Después de 27 años asomándose por el ojo de la cerradura, los vecinos de Villahermosa pudieron ayer volver a entrar en la ermita de los santos Gervasio y Protasio, los patronos por los que sienten una gran devoción. El empeño de los vecinos –con el alcalde, José Antonio Ramo, a la cabeza–, y las subvenciones aportadas por diversas Administraciones, han hecho posible la recuperación de este edificio –que data de mediados del siglo XVIII– para el culto, pero también para usos sociales y culturales.
Ramo indicó que la reapertura de la ermita de San Gervasio y San Protasio supone “muchísimo” para los vecinos, “ya que tenemos mucha devoción por los santos”. El culto se ha mantenido y en su honor se han seguido ofreciendo novenas y entonando los gozos en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena y celebrando las fiestas patronales, que se trasladaron del 19 de junio a mediados de julio para permitir la presencia de los estudiantes y de los labradores una vez concluída la cosecha.
La devoción a estos mártires originarios de la ciudad italiana de Milán se extendía antaño a toda la contornada, llegando hasta Cariñena. Y es que a estos santos se les atribuía la propiedad de curar las hernias. Por eso, los niños más pequeños hacían la procesión desde la iglesia hasta la ermita atados con un fajín a la peana, o debajo de la misma los que pesaban más. Aunque esta tradición se perdió hace muchos años, Francisco Mainar Ramo, vecino de Villahermosa del Campo de 72 años, aunque se acuerda de ella.
Francisco espera que ahora, una vez consolidada la estructura de la ermita, las autoridades les ayuden para poder recuperar el interior del templo y devolver a su lugar altares y santos.
Alba Bailo, con 13 años, es una de las niñas del pueblo que hasta ayer no había podido ver la ermita de la que le hablaban sus abuelos. Tras hacerlo, también pensó que quedan muchas cosas por hacer, como pintarla.
Además de los vecinos de Villahermosa, ayer asistieron a la reapertura de la ermita de la localidad numerosas autoridades y, entre ellas, la consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Mayte Pérez.
En su opinión, el patrimonio eclesiástico es el más común y generalmente el de mayor valor de los pequeños municipios, incluso sentimiental, por lo que destacó la importancia de la colaboración institucional para conseguir su mantenimiento y convertirlos en lugar de encuentro y de interés turístico.
“Teruel cuenta con un gran patrimonio histórico, arquitectónico y natural, que debemos poner al servicio de las personas, que son lo más importante en una provincia con un importante problema de despoblación. Por eso, para el Gobierno de Aragón es una prioridad la recuperación de los espacios y de los servicios públicos”, argumentó. En este sentido, indicó que lo que más le gustaría sería poder volver a Villahermosa del Campo para reabrir la escuela, que recordó que fue cerrada en 1994.
Actuaciones
El proyecto para la rehabilitación fue redactado en 2014 por la arquitecta Belén Gimeno y la empresa encargada de las obras ha sido Construcciones Adán y Martín, con sede en la localidad.
Las actuaciones han sido posibles gracias a las ayudas llegadas desde el Fondo de Inversiones de Teruel (Fite); el convenio para la recuparación del patrimonio de la Diputación de Teruel, la Obra Social de Ibercaja y el Obispado de la Diócesis de Teruel y Albarracín y el propio Ayuntamiento de Villahermosa del Campo. En las últimas obras se han invertido un total de 150.000 euros.
La arquitecta explicó que en la última restauración realizada hace casi 30 años, y en la que se invirtió 11 millones de pesetas, según el alcalde, se sustituyó la cubierta por una metálica y las bóvedas y las cúpulas se encamisaron exteriormente con hormigón. Sin embargo, aquella actuación no tuvo en cuenta la causa principal del deterioro de la ermita, que es la humedad provocada por la cercanía del cauce del río Huerva, que siguió dañando los cimientos y la “modesta” construcción de tapia. “Era una ruina estructural y no se podía entrar porque había peligro físico, ya que caían cascoques”, precisó.
Por eso, en 2014 se llevó a cabo un estudio geotécnico que ha servido para acometer las distintas fases del proyecto que han culminado con la reapertura del edificio.
En estos últimos tres años, se ha llevado a cabo la consolidación estructural bajocubierta (la cúpula tiene un diámetro de 6 metros y una altura de 11) con vigas metálicas y tirantes, que han quedado prácticamente ocultos.
Además, se han llevado a cabo drenajes para evitar que la humedad siga deteriorando los cimientos, ya que algunos de los arcos presentaba numerosas grietas por esta causa.
Aunque se han recuperado las cubiertas de cal desde el arranque de las bóvedas, quedan 6 metros desde el suelo sin tratar, a la espera de nuevas subvenciones.
La arquitecta subrayó que las obras se han llevado a cabo siguiendo técnicas tradicionales y con materiales traspirables, como la cal. Añadió que, el hecho que haya sido una constructora local la encargada de las obras ha posibilitado que se hicieran “con especial cariño”.
Con la última subvención, añadió Belén Gimeno, consiguieron desmontar el andamio instalado en 2014 por la empresa Adán, que soportaba el peso del edificio y posibilitaba la entrada al mismo sin riesgo de derrumbe. Añadió que el templo destaca por su gran tamaño y su proximidad al pueblo, por lo que abogó por darle usos culturales y sociales, además de religiosos.