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Hemeroteca: Javier Solana inauguró hace tres décadas el Museo de Teruel, con un siglo de retraso

Parece que siempre ha estado ahí, presidiendo la plaza de la Marquesa como una ventana abierta a un orgulloso pasado de larga historia, pero el Museo de Teruel que hoy conocemos abrió sus puertas hace apenas treinta años, gracias al apoyo del Gobierno central y siempre de la Diputación de Teruel, y con más de un siglo de retraso. El entonces ministro socialista de Cultura, Javier Solana, visitaba Teruel para inaugurar el flamante museo en un acto en el que tuvieron más protagonismo mediático una cacerolada de estudiantes que el propio acto y el contenido del centro, y con algunas polémicas políticas a cuenta de la financiación.

El ministro de Cultura y portavoz del Gobierno, Javier Solana, inauguró ayer el Museo provincial instalado en la Casa de la Comunidad con el ruido de fondo de las cazuelas de los estudiantes del Colegio Universitario de Teruel (CUT) explicaba este periódico en su portada del 3 de marzo de 1987.

El ruido de las cacerolas se prolongó durante las dos horas de la visita, cuenta la crónica, y eso a pesar de que el ministro atendió a los estudiantes que le entregaron sus peticiones por escrito: El ministro aceptó el comunicado y pidió a la representación estudiantil que en justa correspondencia se terminase la cacerolada. Al minuto, los universitarios turolenses hicieron más potente su protesta.

Los estudiantes protestaban por los borradores de la Reforma Universitaria, que prevé según los estudiantes, la desaparición?“prácticamente” del CUT, además de reclamar una mayor financiación pública para la Universidad y la petición de los proyectos de reforma de Enseñanzas Medias. Además, querían llamar la atención sobre “el estado lamentable en que se encuentra la provincia de Teruel”.

Solana mostró “gran interés por el Museo” en aquella visita con la que se hacía visible el “apoyo fundamental” del Ministerio para que culminara el proyecto del centro expositivo, tal y como recuerda ahora el entonces conservador del Museo y actual director, Jaime Vicente Redón.

A la polémica estudiantil se suma la política, como recuerda Vicente. Y es que en la inauguración participaba también el presidente de Aragón, Santiago Marraco, además del presidente de la Diputación de Teruel, Isidoro Esteban, que a la cabeza de la institución fue el responsable de este último impulso al Museo. “El Gobierno de Aragón quería adjudicarse el mérito del museo diciendo que estaba en la red de museos” recuerda Vicente Redón, pero la realidad es que no habían apoyado el proyecto ni antes ni entonces. Además de Solana, Vicente Redón destaca otro nombre propio en aquel momento, el de Manuel Berges, natural de Santa Eulalia y subdirector general de Museos que fue un gran apoyo en aquellos años de comienzos.

Preparativos

La apertura del Museo se preparó durante dos años, después de que en 1985 se cerraran las salas expositivas que mostraban colecciones en varios lugares de la ciudad, para preparar el material para el futuro museo, que se ubicaría en la Casa de la Comunidad que la Diputación había comprado años antes para ello.

La restauración del edificio se extendió prácticamente durante diez años, desde 1974 hasta 1985, con aportación sobre todo del Ministerio de Cultura:?“Los trabajos se fueron realizando poco a poco, con muchas fases y poco dinero” recuerda Vicente.  Con la inauguración Teruel tuvo por fin un Museo provincial y culminó un proceso que en España había comenzado en 1867, con un Decreto estatal por el que se creaba el Museo Arqueológico Nacional y por extensión los museos arqueológicos provinciales. “Teníamos que estar celebrando casi el 150 aniversario ahora” apunta Vicente.

La historia del centro está ligada a la Diputación y cargada de nombres propios

El repaso por la historia del Museo de Teruel deja nombres propios que hicieron una gran labor, cada uno desde su responsabilidad, para conseguir que la provincia tuviera su propio Museo, como muchas otras lo tuvieron antes. Así, para explicar la historia del Museo hay que remontarse al decreto nacional que ordenaba la creación de los museos arqueológicos en toda España, en 1867, y la carta que la Academia de Historia envió a la Diputación instándole a que destinara dinero a ello: “Ahí está la primera vinculación de la Diputación con el museo” explica Vicente de una institución que es la que siempre ha estado detrás.

En la Miscelánea Turolense de Domingo Gascón, el regeneracionista turolense propone recibir donaciones de objetos para crear la primera colección, a la postre 283 objetos de los que él mismo decía: “No merecen ni con mucho el nombre de museo” aunque lo recogido en esta “primera iniciativa turolense seria” de museo, como la califica Jaime Vicente, acabó perdiéndose.

En aquella época había algunas excavaciones arqueológicas pero los fondos encontrados acababan en museos de Cataluña, Madrid o Zaragoza.

En 1938 se crea el Patronato Provincial para el Fomento de las Bibliotecas, Archivos y Museos Arqueológicos, que debía impulsar estos espacios, pero los tiempos bélicos no eran los mejores para la cultura. Así y todo, en 1942, en plena posguerra y con la ciudad por reconstruir, se toma la decisión de construir el Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos (actual biblioteca municipal), una obra que se demora mucho en el tiempo. En este contexto, Jaime Caruana es nombrado archivero y bibliotecario municipal por la Diputación de Teruel, con lo que la institución ya se pone al frente de la iniciativa. Y al mismo tiempo, en el Instituto de Estudios Turolenses se crea una sección de investigaciones arqueológicas. Caruana se desvincula en 1947 tras algunos esfuerzos por conseguir colecciones y agilizar la construcción del palacio.

El impulso, continúa Jaime Vicente, llega con el nombramiento del turolense Martín Almagro como director del Museo Arqueológico de Barcelona y luego profesor universitario, que fomenta los trabajos arqueológicos, también como presidente del Instituto de Estudios Turolenses. “Es una figura clave, porque tiene un criterio un poco más moderno de trabajo”, destaca Jaime Vicente.

El Palacio se terminó de construir en 1948 pero el Museo no ocupó espacios allí hasta 1959.

En 1955 la Diputación crea el Servicio Provincial de Arqueología y con el IET hay un “trasvase de tareas” a la hora de realizar excavaciones y trabajaron para evitar que las colecciones fueran a otros museos.

En 1956 llega Purificación Atrián al Museo como conservadora, que luego se convertiría en directora del Museo y viviría el periplo de fondos por almacenes hasta que en 1959 se inaugura una sala de exposiciones en el Palacio en torno a la arqueología. Al mismo tiempo se puso en marcha un pequeño almacén y taller de restauración, “ya había una mínima infraestructura museística”, que creció con una segunda sala de cerámica y otra en la que se desglosaba la arqueología de la cultura romana.

“A partir de 1959 el museo ya va creciendo” explica Vicente, aunque todavía el personal era escaso: la directora, ordenanzas para vigilar las casas y contratos de restauradores puntuales. En 1977 se crea la sección de etnografía en los bajos de la Diputación de Teruel  y en 1983 se pone en marcha el Museo del Juguete en el torreón Ambeles.

Antes, en 1981 el Museo de Teruel se había integrado en el Patronato Nacional de Museos y en 1983 se produce un cambio sustancial, con Román Alcalá como presidente de la Diputación. Se crea el Servicio de Museos Provinciales en la Diputación, con la idea también de gestionar otros centros en la provincia, y se dio un impulso con la contratación de personal. “Hay un cambio de mentalidad con la incorporación de nuevas generaciones, otros planteamientos y otras formas de trabajar” cuenta el director, que se incorporó entonces como conservador a la plantilla del museo junto a Carmen Escriche. Ana Isabel Herce como ayudante de museo o Miguel Hernández como restaurador entraron a formar parte también de la plantilla.

A ellos los tocó el ingente trabajo de preparar todo el material para abrir el museo, desde 1985 hasta 1987. Un trabajo que Jaime Vicente recuerda como “muy intenso y muy grato”, con más tareas de bricolaje que ahora porque “hasta los letreros cortando tablillas los hacíamos nosotros”.

Tras la inauguración llegaría la nueva etapa del museo, con Jaime Vicente al frente desde 1990 cuando se potenciaron las actividades en la calle, y se dio un impulso al arte contemporáneo, de la que hasta entonces no había colección. En esta nueva década se incorpora una nueva restauradora, Beatriz Ezquerra, y el Museo puede trabajar con más previsión puesto que gestiona su propio presupuesto dentro de la Diputación.?“Llegó un momento que era necesario crecer” apunta Jaime Vicente, porque faltaban salas para el arte contemporáneo, para actividades, para laboratorio y para almacenes. Las propuestas de ampliación pasan por los edificios de alrededor pero, con el proyecto redactado en 2011, la ampliación se paraliza porque el Gobierno de Aragón no dispone presupuesto para las obras. Se acomete entonces una modernización del actual museo gracias a una partida del Ministerio de Cultura, con apoyo de la Diputación, “se le da la vuelta al edificio de arriba a abajo” que concluye en 2013.

La “guinda” a este proceso de renovación es la construcción de los nuevos almacenes, con Carmen Pobo como presidenta de la Diputación, y ahora el Museo, convertido en un referente de visitantes en Teruel, está pendiente de que vayan concluyendo las obras de las distintas fases para la ampliación.

El siguiente reto para quien le suceda, asegura Vicente, “poner en marcha secciones del Museo en otros lugares de la provincia en los que hay colecciones”.