar. La preparan, se aclimatan y organizan la infraestructura en los campos base para poder alimentarse o beber agua durante el recorrido. Yo creo que no le faltan el respeto: se prueban. Y no es un proyecto fácil, y el hecho de que Kilian no lo haya conseguido demuestra que es un objetivo difícil, pero creo que está muy bien que el Himalaya siga siendo ese terreno de juego donde las aventuras pueden ser tan diversas como abrir una nueva ruta, subir un ochomil en invierno o completar un calendario como los 14 ochomiles o batir el récord de velocidad en el Everest

- ¿También los menos expertos mantienen ese respeto por las cumbres?

- La montaña pone rápidamente a cada uno en su sitio. Creo que por mucho que intenten emular a uno, sabes cuáles son tus posibilidades y el sentido común se acaba imponiendo.

Hay tres reglas básicas para acercarse al mundo de la montaña que se deben observar para evitar un final trágico: saber el grado de conocimiento de la ascensión y el grado de preparación para afrontarla; saber qué meteorología se espera, porque una montaña con mal tiempo puede ser un infierno, o ser un bonito camino en un buen día; y por último, llevar el equipamiento adecuado para esa ascensión.

- ¿Y el respeto a la palabra del montañero, se sigue valorando como antaño? Porque ha habido quien ha dudado de uno de sus ochomiles…

- Creo que eso ya es una cuestión de cada uno. Lo que no hay que olvidar es quemo es una competición. Cuando uno sube los 14 ochomiles nadie te da una medalla o una pensión vitalicia. El que está embarcado en un proyecto de subir montañas lo hace porque quiere subirlas. Puedes engañar a todo el mundo pero no a uno mismo, entonces no tiene mucho sentido. A mi no me han dolido prendas al decir que llegamos al Shisha Pangma de noche y que no estaba seguro de que fuese la cima, a pesar de que si estaba seguro que estaba muy cerca, y que con posterioridad constate por fotos que habíamos llegado hasta ese punto … Realmente no me preocupa porque conozco mi trayectoria, cómo me he dado la vuelta a cincuenta metros de una cima, cuando estaba solo y podía haber dicho que había subido, pero no voy a dejar de subir a una cima y sentir ese chorro de adrenalina y sentir ese trabajo bien hecho simplemente por anotara una cima más.

- Volviendo al Everest. Usted es el presidente de la Fundación Carlos Pauner que colabora con chicos nepalíes en su formación. ¿En qué momento decide emprender este reto solidario y qué respuesta está recibiendo?

- La Fundación tiene dos años y medio de trayectoria y no es por casualidad. Después del proyecto de los 14 ochomiles, que acabó en 2013, yo estoy centrado en el proyecto deportivo. Soy consciente de la gente a que me rodea, de las vidas de las personas de esos países pero entonces estoy con centrado en un proyecto muy difícil que tengo que sacar. En el año 2014, que es cuando creamos la Fundación, es cuando tengo ese tiempo para parar y pensar que todas esas personas (los cocineros, los sherpas, la sociedad de estos países, a incluso de la gente de Aragón que me ha apoyado, como los patrocinadores ) me siento en deuda con ellos para devolverles de alguna manera todo esos esfuerzos y todo el apoyo sin los que hubiese sido imposible subir esas cumbres. Creo que el instrumento adecuado para hacerlo es la Fundación, y empezamos trabajando en aquellos lugares que para mi han sido importantes como Pakistán y Nepal. Pero no olvido Aragón con toda esa gente que ha estado apoyándome, por eso el convenio con el Gobierno de Aragón para dar charlas motivaciones a los chavales que estamos desarrollando en esta tierra. La Fundación lo que hace es devolver esta deuda que tengo con la sociedad a través de tres vías: una, el apadrinamiento de niños en estos países en estos países; segundo, los proyecto de sensibilización de Conquistar la Cima para chavales jóvenes como el encuentro que hemos tenido en Teruel con los chavales de la Cruz Roja; y tercero intento a través del deporte poner en valor el territorio, por eso estoy presente en todos los eventos deportivos del territorio que me es posible. Creo que las tres vías son complementarias y me permiten, de acuerdo con valores como el compromiso, la confianza y la pasión, devolver a la sociedad todo lo que me ha dado y que ha hecho posible que haya subido a los 14 ochomiles.

- Usted está participando en charlas de coaching ¿Cómo se aplica su experiencia a otros ámbitos no sé si más o menos hostiles que las montañas?

- Todos los ambientes son hostiles. Las enseñanzas personales que da la gestión de equipos en situaciones tan difíciles como el Himalaya te ayudan a liderar un grupo de entre seis y quince personas en un medio totalmente hostil. De ahí se pueden sacar conclusiones que son buenas, no sol para la empresa, sino también para nuestra vida cotidiana. En estas experiencias he encontrado las claves para mantener la motivación alta en lugares donde es difícil tenerla, y la gestión de equipos que están al limite de lo que dan tanto física como psicológicamente, la gestión de las propias emociones, la gestión del éxito o del fracaso todas esas cosas son las enseñanzas que a mi el Himalaya me las ha firmado con sangres y que se pueden transferir al mundo de la empresa y a otros muchos ámbitos.

- Teruel no tiene altitudes como las que usted frecuenta. El techo de la provincia está establecido en 2.020 metros, pero ¿qué reto o qué aventura le gustaría vivir en Teruel?

- Siempre que he venido a Teruel me he sorprendido porque somos grandes desconocedores de todo lo que hay en Teruel. Cada vez que he venido a la provincia he vivido una aventura con mayúsculas, y no me refiero a una actividad de escalada o de barrancos, sino a un descubrimiento, de cómo es posible que tengamos territorio tan bello, tan armonioso y a la vez tan desconocido. Todas las aventuras que he vivido aquí, con bici de montaña, en barrancos, escalando han sido tremendas, sobre todo por la sensación de acercarme a algo desconocido y misterioso.

En Europa es muy difícil tener esa sensación de descubrir cosas nuevas. Por eso un territorio como Teruel, con unas unidades ambientales extraordinarias y con las sierras y barrancos, y caminos intransitivos, es tan impactante. Para mi, Teruel es descubrimientos, y uno de mis proyectos es conocer y dar a conocer mejor esta tierra.

- ¿En qué consiste ese proyecto turolense?

- Es un proyecto para poner en valor el territorio a través de la práctica deportiva. Es uno de los objetivos de la Fundación. En Aragón, y Teruel es una parte, tenemos un territorio que es de los mejores de Europa para la práctica del deporte en el medio natural, y esto es un valor que tenemos que dar a conocer. Es muy difícil amar lo que no se conoce, y lo primero que hay que hacer es darlo a conocer. Hay que integrar actividades deportivas que pongan en valor ese territorio, que tengan nombre, que lleguen a trascender de nuestras fronteras. Que determinado municipio no sea conocido por unas fiestas o por el jamón, sino porque haya, por ejemplo, una ruta en bicicleta extraordinaria o unas cuevas únicas para practicar espeleología o una ascensión por unos barrancos y todo ello pasa por coordinar muy bien las iniciativas privadas con las públicas para poner en valor turístico un territorio como Teruel que es único. Y no olvidemos que el 10 por ciento del PIB de Aragón es el Turismo. Tenemos que crear paquetes para que el que no es de esta tierra se entusiasme con estas propuestas, y la gente vendrá.

 

Autor: J.L.R. Teruel