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Bajo la alfombra Bajo la alfombra

Bajo la alfombra

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Elena Gómez

A estas alturas está de más hacerse eco del hartazgo reinante por el comportamiento de la clase política en general. Yo, que no soy amiga de demagogias, cada día me sumo más a ese sentimiento y cuando leo o escucho una noticia relativa a una decisión política, le veo el lado malo y empiezo a soltar espumarajos por mi boca.

Una de las cosas que más me saca de quicio es la manera que tienen aquellos que rigen nuestro destino, de relacionar todo lo que ocurre con algún tema que está de moda. Me recuerdan a aquellos que, cuando barren, no recogen la suciedad sino que la meten debajo de la alfombra. Por ejemplo, el cambio climático.

El calentamiento global y las alteraciones que se están produciendo en la atmósfera y la Tierra, son una evidencia científica. Quien diga lo contrario, es un estúpido. Sin embargo, culpar únicamente al cambio climático de algunos sucesos, es oportunismo. Los incendios forestales se multiplican sobre todo por razones económicas muy rastreras. El descenso en el nivel del agua de los embalses no ocurre solo por la falta de lluvia, sino también por la avaricia de las multinacionales energéticas y la inacción de los gobernantes. Y las inundaciones en el litoral Mediterráneo siempre fueron en septiembre.

Otro ejemplo: la guerra de Ucrania. Ojalá no se diera nunca semejante sufrimiento. Pero es muy osado atribuir al conflicto todos los problemas económicos actuales. Es cierto que la tensión que estamos viviendo con Rusia tiene una gran influencia sobre nuestras economías. Y, aun así, no podemos olvidar que los precios de la energía y, por ende, de todos los productos de consumo, estaban subiendo de forma alarmante antes de la famosa invasión. No siendo muy versada en esta materia, estoy convencida de que esta crisis se debe también a muchos otros factores.

Para muestra, un botón. De unos años a esta parte, tengo la amarga sensación de que los discursos políticos se escriben "a bulto", con frases hechas y datos poco -o nada- contrastados. Y escondiendo las miserias debajo de la alfombra.

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