

En primer plano, el carpintero
El Parque Arqueológico de El Cabo de Andorra cuenta desde este fin de semana con un horno que contribuirá a dinamizar el monte de San Macario. Tras ser construido el sábado por el ceramista y arqueólogo Javier Fanlo, el domingo coció sus primeras piezas en el marco de las jornada de puertas abiertas organizadas por los voluntarios del poblado íbero que participan también activamente en la feria íbera Lakuerter.
Las jornadas de puertas abiertas se celebran desde 2015 en el mes de junio. Se trata de poner en valor este yacimiento, del siglo V a.C., que fue trasladado piedra a piedra desde la mina a cielo abierto en la que fue descubierto hace dos décadas.
El Cabo está integrado desde hace unos años en la asociación internacional Arqueología Experimental (Eixarc), que en todo el mundo aglutina alrededor de 300 museos arqueológicos al aire libre de todas las épocas (romanos, medievales, vikingos, prehistóricos...). Esta disciplina académica trata de reconstruir el uso y el modo de obtención de herramientas y útiles fabricados por el hombre en tiempos pretéritos, algo de lo que se encarga este grupo de voluntarios con pasión.
“Tenemos un grupo de trabajo que nos encargamos del mantenimiento. Recientemente hemos arreglado la puerta de entrada y fines de semana como este tratamos de darle vida, como si estuviera habitado”, explicó el portavoz del grupo, Emilio Gracia.
“Hacer arqueología experimental es una cosa muy seria, pero se empieza por aprender el oficio”, manifestaba ayer Fanlo mientras terminaba su horno, en el que asegura que se podrán cocer piezas cerámicas a 950 grados de temperatura.
Hoy enseñará a los voluntarios a cocer para que adquieran nociones y se las puedan trasladar a los visitantes. “Cuando viene un autobús de visita llamamos a la gente y acudimos los que podemos”, explicó Gracia.
El horno funciona con leña. Abajo está la caldera y sobre ella hay unas parrillas sobre las que se colocan las piezas. No está tapado, aunque sí se colocan unas capas de cerámica ya cocidas que hacen de bóveda.
“Si siguen haciendo cosas de este tipo el parque será muy interesante porque de alguna manera se representan los oficios del mundo ibérico”, resaltó Fanlo, quien remarcó que es importante el aprendizaje.
Recreación de oficios
Voluntarios y visitantes -algunos pertrechados con paraguas para protegerse del sol- desafiaron a la ola de calor para disfrutar de las jornadas de puertas abiertas. La entrada era gratuita y se realizaron distintas actividades, como talleres para niños y adultos y demostraciones de oficios tradicionales que ya existían en época íbera, como la fragua, el telar, la molienda de cereales o la fabricación de adobes. Algunos son más esotéricos, como las curanderas o el chamán.
Bajando desde el edificio que pronto debería acoger el centro de visitantes de El Cabo, uno se encontraba con Vilun y sus hijos Alan e Irene. Se encargan de la fragua. “Los íberos quemaban carbón y madera y, con unos fuelles muy simples, ponían las brasas al rojo vivo para poder moldear el metal”, explicó Vilun, que mostraba las falcatas, puntas de lanza, grebas (espinilleras de batalla), escudos o petos que han elaborado con el tiempo.
A las puertas del yacimiento estaban los guerrilleros, que si te veían cara de enemigo te acercaban la lanza al pecho. A la base del poblado se encuentra el recién creado horno. De puertas adentro, estaba el carpintero y las ceramistas, así como la casa del chamán.
Más arriba estaban las curanderas, pertenecientes al grupo de medio ambiente del Centro de Estudios Ambientales Ítaca de Andorra. “Tenemos una representación de todas las hierbas más características de la zona en seco, y hemos hecho diferentes infusiones de tomillo, romero, espliego o té de roca” que servían frías o calientes, a elección del consumidor.
Gracia agradeció la colaboración del Ayuntamiento, al que le acaban de pedir que arregle uno de los muros del poblado que los voluntarios no pueden restaurar porque está en un sitio peligroso y requiere del trabajo de unos profesionales.
El parque arqueológico puede visitarse todos los fines de semana, aunque se recomienda a los grupos que concierten cita para una mejor atención.
Voluntarios y trabajadores ansían el centro de visitantes
La puesta en marcha del centro de visitantes del Parque Arqueológico de El Cabo es el sueño de las guías turísticas y el grupo de voluntarios que representan los oficios antiguos. “El valor añadido sería mucho mayor”, aseguró Gracia.
El Ayuntamiento está por la labor de musealizar el edificio y dotarle de vida para que sea un referente en la Ruta Íberos en el Bajo Aragón, que en repetidas ocasiones ha instado al Consistorio a aprovechar las ventajas didácticas que ofrece este yacimiento trasladado.
“Al no estar en su lugar original, permite hacer arqueología experimental”, resaltó una de las dos guías turísticas de Andorra, Ana Lucientes, quien mantiene la esperanza de que, después de “muchísimos años esperándolo”, la apertura del centro de visitantes sea una realidad lo antes posible. “Tal y como está la situación de Andorra, con la central térmica y todo, sería un plus para atraer turismo a Andorra”, aseveró.
El concejal delegado de Turismo, Marco Negredo, reconocía que El Cabo es “único en Europa”, por lo que se comprometió a “dinamizarlo”.
Para musealizar el centro de visitantes son necesarios alrededor de 300.000 euros. Después de que la Mesa de la Minería de Aragón no lo considerara demasiado prioritario (ocupó el puesto 20º de un total de 46 para poder optar a fondos Miner), los esfuerzos de Negredo se centrarán en el Fondo de Inversiones de Teruel (Fite). Ya se ha reunido varias veces con el consejero de Vertebración Territorial, José Luis Soro, y con la directora general de Turismo, Marisa Romero, que según el concejal se han mostrado interesados.