

José Antonio Córdoba nació en León y Clemente Alarcos en Madrid. El primero encontró una tardía vocación artística en la forja del hierro, hace unos cuatro años, que le abrió un camino hacia la expresión que está explotando de forma rica y prolija. El segundo es un pintor cuya obra refleja un peculiar mestizaje producto de múltiples influencias, de las que ha ido empapándose a lo largo de casi 30 años viviendo en lugares como Brasil, Portugal o Francia.
Por las cosas de la vida ambos han confluido en Teruel, donde están actualmente afincados, y por las cosas del arte su obra confluye en Simbiosis, una exposión que puede verse en el Museo del Azafrán de Monreal del Campo, situado en la Casa de Cultura, hasta el próximo 24 de septiembre.
Decir que Simbiosis es una exposición colectiva es técnicamente cierto pero, ni estética ni conceptualmente, se ajusta demasiado a la realidad. Córdoba expone 28 piezas escultóricas, Alarcos 17 pinturas y además hay seis obras que ambos han realizado conjuntamente, fundiendo la técnica mixta de pintura sobre piedra y forja de hierro que forman un conjunto inseparable. Las cincuenta piezas, además, se distribuyen por las tres salas sin solución de continuidad, fundidas en un conjunto que amalgaman a la perfección.
El proyecto de vincular pintura y forja en hierro rondaba por la cabeza de Clemente Alarcos desde hacía un lustro. “En Brasil quería fundir piedra pintada con ese material”, explica, “pero allí no encontraba a nadie que trabajara el hierro como Toño Córdoba”. Fue a raíz de conocerlo, en los últimos meses, y de recibir una oferta para exponer por parte del Museo del Azafrán de Monreal tras haberlo hecho en el Ayuntamiento de Santa Eulalia cuando Alarcos le ofreció a Córdoba hacer la muestra conjunta.
José Antonio Córdoba aceptó de buen grado. Esta es la segunda exposición en la que va a participar, y va a ser simbiótica como la primera, Tresartres, que pudo verse en el claustro de San Pedro en septiembre del pasado año y que también integraba tres disciplinas diferentes;?forja, ilustración y cerámica, junto a los artistas Elena Castillo y Eloy Moreno. Más allá del tópico que existe sobre el ego del artista, a Córdoba le atrae el resultado de reunir dos o más conceptos creativos. “Una exposición conjunta siempre suma”, afirma. “Yo disfruto con lo que hago, pero cuando haces un proyecto artístico con otra persona se suman cosas, se contagia la ilusión... llevar un proyecto en común es muy gratificante”.
José Antonio Córdoba asegura que “yo no tengo afán de protagonismo ni de consagrarme como nada, porque soy consciente de que hay millones de artistas mejores que yo. Así que si puedo, me gustaría exponer siempre de forma conjunta con otros artistas”. De hecho tras haber fusionado su forja con ilustración, con cerámica o con piedra pinta, ya está dándole vueltas a la idea de experimentar junto a un soplador de vidrio.
[gallery ids="88986,88987,88988,88990,88989"]Seis de las piezas principales de la exposición Simbiosis son las que, en los últimos tres meses, Clemente Alarcos y José Antonio Córdoba realizaron juntos a propósito para la muesta del Museo del Azafrán.
Una de las más llamativas es una pirámide de tres lados de forja, que a modo de péndulo sostiene una piedra pintada por ambos lados con dos rostros, de forma que puede verse por todos ellos rodeando la pieza.
Otros cuatro rostros está sostenidos por unos soportes de forja que representan hojas y motivos vegetales, una de ellas adornada por unos cuernos auténticos de cabra, y una sexta pieza está formada por dos tenedores gigantes, de más de medio metro de largo cada uno, que confluyen en su punta útil donde descansa, en precario equilibrio, un corazón.
Además de esas piezas realizadas al alimón, José Antonio Córdoba expone 28 piezas de escultura realizada en forja. Algunas de ellas son las que ya pudieron verse hace casi un año en el claustro de San Pedro, en Teruel, pero incorpora varias obras recientes, en las que Córdoba comienza a experimentar con estilos diferentes, “dejando un poco de lado el fuego y el hierro retorcido, y empleando más doblados o experimentando con chapas”, buscando nuevas estéticas y nuevas formas de expresión.
Por su parte, el pintor Clemente Alarcos ofrece 17 acrílicos y óleos sobre lienzo, realizados entre 2014, cuando el madrileño todavía residía en Brasil, y la actualidad, creadas ya en Teruel.
Son pinturas figurativas, mestizas y muy coloristas, con rasgos indigenistas evidentemente influenciados por su prolongada estancia en Brasil, y que combina acertadamente elementos de diferentes culturas.
Los ocres, amarillos y arenas de sus lienzos se funden perfectamente con el óxido del hierro forjado por Córdoba, e incluso a nivel de temperatura del color, la frialdad del metal contrasta con los rojos y anaranjados alegres, y las texturas de la piedra y el metal ofrecen una unidad que alcanza todos los sentidos, en un perfecto balance artístico. Una simbiosis, en el sentido estricto de la palabra, en el que cada elemento se nutre del resto con los que convive hasta formar uno solo.