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La segunda oportunidad La segunda oportunidad
FOTO ILUSTRATIVA

La segunda oportunidad

Por Víctor M. Lacambra Gambau* Se emocionó al recordar la letra de la chica de ayer. La voz de Antonio Vega a todo volumen le hizo estremecerse en el asiento del desvencijado R-8 de su padre. Los kilómetros no cesaron de ser atravesados por los caminos, como a él le gustaba decir. Los caminos eran la excusa perfecta para escapar de la agitación cotidiana. El verde le sentaba bien. El dulce fluir de las nubes y el viento de la sierra suponía la mejor de las experiencias del verano. Frenó el vehículo. En una breve cesura del camino paró el motor del coche recalentado por la inmensidad del bochorno. Se apresuró a canturrear las últimas estrofas de la canción y se enfundó de valor para acurrucarse bajo un árbol para seguir deleitándose con los miles de sonidos del campo a su disposición. La angustia y el placer se entremezclaban en un singular y mágico mecanismo de defensa de la libertad. Viajar, aventurarse por veredas y sendas constituían su verdadero anhelo vital. Los detalles de su vida se concentraban en una concatenación de incertidumbres que quedaban resueltas con un viaje, o en su defecto, una escapada de unas horas. No conocía otra forma de tomar decisiones importantes, las que formaban parte de su acerbo personal y particular. Su existencia se podía resumir en un maravilloso viaje por la vida. Me estoy haciendo viejo viajando, pensó. Lo noto en mis huesos y en mis lágrimas. Me siento débil y sensible al observar el cielo sereno del amanecer y la estrellada noche que me atrapa con su sabiduría. Algunos de los días busco entre mis papeles aquellos vestigios de mi pasado. Mis amigos, mi familia y aquellas tiernas caricias de antaño me siguen permitiendo sentir en mi piel las mismas sensaciones que sentí siendo apenas un jovenzuelo inconsciente. He superado la fragilidad a través de mis aventuras, a lo largo y ancho de miles de kilómetros, donde no miraba las iglesias o las casas, miraba a los ojos de las personas, las interrogaba y las acababa conociendo. Me introducía en sus hogares, comía de sus platos, bebía de sus vasos y sentía el frío y el calor que aquellas personas sentían. Fui muchas cosas, viví muchas vidas, experimenté los mayores miedos, alegrías, tristezas o desgracias. Mis ojos han observado tantas historias. Así ha sido mi vida, no conozco pueblos, ni países, conozco a cientos de personas con todos sus nombres y apellidos. He sido tantas cosas que hay ocasiones que no recuerdo quien soy, ni de donde vengo ni adonde voy. Me siento solo. Apenas cae la tarde me recojo las piernas con mis brazos y gimo sin parar toda la anochecida. Estoy perdido en la inmensidad de mis arrugas. Esta noche he envejecido diez años. Observo a través del espejo desvencijado como la cruel realidad de mis células se han acelerado en apenas 8 horas. Las señales del paso del tiempo se ven reflejadas en mis ojos, las líneas de mis pómulos y los surcos de mi frente. Frente a este extraño pueblo, diversos elementos aportan novedades inesperadas. Más hoteles que casas y cientos de turistas, sin rumbo, toman posiciones frente a tu reino. Si vieras esto creo que no te iba a gustar. La barca de Gala va y viene y todos se llevan una postal, una piedra o una foto para enseñar. Estoy convencido que nadie te conoce como yo. Asustado regreso hasta el coche para alimentarme de la costa en la que griegos y romanos escenificaron su poderío. Asciendo caminando hasta Creus para respirar la fuerza de los dioses. El camino de regreso es lento y sepulcral. Se hace el silencio en la caravana de pedestales entre la que hombres y mujeres se somete a los pensamientos y a la creatividad. La cena transcurrió a un extraño ritmo. Lenta al principio y rápida al final. El aroma del vino pudo tener su influencia en su devenir. La conversación giro en torno a Balzac y Poe. Después Cioran se convirtió en el objeto de la crítica metafísica  de la literatura del siglo XX. Todos percibieron a la sensual Terpsícore tras las botellas consumidas y las decenas de copas que se hallaban sobre la mesa. Martin fue el primero que elevando su copa lanzó un discurso apocalíptico. La finitud y el delirio, en perfecta armonía, acogían sobre su manto la unidad de una identidad común. Los abucheos fueron la muestra palpable del cariz que estaba a punto de adquirir los acontecimientos. Todos se sintieron ridículos. La ensoñación etílica les hizo perder la razón. Julien siguió agazapado en su breve espacio observando tímido a la prima de Marilyn sin apenas atreverse a cruzar las miradas. Estaba sintiendo la mejor experiencia visual de su vida. Una diosa frente a sí dispuesta a adorarle si hubiera sido necesario. Su escasa capacidad de sintonizar le hizo evadirse y durante la alborotada velada la vistió, la dibujó e inmortalizó solo para él. Pensó que volvería a verla. Aquella conexión sería eterna. Se deleitó con sus ojos azules y sus perfilados labios carnosos. Se fijó especialmente en su amplia frente divina y en su larga y rubia melena. Tan solo por ver su rostro había valido la pena realizar un viaje tan penoso por carreteras estrechas y tortuosas. El destino puede ser cruel o maravilloso. Se despertó sudoroso y agitado mientras los pajarillos observaban extasiados la escena. La cruel broma de un sueño. Un sueño viajero y aventurero. Un sueño tan real como la vida misma. Se había quitado diez años de encima y sus piernas respondieron como nunca. Al llegar a casa y mirarse al espejo, vio un joven apuesto, sin arrugas y con abundante pelo. Sus ojos vigorosos sobrevolaron la habitación con cierto desdén. La vida le había regalado una segunda oportunidad. Tumbado en el sofá comenzó a soñar con los viajes que acometería en breve, sin duda, la última aventura había obrado un auténtico milagro, no solo en su cuerpo sino también en su mente. Se sentía completamente libre, liviano y, por supuesto, enamorado. *Víctor M. Lacambra Gambau (Huesca, 1969) Técnico de Turismo. Es aprendiz de muchas materias y experto en casi nada. Tímido y curioso, lleva escribiendo muchos años, pero no fue hasta el año 2013 cuando autopublicó dos poemarios Poemática de los días y las noches y Herrumbrosos deseos de vivir. En la actualidad se encuentra preparando su tercer poemario Risas, llantos y denuedos y su primera incursión en la novela, con Cristal oscuro, más bien claro.