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El monolito El monolito

El monolito

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Elena Gómez

Los enigmas me gustan más que "a un tonto los palotes". De ahí viene mi afición por el misterio, los juegos de lógica, las historias de intriga, la criminología, etc. ¡Qué le vamos a hacer! A otros les da por crujirse los nudillos…

Y de palotes va el último enigma de este año que, para bien o para mal, no olvidaremos nunca. Cuando leí las primeras informaciones sobre la aparición de un extraño monolito en el desierto de Utah (EEUU), del cual las autoridades no querían dar las coordenadas, me pareció que estábamos ante una Fake New de manual. Pero resultó ser cierto y, dos semanas más tarde, la plana mayor de los grandes medios de comunicación del mundo se hacía eco de la noticia.

Hasta ahí, todo más o menos normal. Sin lugar a dudas, el monolito era de factura humana y parecía el capricho excéntrico de algún artista que quería imitar a otros autores urbanos como Banksy. El debate sobre el origen y la razón de dicho objeto ha sido intenso en las redes sociales desde entonces, pero el tema se ha pasado de rosca en la última semana.

Al parecer, después de haber sido localizado por unos internautas, el dichoso monolito desapareció, no teniendo la Administración competente ninguna pista sobre este hecho. Y para echarle más leña al fuego al asunto, unos días antes apareció un monolito similar en una zona arqueológica protegida de Rumanía. La noticia de ambos acontecimientos ha dado la vuelta al planeta y nos tiene a todos enganchados.

Hasta hoy, yo apostaba por una campaña de marketing de alguna película o serie, haciéndola coincidir con el final de año. Y, de hecho, rezaba para que en algún momento apareciera un objeto similar en tierras turolenses. Pero mi cabeza ha explotado cuando me he enterado que el de Utah podría llevar allí varios años y no haberlo visto nadie hasta ahora. Una locura.

El caso es que, después de tantas malas noticias durante los últimos meses, este pequeño entretenimiento nos está haciendo las horas más amenas. Incluso, siendo conscientes de que un palote es capaz de manipularnos y tenernos todo el día pegados a la pequeña pantalla.

La humanidad es un poco tonta, lo sé, pero es lo que hay. Al menos hasta que otra especie superior acabe con nosotros.