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Barros Barros
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Juanjo Francisco
El paso este lunes por las dependencias del TS de José Luis Ábalos y Koldo García no ha deparado grandes sorpresas: el primero lo niega todo y el segundo se acoge a su derecho a no declarar. Punto y seguido.

Negar las acusaciones, bajo el argumento que sea, supongo que se debe a estrategias de las defensas que tendrán, a buen seguro, recorrido posterior. Pero, en este recorrido que están haciendo los miembros del trío Calavera (Koldo, Ábalos y Cerdán) van quedando por el camino los restos del naufragio y en Teruel conviene recordar que hay alguno. Cuando este periódico informó de las consecuencias y secuelas del paso de Ábalos por el Parador de Turismo se armó la marimorena, demasiado escandalosa para la humildad y alcance de este medio de comunicación. Mucha gente cercana que vive inmersa en la política territorial opinó y, si bien nadie puso la mano en el fuego, sí recalcó que todo invitaba a pensar que se trataba de un bulo, consideración seguidista de lo establecido por la dirección socialista para frenar la oleada de polémica.

Desde entonces hasta nuestros días creo que han quedado en evidencia todos aquellos que ningunearon unas informaciones intachables desde el punto de vista deontológico de una profesión tan denostada. De entonces a acá se sucedieron desprecios varios hacia el medio y el periodista y, comisión de investigación en el Senado mediante, alguna que otra indirecta cargada de sorna, mala leche, advertencias de malos augurios e, incluso, amagos de practicar la caza del hombre. Ahora, con los audios conocidos en los que la pareja de colegas se repartía las chicas, ya nadie recuerda lo del Parador por ser pecata minuta y simple indicio de lo que sucedería después en otros lares. Y es ahora, cuando han callado los indignaditos locales, cuando pido una sencilla reflexión: si lo contado sobre lo sucedido en Teruel ha creado una tensión doméstica que no viene a cuento detallar pero que sí les aseguro que ocurrió, no puedo imaginarme por lo que estarán pasando los profesionales de medios nacionales que lanzan exclusivas de todos conocidas. La buena información, la que bebe en fuentes de agua potable, arrastra barros que pocos conocen.