

Europa Press/Kike Rincón
Se pierde uno en el tiempo si intenta esclarecer en qué momento comenzó la diatriba política entre PP y PSOE aragoneses con acusaciones mutuas de seguir los postulados y los argumentarios que sus respectivas organizaciones dictan desde Madrid. Mientras se lanzan dardos, irónicos a veces, descarnados y vulgares otras, ambas formaciones parecen haberse detenido en un mismo escenario en el que se repiten frases y expresiones escuchadas antes en los foros y medios de la capital del Estado.
Esta tendencia se acentúa más desde que Pilar Alegría, a la sazón ministra portavoz del Gobierno de Sánchez, ha desembarcado en el solar aragonés con aspiraciones de gobernar la Comunidad. Este clima trufado de argumentos de ámbito nacional: corrupción, fake news, prevaricaciones, en el que transcurre la política aragonesa sirve para que ambas formaciones escenifiquen sus diferencias y, digámoslo así, cumplan con su papel. Pero, uy, uy, uy, asoma en el horizonte un asunto, las pinturas del Monasterio de Sijena, que puede tener una traslación nacional sin perder su esencia puramente aragonesa y que va a obligar a retratarse a algunos de nuestros líderes de fuera y de dentro.
El TS acaba de desestimar el recurso de la Generalitat y del Museo Nacional de Arte de Cataluña contra la devolución de las pinturas a su lugar de origen, casi 9 años después de que un juzgado oscense ordenara su vuelta. Han transcurrido pocos días desde que se conociera el fallo del TS, pero ya hay indicios de que la cosa no será sencilla: el Gobierno catalán, que aduce riesgos para la integridad de las pinturas si se trasladan, ha puntualizado que “estudiará el recorrido de la sentencia”.
No lo van a poner fácil. Si el tema se encalla me pregunto qué argumentos esgrimirá el PSOE aragonés para defender, hablo siempre de un supuesto, la postura catalana que, siempre desde el mencionado supuesto, podría contar con el beneplácito de Moncloa, habida cuenta de los estrechos lazos que unen a Sánchez con Junts y ERC. Si se diera este supuesto, fruto de mi morbosa imaginación, me morderé las uñas para calmar el ansia por escuchar las explicaciones y valoraciones de la gente de aquí, de nuestros socialistas.
Esta tendencia se acentúa más desde que Pilar Alegría, a la sazón ministra portavoz del Gobierno de Sánchez, ha desembarcado en el solar aragonés con aspiraciones de gobernar la Comunidad. Este clima trufado de argumentos de ámbito nacional: corrupción, fake news, prevaricaciones, en el que transcurre la política aragonesa sirve para que ambas formaciones escenifiquen sus diferencias y, digámoslo así, cumplan con su papel. Pero, uy, uy, uy, asoma en el horizonte un asunto, las pinturas del Monasterio de Sijena, que puede tener una traslación nacional sin perder su esencia puramente aragonesa y que va a obligar a retratarse a algunos de nuestros líderes de fuera y de dentro.
El TS acaba de desestimar el recurso de la Generalitat y del Museo Nacional de Arte de Cataluña contra la devolución de las pinturas a su lugar de origen, casi 9 años después de que un juzgado oscense ordenara su vuelta. Han transcurrido pocos días desde que se conociera el fallo del TS, pero ya hay indicios de que la cosa no será sencilla: el Gobierno catalán, que aduce riesgos para la integridad de las pinturas si se trasladan, ha puntualizado que “estudiará el recorrido de la sentencia”.
No lo van a poner fácil. Si el tema se encalla me pregunto qué argumentos esgrimirá el PSOE aragonés para defender, hablo siempre de un supuesto, la postura catalana que, siempre desde el mencionado supuesto, podría contar con el beneplácito de Moncloa, habida cuenta de los estrechos lazos que unen a Sánchez con Junts y ERC. Si se diera este supuesto, fruto de mi morbosa imaginación, me morderé las uñas para calmar el ansia por escuchar las explicaciones y valoraciones de la gente de aquí, de nuestros socialistas.