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Lo más granado de la jota aragonesa despide a José Iranzo entre emotivas tonadas

Olivares y Del Río, en primer término, portan a hombros el féretro de Iranzo

Así lo hubiera deseado José Iranzo y así fue. Era de ley. El hombre más querido de la historia del folclore aragonés dejó el mundo terrenal entre jotas cantadas por sus discípulos y amigos que, como no podía ser de otra manera, entraron y sacaron al Pastor a hombros de la iglesia

Así lo hubiera deseado José Iranzo y así fue. Era de ley. El hombre más querido de la historia del folclore aragonés dejó el mundo terrenal entre jotas cantadas por sus discípulos y amigos que, como no podía ser de otra manera, entraron y sacaron al Pastor a hombros de la iglesia, como si quisieran ayudarle a levantar el vuelo, como su Palomica, hacia su nuevo destino.

No fue fácil ayer para Nacho del Río, Vicente Olivares, Roberto Ciria, Isidro Claver, Julio Latorre, Teodoro Biel o José Blas Rando cantar en el entierro del Pastor. La emoción traducida en llanto quebraba las gargantas ante la pérdida del buque insignia de la jota cantada a los cuatro vientos, el último trovador o el abuelo del folclore aragonés, como han definido a Iranzo tras su fallecimiento. Pero había que hacer el esfuerzo para complacer a su gran maestro. No podían despedirse de él sin rendirle ese tributo y por ello cada uno se preparó una estrofa que entonó en el momento justo.

Las primeras jotas llegaron en la iglesia, después del acto religioso por el que Iranzo recibió mil bendiciones para subir directo al Cielo cristiano, sin peajes -¿qué pecados puede tener un hombre que decía no haber discutido nunca con nadie, ni siquiera con su amada Pascuala-. Su discípulo predilecto y también pastor de profesión, Isidro Claver, paró a la comitiva de portadores encabezada por Del Río y Olivares- del féretro de Iranzo para echar la suya. "Hoy Pastor tu Palomica ha levantado su vuelo y se ha salido de España pa" estar contigo en el Cielo".

Con la iglesia abarrotada, acto seguido Latorre sacó su chorro de voz para rendir tributo al Pastor. Lo mismo hicieron Biel y el jotero local Vicente el Panollo, que se dejaron el alma frente al cuerpo de su amigo. En un acto de espontaneidad y a sus 95 años de edad, Clemente, el cuñado de Iranzo, le cantó una Palomica cargada de sentimiento.

Mientras terminaban de colocar el ataúd en el coche para trasladarlo al cementerio, Rando desafió a la lluvia, se plantó en medio de la plaza y continuó la exhibición. El coche no arrancó hasta que le dijo al tío José lo que le tenía que decir en el lenguaje que mejor conocen los dos.

Una comitiva formada por familiares, ilustres joteros, peñistas del Cachirulo local y de otros, y ciudadanos de Andorra en general siguió los pasos del coche fúnebre entre rondallas. Era el enésimo homenaje a un pastor que brilló cantando por las calles de los pueblos que querían pagarle un cordero por pasar la noche en vela rondando sin parar.

Por si fuera poco nunca lo es para los más queridos ni para los más grandes-, fue Del Río a recordar en qué faceta brillaba Iranzo: "El más grande rondador. Hasta siempre, José Iranzo. Hijo ilustre de su Andorra, gloria de nuestro Aragón", cantó el afamado jotero.

Antes de que la piel de gallina se dispusiera a recobrar su estado natural, Ciria tomó la palabra para recordar la bondad de Iranzo. "Toda tu vida has sembrado humildad y buen hacer. Siempre has sido nuestro ejemplo, mi querido José Iranzo", cantó.

"Hoy me lleno de recuerdos en este día tan triste. Pero me quedo con uno: eres ejemplo de joteros, querido José Iranzo", prosiguió Olivares, a lo que Biel cogió de nuevo carrerilla: "Aunque el día no acompaña porque llueve y hace frío, todos los que te queremos a despedirte venimos".

Antes, todos a coro, la flor y nata de la escena jotera actual había dedicado al Pastor una emotiva jota: "Vuela alto, Palomica, levanta tu vuelo al Cielo que allí ya resuena el canto del más querido jotero".

Una pareja de chicas entre las que estaba Isabel Rocatín también se sumó al homenaje con sus voces. También lo hizo el Cachirulo "José Iranzo", que llevó el féretro desde la Casa de Cultura hasta la iglesia. Un miembro de su directiva, Manolo Sánchez, cantó el Padrenuestro a Iranzo en el cementerio, donde el mito fue enterrado con la bandera de su Andorra querida.

Autor: Marcos Navarro / Andorra