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Romanos contra romanos, el último suspiro de la ciudad sin nombre de Azaila Romanos contra romanos, el último suspiro de la ciudad sin nombre de Azaila
Un miembro del equipo escarba tras recibir una señal del detector

Romanos contra romanos, el último suspiro de la ciudad sin nombre de Azaila

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La ciudad de Cabezo Alcalá de Azaila fue incendiada y arrasada por las legiones romanas enviadas por Pompeyo entre los años 75 y 69 antes de Cristo. La investigación que lideran los arqueólogos Francisco Romeo, Miguel Beltrán y Luis Fatás sostiene como hipótesis que la última batalla librada sobre sus calles fue el resultado de un prolongado asedio que enfrentó a romanos contra romanos durante las guerras civiles sertorianas. La ciudad entera pagó con la destrucción total su alianza con el general Sertorio -gobernador de Hispania designado por Roma que se rebeló contra el Senado-, pero sus últimos soldados se defendieron con uñas y dientes, a sangre y fuego, durante meses.

Evidencias de esa testaruda defensa de las murallas por parte de las tropas sertorianas y de los incesantes ataques que recibió la ciudad por parte de las legiones romanas las está recogiendo esta semana un equipo de trabajo dirigido por los arqueólogos arriba mencionados. Es Francisco Romeo el cabeza visible de ese trabajo de investigación. Aunque también es jefe de sección de prevención del Patrimonio Cultural de la dirección general de Cultura y Patrimonio del Gobierno de  Aragón, ésta es una investigación particular, puntualizó.

[caption id="attachment_88994" align="aligncenter" width="660"]Detección de metales en un campo cultivado, al este de Cabezo Alcalá de Azaila Detección de metales en un campo cultivado, al este de Cabezo Alcalá de Azaila[/caption]

Francisco Romeo se encuentra desde el lunes sobre los terrenos que rodean Cabezo Alcalá con un equipo de trabajo que durante esta semana recogerá todos los indicios posibles que puedan demostrar lo que desvelaron meses atrás los sistemas de teledetección y las fotografías digitales realizadas mediante vuelos con drones (parte de ellos financiados con cargo al Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón): la existencia de un campamento romano a 160 metros de las murallas, de una rampa de asalto que penetraría en el flanco más débil de la ciudad, de tres fortines y de un sistema de muros que la cercarían por el este, sur y oeste. Al norte, una concentración parcelaria ha eliminado los indicios de superficie, aunque “los análisis térmicos que estamos realizando tras los vuelos aéreos están aportando datos muy interesantes”, según el arqueólogo.

La investigación ha hecho su primera parada sobre tierra firme esta semana para recoger pruebas. Con permisos concedidos por el Gobierno de Aragón, el equipo se ha dotado de aparatos de detección de metales de baja frecuencia -entre 4 y 18 Kilohertzios- y con capacidad para descender a un máximo de 30 centímetros.

A pesar de ser ésta una zona, según Romeo, “muy expoliada”, sobre todo durante los años 70 y 80, el equipo localizó el primer día más de 20 proyectiles de onda y varios proyectiles de pila catapultaria, algunos de ellos fracturados y otros completos, lo que apunta a que atacantes y defensores “usaron el mismo tipo de armamento. Que algunas de estas piezas de material bélico hayan aparecido con la punta rota en la zona del campo este donde se está buscando -debajo del cual se localiza uno de los muros de asedio- indica que se lanzaron desde la ciudad.

Los primeros paseos con los detectores de metales permitieron también localizar “goterones de plomo en uno de los lados del muro”, prueba fehaciente de que “los proyectiles que se lanzaron contra la ciudad se fabricaron aquí, sobre el terreno, es decir, que éste fue un asedio prolongado”, argumentó el investigador.

Un asedio prolongado

[caption id="attachment_88995" align="aligncenter" width="660"]Proyectil de onda (derecha) y resto de pila catapultaria Proyectil de onda (derecha) y resto de pila catapultaria[/caption]

Con el material aparecido, el equipo de arqueólogos puede confirmar el hostigamiento a la ciudad, que fue prolongado en el tiempo y protagonizado por romanos. “Probablemente la población civil había sido evacuada”, reflexionó Romeo, quien se mostró convencido de que la última batalla que se libró en Cabezo Alcalá antes de quedar totalmente destruida por un enorme incendio fue protagonizada por “soldados profesionales”, tanto en uno como en otro bando.

El material que salga hasta el sábado, cuando está prevista la finalización de esta fase del proyecto, “se limpiará, tratará y estudiará”, a la vez que se generará “un mapa de dispersión con GPS en el que quedará situado el lugar exacto en el que ha aparecido cada una de las piezas”.?La geolocalización juega un papel fundamental, según el experto, porque puede aportar información complementaria sobre las tropas y sus movimientos.

Desde el primer momento, la tecnología digital se ha puesto al servicio de este proyecto, que se está sirviendo de los modernos  sistemas GPS, de infrarrojos, de topografía, de vuelos con drones  y de la fotografía digital de alta calidad. El estudio minucioso de toda esta información será lo que llevará a los directores del proyecto arqueológico a decidir dónde abrir y prospectar el año que viene, cuando se pasará a la fase de excavación propiamente dicha.

Los investigadores extraen el material que se detecta en aquellos campos que están cultivados (en la zona este y sur del cabezo). No obstante, en las zonas no cultivadas cambiará el método de trabajo. “Realizaremos un mapéo de dispersión, pero no sacaremos nada de lo que se localice, a la espera de que el año que viene arranque la excavación”. Así las cosas, en función de las señales que queden mapeádas se tomará la decisión de prospectar o no, explicó el investigador, quien valoró la “enorme colaboración que hemos recibido desde el Ayuntamiento de Azaila”.

La excavación comenzará en 2018 en el campamento

La excavación se llevará a cabo en 2018, cuando el proyecto cuente con financiación suficiente. Empezarán, según el arqueólogo Francisco Romeo, en la rampa de asalto y en el campamento romano, que se sospecha quedó superpuesto a una zona urbana de la ciudad o incluso a la propia necrópolis.

En cualquier caso, el experto hizo hincapié en que “no lo sabremos con seguridad hasta que no excavemos, porque se trata de un tipo de estructura inédita en la Península Ibérica para la época de la que estamos hablando” (siglo I antes de Cristo). Asimismo, dijo, el campamento “no fue una zona de hábitat, sino un lugar que ejerció de centro de mando para la organización del asedio”.

El equipo comenzará con sondeos transversales en los muros que cerraban la ciudad por el este, oeste y sur. En la parte norte se cree que los hubo, pero la concentración parcelaria habida en esa parte ha impedido, hasta el momento, concretar más información. Estas prospecciones  volverán a cubrirse. “Se trata de estructuras que son fácilmente degradables y que no se podrán dejar para la visita guiada”, según el investigador.

Con todo, las excavaciones que se realicen el año que viene deberán continuar, dada la magnitud de las estructuras localizadas (campamento, fortines, rampa de asalto y muros perimetrales. El proyecto necesitará de varias fases de intervención y se prolongará durante “cuatro o cinco años” más.