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La Plataforma en Defensa y por el Desarrollo del Ferrocarril: 20 años de lucha La Plataforma en Defensa y por el Desarrollo del Ferrocarril: 20 años de lucha
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La Plataforma en Defensa y por el Desarrollo del Ferrocarril: 20 años de lucha

“Que nadie olvide que los políticos tienen el poder de decidir el futuro de la sociedad”. La sentencia no ha perdido ninguna vigencia 20 años después de ser pronunciada, especialmente cuando recordamos que fue dicha por un trabajador ferroviario en la estación de Teruel. Andrés Varela miraba a cámara con determinación en la imagen que ilustraba su entrevista en este periódico, a pocos días de que se constituyera la Plataforma en Defensa y por el Desarrollo del Ferrocarril. Con diez años en el Comité de Empresa de Renfe a sus espaldas, se convirtió en el coordinador de esta plataforma que conseguiría congregar muchos apoyos pero sobre todo, elevó el problema del tren a preocupación institucional y ciudadana.

Varela recuerda que pasó aquellos días previos a la constitución de la plataforma, el 9 de abril de 1997, pegado al teléfono, explicándole a unos y otros que había un problema “no solo de futuro, sino del aquí y ahora” para la supervivencia del tren, recuerda Varela. El origen del problema estaba en el “contrato programa” aprobado unos años antes, en 1992, cuando Renfe catalogaba las líneas y con ello determinaba las inversiones y su futuro. La línea Sagunto – Zaragoza recibió el apellido “C” y eso implicaba que “el Gobierno central no se veía obligado a realizar inversiones en la línea, solo paliar las deficiencias importantes, sin mejorarla”, recuerda el entonces portavoz.

Y cuando habla de deficiencias recuerda descarrilamientos constantes, además de los que se arrastran hoy como la falta de electrificación y la nula política de precios y horarios que se aplica, entre otros.

Con aquel contrato-programa comenzó “el desmantelamiento de la red convencional en favor de las líneas de Alta Velocidad” algo que en opinión de Varela, fue “un error político importantísimo”.

Renfe determinó entonces que para mantener los servicios que no eran rentables desde el punto de vista económico, “no se tenía en cuenta el punto de vista social”, apostilla, se transfería la responsabilidad a las Comunidades Autónomas que debían firmaran un convenio con Renfe, con su consiguiente aporte económico.

En ese contexto el Comité de Empresa de Renfe, del que formaba parte Andrés Varela, impulsó la Plataforma llamada a  aunar voluntades en unos tiempos en los que había algún político, tal y como se recuerda en la entrevista, que llegó a decir públicamente que los turolenses habían escogido el automóvil en lugar del tren.

“Ya se habían montado en distintas provincias plataformas de este tipo, pero nosotros quisimos ir más allá y añadir a la defensa también el desarrollo” recuerda este trabajador de Renfe.

La constitución de la plataforma tuvo repercusión sobre todo en los ayuntamientos y diputaciones de la línea, así como pronunciamientos en las Cortes de Aragón, lo que obligó a que los políticos "se mojaran", algo que hasta entonces no habían hecho. Y sobre todo que los ciudadanos tomaran conciencia de un problema que iba a ir en aumento en los años siguientes:  “Fue un antes y un después en la movilización ciudadana”, sentencia el que fuera coordinador de la plataforma.

De aquellos inicios recuerda Varela: “Hicimos una barbaridad de cosas en apenas un mes, incluyendo una manifestación en Zaragoza”, a la que se desplazaron medio millar de turolenses para reivindicar ferrocarriles dignos. Y todo aquello sin Internet, ni redes sociales... “todo el día estuve pegado al teléfono, y no llamadas cortas, la gente tenía interés en conocer la situación, y nosotros teníamos mucha información”, recuerda.

Cuando se constituyó la plataforma participaron hasta 27 asociaciones entre partidos políticos, el Campus de Teruel, el Ayuntamiento y la Diputación, además de los sindicatos, los empresarios, o los vecinos: El tejido asociativo, político y social de Teruel está prácticamente en su totalidad decía Varela en aquella primera reunión.

Hubo también sonadas y criticadas ausencias como la del Gobierno de Aragón, presidido por el "popular" turolense Santiago Lanzuela. Al presidente le criticaron también que planteara las pocas posibilidades que tenía el ferrocarril de competir con la autovía, que por cierto aún tardaría años en abrirse. En una información que recogía la satisfacción de la plataforma por la movilización en Zaragoza, publicada el 25 de abril de 1997, se decía: Los integrantes de la Plataforma rechazaron estas afirmaciones y lamentaron que “Lanzuela no haya visto con claridad que el tren no tiene incompatibilidad con la carretera”, puntualizó Varela, quien invitó al presidente aragonés a “que deje de hacer demagogia” sobre el tema. Además, puntualizaban que la Plataforma no está contra la autovía, sino que “el problema es que al ferrocarril no se le está prestando la atención que debiera”.

“Hasta entonces solo se hablaba del tema con pequeñas iniciativas de CHA e Izquierda Unida” pero con el apoyo de estas asociaciones y colectivos, que llegaron a superar la treintena, la reivindicación cobró fuerza, explica ahora Varela. “La respuesta fue bastante sorprendente, no esperaba que fuera tan positiva y en tan poco tiempo” añade.

La noticia de DIARIO DE TERUEL que daba cuenta de la constitución de la Plataforma resumía la situación: El deterioro de las infraestructuras ha hecho que no se haya conseguido ninguna solución, y la Plataforma pretende acabar con esta situación y elaborar un plan de futuro, pues es significativo, por ejemplo que se desvíen trenes de mercancías por otras líneas dando un rodeo de 188 kilómetros.

Peticiones

Dentro del catálogo concreto de peticiones, la Plataforma pedía la “paralización absoluta” del convenio que Renfe y la DGA tenían que firmar por lesionar gravemente los intereses de la provincia de Teruel. Planteaban también crear foros de debate en toda la provincia en defensa del ferrocarril, implicando a responsables políticos. Y a todo ello se sumaban las reclamaciones para que se realizaran obras concretas en la línea.

El convenio entre el Gobierno de Aragón y Renfe para mantener los servicios ya nació con polémica política y con los años ha seguido llenando páginas en la prensa, muchas de ellas escenificando la crítica del “y tú más”.

Una historia de deterioro

Echando la vista atrás, Varela se muestra rotundo al afirmar que después de todos estos años el servicio ferroviario en Teruel se ha deteriorado. “Estamos arrastrando problemas de hace décadas y la situación se va agravando” con las políticas que se aplican. “Si quiero que algo se muera y no quiero matarlo porque no quiero ser el responsable, que me señalen con el dedo, lo dejo morir” y esa es la fórmula que están aplicando al tren, “no prestarle atención, darle un tratamiento paliativo pero sin hacer las inversiones necesarias”. Porque no es posible ser competitivo con los tiempos de viaje y las condiciones que se le ponen a los usuarios, recalca, como los precios que hacen que un trayecto regional sea más caro que un AVE.

“Lamentablemente el tiempo nos ha dado la razón cuando decíamos que si no se hacían las intervenciones en la línea nos veríamos abocados a ir perdiendo el ferrocarril” se lamenta Varela, y no porque no tenga posibilidades, por aquello del “somos pocos” porque estamos hablando de un tren que une Valencia y Zaragoza, que ahora deben utilizar líneas que dan un gran rodeo, recuerda.

El relato de la primera de otras muchas movilizaciones para defender el tren

El 20 de abril de 1997 medio millar de turolenses se desplazaron hasta Zaragoza para reivindicar la reapertura de la línea férrea internacional de Canfranc, y expresar su apoyo a los ferrocarriles aragoneses, “un primer paso” de las acciones de la Plataforma y un “enorme toque de atención” del que esperaban que hubiera tomado nota el Gobierno de Aragón. Así lo explicaba entonces Andrés Varela, haciendo un balance muy positivo de esta movilización de la que DIARIO DE TERUEL dio cuenta en una crónica a pie de andén.

¿Te imaginas Teruel sin tren?

Siete menos cuarto de la mañana del domingo. La estación de tren de Teruel presenta un movimiento inusual. El aparcamiento comienza a llenarse de coches. Está lloviznando, pero el mal día que está amaneciendo no parece desanimar a las cerca de trescientas personas.

El relato retrata la jornada festiva y familiar para muchos que van con sus hijos, muchos de los cuales no han viajado nunca en tren o no recuerdan la última vez que lo hicieron, pero les hace más ilusión que hacerlo en coche porque pueden jugar con otros niños por los vagones Paula, de 9 años, asegura que no se imagina Teruel sin tren.

Una manifestante, Rosa, afirma: “Si dejamos que nos quiten lo poco que tenemos, esto se quedará muerto en pocos años”. Y su amiga María Rosa relataba los problemas de la línea que hacen que no se utilice, los mismos argumentos que oiríamos si preguntáramos ahora, 20 años después. “El problema es que la vía está en muy mal estado -comenta- y entonces tardas mucho en llegar, pero ahí es donde tienen que actuar las administraciones para mejorar el servicio”.

Y encontramos otro argumento que nos suena, con el que uno de aquellos manifestantes, Pedro, azuzaba en aquella mañana de reivindicación: “Teruel fue la última capital de provincia a donde llegó el tren, y si no despertamos va a ser la primera en la que desaparezca”.