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El día que el turolense Bayo Marín se reencarnó en un gato negro

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Marcial Buj (a la derecha de la foto) durante la inauguración de una exposición en 1952, entre las que expuso la caricatura que hizo de Bayo Marín, a la derecha

El artista zaragozano Eduardo Laborda ha rescatado en un libro la figura del humorista gráfico Marcial Buj Luna Chas, y junto a él ha vuelto a sacar a la luz al turolense Manuel Bayo Marín. Ambos formaron parte de una generación de dibujantes que desarrollaron su trabajo en el segundo tercio del siglo pasado y que han caído en el olvido.

El artista zaragozano Eduardo Laborda ha rescatado en un libro la figura del humorista gráfico Marcial Buj Luna Chas, y junto a él ha vuelto a sacar a la luz al turolense Manuel Bayo Marín. Ambos formaron parte de una generación de dibujantes que desarrollaron su trabajo en el segundo tercio del siglo pasado y que han caído en el olvido. Laborda continúa así con su labor de rescatar a quienes pertenecieron a lo que denomina como la "edad de oro del humorismo gráfico aragonés".

Chas, de Salduba a Las Vegas es el título del libro que apareció a finales del año pasado editado por Iris Lázaro Editora en una cuidada y atractiva publicación que reúne tanto la trayectoria vital y profesional de Marcial Buj como una amplia muestra de su trabajo como dibujante y caricaturista.

"El periodista zaragozano más dicharachero del siglo XX, el amigo de Bayo Marín", así define Laborda a Chas. En las páginas de este volumen, su autor recupera nuevos materiales del dibujante turolense Manuel Bayo Marín, un referente en el uso del aerógrafo en la primera mitad del siglo pasado y rival de Chas en la prensa de la época, puesto que trabajaban en periódicos distintos, pero amigos en su vida personal.

A lo largo de las páginas de esta publicación se constata esa amistad a través de varias fotografías en las que ambos aparecen juntos y con otros amigos, y que Laborda ha recuperado ahora en los archivos de la familia de Marcial Buj. En una de ellas aparecen en un homenaje a Alberto Duce en el restaurante Borsao y en otra en el restaurante Ruiseñores en otro homenaje, en esa ocasión a Manuel del Arco con motivo de su partida a Madrid.

Los dos dibujantes aragoneses también aparecen juntos en otra instantánea tomada durante una celebración multitudinaria de la Peña Niké en el año 1943. Y en otra fotografía captada diez años antes, durante la II?República, posan juntos al lado de otros dos amigos comunes, Torres Martín y Luis Mata.

Pero entre todo el material relativo al turolense que ha recuperado Eduardo Laborda para este volumen sobresale la elegante caricatura que Chas hizo de su amigo Bayo Marín para la exposición que el primero inauguró en el Centro Mercantil de Zaragoza en el año 1952.

En esta muestra Chas presentó un centenar de caricaturas de personajes destacados de mediados de siglo, entre los que figuraban los empresarios Simón Loscertales y Victorino Zorraquino, así como la pianista Pilar Bayona, el director de orquesta Dimitry Berberoff y los dibujantes Rafael Cardona y Bayo Marín, "al que retrata con sus carteles y el inseparable cigarrillo", recuerda Laborda. Precisamente fue Bayo Marín quien diseñó el cartel anunciador de esa exposición .

El libro rescata de nuevo a estos personajes del humor gráfico en unos años en los que la prensa escrita abrió sus páginas a la ilustración y la caricatura, que se había ido incorporando desde los años veinte a los periódicos aragoneses con los avances técnicos producidos en los sistemas de impresión.

Eduardo Laborda asegura en el prólogo que el concurso convocado en 1922 por Heraldo de Aragón bajo la denominación Caricaturas, monos y apuntes del natural puede considerarse como el inicio de aquella edad de oro del humorismo gráfico aragonés que se caracterizó por ser un "periodo de ingenio excepcional en el que brillaron con luz propia los nombres de Manolo del Arco (Zaragoza, 1909-Barcelona, 1971), Manuel Bayo Marín (Teruel, 1908-Zaragoza, 1953) y Marcial Buj Chas (Zaragoza, 1909-1959)".

Generación extraordinaria

Cuenta el autor que la posterior aparición del periódico La Voz de Aragón contribuiría a "la proyección de esta generación de extraordinarios dibujantes que con sus chistes, ilustraciones y caricaturas provocarán la sonrisa no solo de los lectores de la prensa local sino de publicaciones de ámbito nacional como Crónica, Cinegramas, ABC o La Vanguardia".

A juicio de Laborda, el dibujo humorístico vinculado a la prensa es "una de las manifestaciones más interesantes, y lamentablemente menos valoradas dentro de las artes plásticas". Y en la Zaragoza de la primera mitad del siglo XX dibujantes como los citados Bayo Marín, Marcial Buj y Manolo del Arco figuraron entre los que más proyección tuvieron.

A ellos se refiere el autor como una "dicharachera cofradía", todos ellos nacidos en fechas cercanas a la Exposición Hispanofrancesa, que "compartieron amistad y sueños en un ambiente bohemio", no exento de dificultades durante la dictadura.

Todos compartieron también el hecho de haber tenido su bautismo periodístico en el Heraldo de Aragón antes de acabar en otros medios, con excepción de Marcial Buj, que sería siempre fiel a ese diario y en el que popularizaría su seudónimo de Chas.

"Caricaturista, pintor, autor de teatro para niños, viñetista y reportero, Chas fue el periodista más popular de la prensa aragonesa durante el segundo tercio del siglo XX; mas, como sucediera con su rival y gran amigo -el turolense Manuel Bayo Marín- tras la muerte, su figura se desvaneció en el olvido", cuenta Laborda, quien precisa que fue esa circunstancia precisamente la que le llevó a abordar un "boceto humano y profesional", como ya hiciera con el turolense, para dibujar el perfil de este otro personaje zaragozano "ubicado entre dos santuarios de la noche como fueron el Salduba y Las Vegas, con parada en el Niké", símbolos de la vida bohemia de la capital aragonesa y lugar de encuentro de periodistas a la caza de noticias.

El entrevistador de estatuas

Eduardo Laborda ha abordado la figura de Marcial Buj tras haber recuperado antes a Bayo Marín a través de una exposición realizada en 2004 y un libro aparecido en 2010, Bayo Marín: entre luces y sombras, editado por el Instituto de Estudios Turolenses. El trabajo sobre el turolense inspiró al artista zaragozano a hacer lo propio con Chas, para lo que ha contado con el archivo del periodista, donde ha podido consultar fotos, manuscritos y dibujos originales cedidos por los sobrinos de Maruja Arnal, la esposa de este dibujante y reportero con una imaginación sin límites que entre sus series de trabajos en prensa cuenta con unas originales entrevistas a estatuas de la ciudad de Zaragoza.

El carácter dicharachero de Chas ha ayudado a Laborda a trazar su vida y obra con un "afilado lápiz negro", como él mismo reconoce, donde hay espacio para todo tipo de estilos narrativos, desde el más cercano al ensayo, el periodístico o el literario, con "algunas licencias de ficción, donde el elegante protagonista y sus cómplices se pasean azotados por el cierzo", comenta el autor.

Es dentro de esas licencias de ficción que Laborda recrea de manera genial el último encuentro entre Bayo Marín y sus amigos Marcial Buj Chas y Luis Mata, acontecido el 28 de diciembre de 1953, diez días después de haber fallecido el turolense. Los tres habían compartido muchas anécdotas y habían jaleado juntos al Zaragoza en el campo de fútbol de Torrero.

Laborda relata con un elegante estilo literario cómo los dos amigos del fallecido acudieron el Día de los Santos Inocentes al nicho 264 del cementerio de Torrero para rendir homenaje al maestro del aerógrafo, con su petaca de coñac y sus cigarrillos, y de qué forma apareció un gato negro ante ellos que se les quedó mirando "con los mismísimos ojos" de Bayo Marín. Fue el día que el turolense se reencarnó en esos gatos negros que dibujaba en vida con tanto acierto para gastar una broma a sus entrañables amigos.

El autor del libro

El autor de Chas, de Salduba a Las Vegas, Eduardo Laborda Gil, es un destacado pintor zaragozano nacido en 1952 que cuenta en su haber con numerosos premios, pero sobre todo con el reconocimiento y admiración de quienes ven en él el compromiso del artista con su tiempo, y que tan pronto está pintando, escribiendo o haciendo una película, como rescatando cosas del olvido cual celoso guardián que es del tiempo pasado y cazador de historias entrañables.

Autor:F.J.M. Teruel