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La hemeroteca: La casa de Nogueruelas que ocultaba 600 millones de la mayor red de narcotráfico de España

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La mayor banda de narcotraficantes de España ocultaba más de 600 millones en una casa de Nogueruelas titulaba el periódico del domingo 14 de enero de 2001 en su noticia de apertura. Saltaba así a la actualidad nacional este pequeño municipio de la Sierra de Gúdar que, de repente, se vio inundado por periodistas de todo el país interesados por saber detalles de ese capo que había escondido en su bodega, entre su valiosa colección de vino, toda una fortuna.

La información de aquel enero de 2001, firmada por la periodista Eva Ron, tenía varios récords: era la mayor banda de narcotraficantes de España desarticulada hasta ese momento y el dinero, la mayor cantidad en metálico incautada en España hasta entonces en una operación de ese tipo, tal y como destacaba entonces el director general de la Policía, Juan Cotino.

El responsable policial compareció en Vinaroz (Castellón) para dar los detalles de la Operación Altamira donde hallaron 1.000 kilos de cocaína, en un almacén industrial de esta localidad desde donde hacían la distribución en España de la droga llegada de Colombia.

La noticia sorprendió a los vecinos de Nogueruelas, que jamás sospecharon las supuestas actividades ilegales de las personas que habían adquirido la casa en el mes de octubre anterior, la número 5 de la calle Crucica, junto a la carretera.

En Nogueruelas apenas sabían nada de ellos y no se enteraron de la operación policial. Solo un vecino dijo haber visto cuatro coches aparcados junto a la casa en la noche del viernes, que podrían ser vehículos policiales camuflados, continuaba la crónica.

El dueño de la casa era Antonio Manuel Baselga Izquierdo, con apellidos que no sonaban nada extraños en aquella zona puesto que su padre era oriundo de la cercana localidad de Rubielos de Mora, aunque no tenía relación con ese pueblo. Así y todo, desde hacía unos años alquilaba una casa en Valdelinares para pasar días con la familia y cuando se les quedó pequeña, decidieron comprar la de Nogueruelas al ver que estaba en venta. O así lo contaron a sus vecinos.

Antonio era, junto al colombiano Henry H.V. detenido en Alicante, el cabecilla de la red, y fue detenido en su casa familiar en Alhaurín de la Torre (Málaga) junto con su compañera Mª Ángeles. Su presunto papel en la banda consistía en organizar los envíos de droga a España camuflada en contenedores de mercancías legales, así como el pago de su importe en dinero, que se enviaba a Colombia por vía aérea en latas de conserva selladas, recogía el texto periodístico.

Escondido en frigoríficos

El dinero estaba escondido en la bodega donde la policía encontró numerosos fajos de billetes envueltos en celofán y apilados en el interior de dos frigoríficos industriales, por un valor global de 607 millones de pesetas. En concreto, la Policía halló 53.585 dólares estadounidenses, 264.500 marcos alemanes y 39,6 millones de pesetas, junto a un centenar de teléfonos móviles.

Uno de los vecinos que residía frente a la casa, Francisco Arcusa, relataba entonces su sorpresa porque “lo que menos te esperas es que en tu pueblo haya algo como esto”. Aunque otro vecino, Vicente, añadía que “venían muchos coches con matrículas de Málaga, Castellón, Barcelona y Teruel”, aunque esto no les hizo sospechar.

La familia de Vicente utilizaba como cochera dependencias de la casa usada por los narcotraficantes hasta que en octubre la adquirió Antonio Baselga, que acudía al pueblo junto a varias familias. “Tenían un aspecto normal y eran muy educados. Les pedimos permiso para seguir usando la cochera, pagando lo que fuera, pero nos dijeron: “Somos tantos, que aunque quisiéramos, no podríamos” dijo Vicente.

Y de eso dieron fe los vecinos porque, sobre todo en los puentes y festivos, los vecinos contaron hasta once niños acompañados de hombres y mujeres.

Recordaba la crónica de aquel domingo que habitualmente la vivienda estaba habitada por "un joven de entre 25 y 30 años con aspecto sudamericano. Tanto el dueño de la casa como el joven acudían con frecuencia al bar del Hostal Casa Grande, donde ayer (por el 13 de enero de 2001) los clientes no salían de su asombro.

La casa contaba con cámaras y sistemas de seguridad, algo que la familia justificó diciendo, según recogía la crónica del 16 de enero de 2001, alguien había entrado en la casa y que temían un posible robo.

Vuelta por San Antón

El alcalde de Nogueruelas entonces, José Baselga, explicaba al periódico que el narcotraficante le había dicho que pensaban volver para San Antón. El primer edil contó que conoció a Antonio Baselga las pasadas navidades, cuando acudió al pueblo con tres o cuatro familias. Como la mayoría de los vecinos, salieron a la plaza para tomar las uvas y unas copas de cava en el hostal, donde adquirieron todos los décimos de lotería a la venta, por 30.000 pesetas.

El alcalde se quejaba entonces de que no había sido informado de la operación policial y destacaba además que ningún vecino del pueblo tenía relación con la trama.

Sin rastro de la historia

La famosa casa fue sacada posteriormente a subasta por el Juzgado como es habitual entre los bienes decomisados en estas operaciones tras un tiempo. Tal y como cuenta el alcalde actual, Marcos Benages, fue adquirida por una persona que la transformó en un pequeño hostal, y ya nada queda de aquella historia.

La cocaína se camuflaba en granulado de pómez

La red desarticulada importaba distintas mercancías legales procedentes de Sudamérica, entre las que ocultaban importantes cantidades de cocaína y cuyo destino final era el puerto de Barcelona. La cocaína, transportada en contenedores y camuflada en un producto conocido como granulado de pómez, estaba dispuesta para su transformación en clorhidrato de cocaína y su posterior distribución por distintas comunidades autónomas, según explicaba el periódico. La organización para importar la droga echaba mano de un entramado empresarial: Para la importación de los contenedores y el blanqueo posterior del dinero procedente de la venta de la cocaína, la organización puso en funcionamiento un entramado de empresas y sociedades interpuestas para dar cobertura legal a estas actividades y contaba con los servicios de un agente de aduanas, residente en Barcelona.

La policía detuvo en un primer momento a 22 individuos, 7 de ellos españoles, 9 ecuatorianos y 6 colombianos. Además de los 1.000 kilogramos de cocaína base intervenidos en Vinaroz, también incautaron los 1.600 sacos de granulado de pómez en los que estaban ocultos. Dentro de la misma operación, en noviembre las autoridades colombianas habían intervenido 1.100 kilos de cocaína base en el puerto de Barranquilla, oculta en sacos de resina de pino y pieles.

La droga se transportaba en furgoneta hasta diversos puntos de España para su venta minorista, y se calculó que, con la desarticulación, se sacaron del mercado 28 millones de dosis y 6.000 millones de pesetas de beneficio.