Desde que los telespectadores acogieron con entusiasmo a Isabel, la serie de época de TVE, las cadenas generalistas han apostado en diferentes ocasiones por la ficción ambientada en momentos concretos de la historia. A la pública le funcionó también muy bien la monarquía inglesa: la primera temporada de la serie norteamericana Los Tudor se estrenó en España con éxito de audiencia. Otro exitazo histórico lo cosechó Cuatro con la emisión de la adaptación televisiva de Los pilares de la tierra. Son producciones extranjeras en un nivel muy distinto respecto a las series de época que se realizan en España por su presupuesto. Porque aunque el dinero no lo es todo en el proceso creativo, recrear una época y sus acontecimientos con propiedad no es precisamente barato. En el biopic sobre la Reina Católica se destacó el exquisito trabajo de sus actores, los guiones o la labor de vestuario. Pero es cierto que, aparte de algunos planos fijos de ciudades o escenas, la mayor parte de la acción se desarrolla en los mismos decorados de cartón piedra o en pequeños encuadres en el exterior, obviando en lo posible batallas o gentíos. Pese a todo, tanto aquella serie como su sucesora, Carlos Emperador, supieron sortear con solvencia sus limitaciones económicas.
Las producciones que quieren ser lo que no pueden
Cuando se intenta crear una serie histórica o ambientada en una época distinta a la actual sin el presupuesto adecuado, se corre el riesgo de hacer el ridículo. Los operadores de televisión negocian “a cara de perro” con las productoras, que buscan todo tipo de estrategias para trabajar atendiendo a las exigencias monetarias. De ahí que lo habitual sea, a la hora de escribir un guión, reducir el número de escenas de exteriores o aprovechar al máximo los decorados. El dinero se impone sobre la creatividad o, mejor dicho, la creatividad se adapta al presupuesto. Lo más gracioso es que los directivos de televisión piden tener la versión española de Juego de Tronos con un cuarto del dinero que cuesta la producción norteamericana. De hecho, el desarrollo de la tecnología y la mayor posibilidad de crear imágenes con infografía está consiguiendo, incluso, reducir cada vez más los presupuestos. Como si hacer esto con calidad no costara dinero. Y al final, la escasez se nota en series que pretenden ser ambiciosas y muestran todas sus miserias. Le pasa a la serie de La 1 Al final del camino, que se queda a mitad en su intención de hacernos creer que estamos viendo el origen de Santiago de Compostela.
Cuando las series costaban lo que debían
Durante unos años, cuando TVE seguía siendo todopoderosa, el dinero se puso al servicio de grandes proyectos de ficción. La más ambiciosa de las producciones fue una adaptación de El Quijote, con Fernando Rey y Alfredo Landa, a la que se achacaron fallos creativos, que no de producción. Además, no pierden vigencia producciones como Los jinetes del Alba o La forja de un rebelde, que aún se pueden ver en la página web del ente público. Entonces primaban los escenarios naturales sobre los decorados y no se temía a las grandes escenas de plano abierto sin tirar de los trucos de ordenador.