

bomberos forestales
Los miembros de las cuadrillas terrestres y helitransportadas para la prevención y lucha contra incendios, colectivo que en Teruel está formado por más de 300 personas, celebran hoy el Día internacional del Bombero Forestal. Su principal reivindicación en esta jornada es la implantación de esta categoría profesional, lo que permitiría el reconocimiento de las enfermedades laborales y la regulación del acogimiento a una segunda actividad para aquellos que, por cuestiones de edad o por limitaciones físicas, no pueden o no deben intervenir en incidentes o hacerlo en primera línea.
Los más de 300 trabajadores dedicados a la prevención y lucha contra los incendios en la provincia se encuentran repartidos en 23 cuadrillas –3 helitransportadas con base en Alcorisa, Calamocha y Teruel y 21 terrestres–, 19 autobombas y 36 puestos de vigilancia. Todos ellos, al igual que sus compañeros del resto de la Comunidad Autónoma, dependen de la Sociedad Aragonesa de Gestión Agroambiental (Sarga), excepto la helitransportada de Daroca, que corresponde a Tragsa. Por otro lado, solo los componentes de la helitransportada de Alcorisa trabajan todo el año y el resto son fijos discontinuos, con contratos cuya duración varía desde los seis a los diez meses.
Actualmente, estos trabajadores no están considerados bomberos forestales, sino empleados selvícolas como peones forestales o peones especialistas (los pertenecientes a cuadrillas helitransportadas o que manejan maquinaria como motosierras y destrozadoras). Esta situación les conduce a la “precariedad” porque limita las protecciones a las que tienen acceso, según fuentes del sindicato CGT.
En este sentido, los trabajadores tienen que pasar todos los años unas pruebas físicas y médicas para poder ser contratados. En caso de no superarlas, se ven abocados a una “excelencia forzosa” durante la que no reciben prestación por desempleo ni ningún otro subsidio. “Es una situación atípica, que nos aboca a un limbo que no se da en otras profesiones”, comentaron las mismas fuentes.
Este año, se ha producido una cambio en la mutua aseguradora que ha acarreado asimismo modificaciones en las pruebas realizadas. En el primer trimestre del año, este hecho ha abocado a esta excedencia a 27 peones en toda la Comunidad Autónoma.
De igual manera, la ausencia de la figura del bombero forestal les impide reclamar como enfermedades laborales algunas de las dolencias más usuales, como los problemas musculares derivados del trabajo con la maquinaria forestal o las enfermedades provocadas por la inhalación de humo durante la extinción de incendios, señalan.
La falta de reconocimiento de la categoría laboral de bombero forestal también conduce a la falta de regulación del acceso a una segunda actividad para aquellos que, debido a su avanzada edad o a su deterioro físico, no pueden hacer frente al trabajo requerido. “Los compañeros que, por cualquier motivo, no pueden seguir el ritmo, se quedan con una mano delante y otra detrás”, apostillaron.
Recientemente, los sindicatos CSIF y Candidatura Independiente firmaron el primer convenio colectivo de la empresa pública Sarga, del que se desmarcaron CCOO y OSTA, que ha supuesto algunas mejoras pero que sigue sin establecer la categoría profesional de bombero forestal.
De igual forma, consideran que es prioritario adecuar el presupuesto destinado a la prevención y lucha contra incendios a la gran extensión de masa forestal con que cuenta la Comunidad Autónoma. En estos momentos, los trabajos se centran en la mejora de las repoblaciones forestales realizadas entre los años 50 y 70, que no habían sido tratadas.