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"El bajón tras la apertura de la A-23 en Calamocha se nota sobre todo de noche"

MIguela Fidalgo, en noviembre, tras recibir el premio a la trayectoria empresarial de Aragón con gusto

Miguela Fidalgo Pablo lleva toda su vida en la hostelería. Sus padres pusieron en marcha hace 52 años el Hotel Fidalgo en Calamocha, pero antes ya gestionaban una fonda en la plaza del Peirón de la localidad.

Miguela Fidalgo Pablo lleva toda su vida en la hostelería. Sus padres pusieron en marcha hace 52 años el Hotel Fidalgo en Calamocha, pero antes ya gestionaban una fonda en la plaza del Peirón de la localidad. Se crió entre fogones y ahora ha recibido el Premio Aragón con gusto por su trayectoria profesional.

- Lleva más de cinco décadas en la hostelería, ¿cómo ha cambiado el sector en este tiempo?

- Mucho, para mejor y para peor porque ha habido rachas buenas y otras malas. Cuando mis padres empezaron era un trabajo más de hacerlo uno personalmente, ahora hay más adelantos, lavadoras, secadoras, lavaplatos En la cocina ahora hay más innovación, antes hacíamos comida casera, ahora seguimos haciéndola pero amos cambiando, la hostelería es renovarse o morir y al ser una empresa familiar hay que poner mucho de tu parte.

- Ideas, esfuerzo y horas, ¿no es así?

- Sí, antes estábamos las 24 horas, ni cerrábamos por la noche, mientras estuvo mi padre nunca se cerró. Luego las cosas van cambiando, ahora la gente tampoco viaja por la noche como antes, los camiones con el tacógrafo tienen que parar sus horas y por la noche ya no circulan… También la autovía ha influido mucho. Este fue el último tramo, estaba el atasco aquí y fue un boom de mucha gente, luego notamos un bajón grandísimo pero vamos sobreviviendo. Empezamos con la ampliación de bodas y banquetes y al bajar el tráfico hicimos un salón con jardines y ahora nos dedicamos mucho a esto.

- El sector de los banquetes ahora mueve mucho, ¿no es así?

- Sí, para 2017 ya tenemos de abril a octubre todo pedido. Solo hacemos una boda al día y ya tenemos todos los sábados ocupados, dedicados en exclusiva para ellos.

- ¿Qué capacidad tienen sus salones?

- Para unas 400 personas.

- ¿La gente sigue invitando a tanta gente a las bodas?

- Los novios siguen invitando, pero la gente no responde tanto como antes. A lo mejor te piden una boda de 300 y luego se queda en 225, es el invitado el que dice que no. Todo el mundo va más o menos con un precio establecido, lo miran todo mucho. Ante era el vestido y el menú, ahora hay muchas cosas para complementar que van encareciendo y al final recortan en el menú. Nosotros damos calidad, nada de lo que se sirve es preparado, desde los cócteles y aperitivos hasta los platos.

- ¿Notaron mucho la apertura de la A-23?

- Seguimos teniendo mucha gente fija pero no es lo mismo que antes, antes había camiones a montón, ahora no paran tanto. El bajón más que por el día es por la noche, la carretera está muerta. En la época de verano hay gente que sigue entrando a tomar el cortado y almorzar, pero se nota mucho de pasar por la puerta a tenerte que desviar. Antes teníamos mucha más gente.

Calamocha era un buen punto de encuentro, a mitad de camino, pero la autovía se notó muchísimo.

- ¿Se han planteado trasladar el negocio a una vía de servicio como han hecho otros empresarios?

- Nosotros ya como que no, lo que pretendemos es jubilarnos después de toda la vida trabajando, pero nunca se puede decir no porque las cosas pueden cambiar mucho en los 5-10 años que nos quedan hasta la jubilación aunque de momento queremos mantener lo que tenemos.

- Ha habido algunos para los que la autovía fue el final de su negocio…

-Sí, la mayoría de los que había en la carretera de aquí a Teruel han cerrado, nosotros no porque es una empresa familiar y uno u otro siempre está aquí.

- ¿Continuarán con el negocio sus hijos?

- Solo hay dos que se dediquen a la hostelería, uno tiene un restaurante aparte, y mi hija Patricia que sí se dedica a los eventos con nosotros. Todos los demás aportan su granito de arena pero cada uno tiene su trabajo, aunque no se sabe las vueltas que da la vida e igual el día que nos planteemos jubilarnos ellos se plantean coger el testigo, pero de momento parece que no.

- Miguela el premio Aragón con gusto es un reconocimiento a su trayectoria, algo que siempre gusta ¿no es así?

- Sí, estoy muy contenta porque recibir un reconocimiento después de tantos años hace mucha ilusión. Todo el mundo te felicita y eso te llena mucho, que te valoren lo que has hecho durante toda tu vida.

- Usted le dedicó el premio a su madre, Pepa Pablo, la mujer que le enseñó todo.

- Sí, quería dedicárselo porque ella no ha tenido reconocimientos, nosotros sí. Tenemos la suerte de que sigue con nosotros y sigue siendo la jefa del hotel, está al tanto de todo. Ya no viene por la cocina porque tiene 99 años pero me pregunta lo que hacemos para comer, nos cuenta lo que le ponía ella… Sigue un poco ordeno y mando.

 

Autor: M. Cruz Aguilar Teruel