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Lo de Ana Obregón Lo de Ana Obregón

Lo de Ana Obregón

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No me atrevo a juzgarte, Ana, tú que tuviste que despedirte de tu hijo y ahora vuelves a la vida con otro bebé en brazos. Te enjuician porque no es hija de tus entrañas y porque, rozando los setenta, una debe de prepararse para ser abuela, nunca para volver a ser madre.

Está toda España con lo tuyo, Ana. Que qué va a ser de la criatura cuando tú te mueras. Que si es inmoral e inhumano pagar para que otra mujer geste en su vientre la que ya es tu segunda hija. Que si tú deseas y don Dinero te lo da.

¿Quién soy yo para clasificarte? ¿Y quiénes son todos estos que se han lanzado a tu yugular para despellejarte? Inconsciente, mala madre, rica caprichosa. Lo mejor es que no leas nada.

Me alucina cómo la peña es capaz de compartir un dictamen sobre lo que está bien y está mal en un chasquido de dedos.

Yo me confieso ante ustedes: es un tema tan complejo, tan lleno de matices y de grises, que me alegra que haya sido la Obregón la que ha puesto encima de la mesa nacional este debate que debe tratarse con bastante más rigurosidad de lo que se ha hecho estos días.

Con tres fotos en una portada has metido con cuchillo y calzador dos asuntos de golpe en todas las casas. Uno, la gestación subrogada. Dos, la edad para criar. ¿Cuál debería ser el límite? ¿Se debe aplicar a hombres y a mujeres por igual? Porque Mick Jagger tenía 73 cuando tuvo su último hijo y Richard Gere superaba los 69. No recuerdo una polvareda similar cuando la baronesa Thyssen, más rica que tú pero igual de famosa que tú, presentó a sus gemelas con más de 60 años.

En los pasillos del Congreso escuché el miércoles a Irene Montero decir que esto es violencia contra las mujeres. Y el PP, que lleva años escaqueándose de coger este toro por los cuernos, se abre ahora a discutir sobre su regulación marcando en rojo su frontera: que la madre gestante lo haga de manera altruista. Que no haya dinero de por medio.

Hay quien ha cogido el calendario y ha echado las cuentas: si la niña ha nacido en marzo, el embarazo se gestó en junio… justo el mes ¿o fue ese día? que tu Aless hubiera alcanzado los 30 años. La vida y la muerte, el todo y la nada, la cara y la cruz, el blanco y el negro, el amor más extraordinario y el dolor más feroz e inhumano.   

No soy nadie para sentenciarte, Ana. Ni a ti ni a las mil familias españolas que cada año recurren a otro vientre para ser padres. Detrás de cada caso hay una razón y nunca diría que es un capricho. Es otra cosa, pero no un antojo. Que esta niña llega para salvarte en vida no tengo ninguna duda. Que lo tienes todo atado para el día que le faltes, tampoco.

Qué solidarios fuimos todos con tu dolor y cuánta intolerancia he leído ante tu repentina felicidad. ¿Por qué la donación de esperma y óvulos está tan aceptada y la gestación subrogada levanta esta ola de animadversión? ¿Qué daño le puedes hacer a esa cría que ya es tu hija?

España prohíbe la gestación subrogada, pero permite inscribir al bebé a su llegada al país sin ningún problema, para protegerlos y evitar así que queden sin seguridad jurídica. Basta ya de mirar hacia otro lado. Cubramos ese vacío. Abramos este melón y debatamos esta cuestión con sensatez, como adultos, y no a gritos e insultos, como un país infantilizado.

Atrevámonos a perimetrar la gestación subrogada para que sea un proceso sensato y se haga con garantías. Es la única forma que encuentro para abordar este tema con la sensatez que merece y proteger así la libertad y los derechos de todos: de los hombres y mujeres que desean ser padres y de las señoras que ceden sus vientres para gestar los hijos de otros. Y, por encima de todo, para blindar el bienestar del nuevo bebé que acaba de llegar a este mundo. Porque un nacimiento siempre, siempre debería ser un motivo de alegría.