Síguenos
Con su pan Con su pan

Con su pan

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

A lo largo de mi vida y de mis múltiples ocupaciones he conocido a todo tipo de personas. Algunas se han quedado para siempre como buenas amigas, otras son meras conocidas con las que interactúo en contadas ocasiones y, las menos, se han convertido en compañías que intento evitar.

Como ya he contado en alguna ocasión, siempre procuro dar mi mejor cara a todo el mundo y puedo asegurar que, si alguna de ellas me ha necesitado y yo he podido ayudar, no me lo he pensado ni un segundo. Considero que todos estamos obligados a ofrecer a los demás lo que sabemos y lo que tenemos, porque esta es la única forma de crear vínculos y conseguir una sociedad avanzada, solidaria y ejemplar.

En la otra cara de la moneda, me gusta que los demás se comporten de la misma forma, aunque soy consciente de que no siempre eso es posible. Como no tengo problemas a la hora de hacer favores, no dudo en recurrir a otros cuando lo necesito esperando una reciprocidad que a veces no se da. No soy rencorosa y sin embargo, cuando se trata de un asunto de gran importancia para mí, si me encuentro con evasivas y vacíos, un sentimiento muy negativo se me queda enquistado dentro y no lo puedo olvidar.

No han sido muchos los que me han respondido de este modo, pero algunos de ellos han conseguido grandes objetivos personales y profesionales después de nuestro desencuentro. Son personas dignas de admiración por parte de todos y suelo recibir mensajes positivos sobre ellos a menudo. No les deseo ningún mal y celebro su éxito, lo que pasa es que suelo pensar a menudo que lo han conseguido gracias a su toxicidad y no a méritos propios, por lo que soy incapaz de compartir con los demás ese deslumbramiento. Así que procuro callar, sonreír y no comentar nada, porque para hablar mal de alguien es mejor no decir nada.

Hace poco escribía sobre el perdón, de esa necesidad de cortar el hilo del rencor y seguir adelante. Por eso intento que esas personas que un día me dieron la espalda me sean indiferentes y lo único que me sale es decir aquello de “con su pan se lo coman”.