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Minifalda medieval Minifalda medieval

Minifalda medieval

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Juanjo Francisco

Es incuestionable que Las Bodas de Isabel de Segura han pasado ya por derecho propio a la lista de grandes, pero grandes, grandes, eventos de Teruel. Muy a pesar, tal vez, de los más radicales de lo local, esta celebración, por repercusión social y económica, contenido y desarrollo callejero, está dejando lejos ya a la Vaquilla.
No había más que preguntar a veteranos propietarios hosteleros en el mediodía del sábado sobre su impresión primera del transcurrir de los cuatro días festivos, para saber que la cosa iba en serio. Estaban eufóricos. El buen tiempo y el perfil de la clientela, con un abanico de edades extenso, estaban contribuyendo a conseguir unas cajas más que respetables.
Las Bodas han cuajado e incluso la organización del evento, con una colaboración ciudadana destacable igualmente, están dando una nota alta de funcionamiento. En la tarde del domingo llamaba la atención la premura con la que se estaba recogiendo todo, usando incluso vehículos pesados para algunas tareas. Se transmitía una sensación de ciudad concienciada con lo que tenía, con su filón festivo y económico, con la necesidad de preservarlo. Y, aunque es casi inevitable que en algunos locales los precios se disparen y que, al igual que en la Vaquilla, se pongan de moda algunos aditamentos de vestuario un tanto estrafalarios, Las Bodas son una auténtica bendición para la promoción turística de Teruel y su zona de influencia.
Ni las minifaldas medievales, que se han visto, ni los extravagantes ropajes que lucen algunos, que van desde los personajes de Juego de Tronos pasando por extraños ninjas de videojuego, tienen que nublar la vista del visitante curioso y observador: la fiesta mantiene cierto rigor y su reto próximo es encauzar una masificación que, por momentos, puede producir cierto efecto de rechazo. La colocación de más pantallas en determinadas zonas del centro histórico para seguir las escenificaciones es una tarea , en este sentido, fundamental. El público que se interesa por lo que le van a contar tiene que ser un objetivo prioritario. Pasear entre puestos de quesos, jabones, artesanos de la madera o frutos secos es una opción ya muy factible en cualquier feria medieval que se precie.