Síguenos
Alienígenas Alienígenas

Alienígenas

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

Por motivos de trabajo, llevo unos días tragándome una película tras otra sobre invasiones alienígenas. El cine, a lo largo de la historia, ha tratado este tema desde múltiples puntos de vista, pero lo que tienen en común estas cintas es la dualidad del ser humano, que es capaz de la peor de las estupideces y también de salvar a la humanidad con honor, amistad y valentía.

Ahora mismo, estamos inmersos en un problema a nivel mundial que no es una intrusión extraterrestre, pero que nos ha colocado en escenarios que bien podrían parecerse a las historias que estoy visionando. Existe un grupo reducido de ciudadanos que ha puesto toda la carne en el asador para salvar a la humanidad, profesionales que llevan muchísimo tiempo enfrentándose a una amenaza real, cada uno desde su área, y haciendo lo que creen correcto para controlar la situación y devolvernos una normalidad que ya queda muy lejos. Por otro lado, está el resto de la raza humana. En este grupo estamos representados los que en el cine dan la espantada y se desentienden de sus congéneres, los que se enfrentan a los hombrecillos verdes a pecho descubierto pensando que aquí no pasa nada, y los que, por idiotez o temeridad, interfieren en la labor de los responsables de solucionar el problema.

Sé que es volver a repetir otra vez lo mismo. Pero desde hace año y medio no me canso de observar esta dicotomía y no salgo de mi asombro. Las cosas están mejorando gracias a la ciencia, si esto hubiera dependido de nuestra actitud, nos habríamos extinguido como los dinosaurios. En cuanto nos dan un poquito de libertad, abusamos de un libertinaje propio de seres con escasa inteligencia. Y, para colmo, tenemos razones para todo y siempre la culpa es de los otros.

A estas alturas del cuento, parece que algunos todavía no se han enterado del mundo en el que viven. Los protocolos de seguridad se han diseñado para cumplirlos y, si metemos la pata, debemos responsabilizarnos, no solo de nuestros actos, sino también de los que tenemos cerca. Cuando las cosas ocurren en casa de los demás, nos rasgamos las vestiduras. Cuando ocurre en la nuestra, acusamos al Gobierno de todos nuestros males.

Demasiado bien están saliendo las cosas…