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Después Después
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Juanjo Francisco

Poco a poco está asomando cierto optimismo social sobre una limpieza paulatina de esta atmósfera asfixiante que esparce el confinamiento. Hay ganas irrefrenables de normalidad que, por ejemplo en Teruel ciudad, ya se empieza a notar sobre todo por las mañanas. Uno, que recorre un trecho hasta la sede del periódico todos los días, empieza a ver más movimiento, de coches y gentes, síntoma de afanes, no sé si fundados o no.
Parece que el día después empieza a preocupar más que el ahora mismo, con toda la carga dramática que todavía entraña (no hace mucho escuché a un responsable sanitario de Madrid que ejemplificaba su día a día: “todos las mañana afrontamos las consecuencias de la caída de un Boeing 747”, decía), pero puede que todo sea fruto de las inmensas ganas de dar portazo  a la pesadilla. Temo que el ansiado adiós a la crisis tarde más de lo que esperamos y, desde luego, para nada soy optimista sobre la implantación a medio plazo de un clima de vida similar al que tuvimos hasta primeros de marzo.
Hay cantidad de mensajes que evocan la fraternidad, el advenimiento de una sociedad más solidaria y humanizada, pero mucho me temo que no será así. Es posible que vivamos con más desconfianza y llenos de temores porque todo lo que está sucediendo tiene que dejar heridas difíciles de restañar, y eso se tiene que notar.
No obstante y antes de que llegue todo lo anterior hay que seguir aferrándose al presente y obtener conclusiones. Por ejemplo, no es de recibo que la clase política se siga comportando como si no hubiese ocurrido nada, que siga con sus clichés de siempre, palo va y palo viene, mientras la conmoción de los muertos y la angustia del confinamiento nos atrapa a todos. No invita al optimismo semejantes comportamientos.
Estamos asustados, estamos incómodos y, por muchas ganas que tengamos de ver el final de la pesadilla, no hay que perder la tensión, la concentración y el empeño por combatir este presente desolador. Hay que apretar los dientes y, por mucho que tengamos el corazón encogido, no debemos emprender esa huida hacia adelante que algunos parece que quieren hacer. La pandemia sigue, el peligro acecha, y el egoismo también puede ser letal.