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Familias Familias
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Elena Gómez

Esta semana ha sido trending topic un programa de entrevistas por tener como invitado a un exministro al que admiro mucho como escritor. Así que me picó la curiosidad y lo he visto a trozos. Más allá de las confesiones políticas vergonzantes, nos ha cautivado a todos su situación personal actual. Ha dejado casi todo para volver a casa y cuidar de su madre enferma. Algo que no hace mucho parecería normal y que hoy es motivo de admiración. Máximo Huerta es ahora un poquito más humano.

Y, cosa rara en mí, esto me ha hecho reflexionar sobre los cuidados dentro de la familia. Pertenezco a un colectivo y a una línea de pensamiento que persigue la independencia efectiva de aquellos que necesitamos apoyos para las actividades de la vida diaria. Ya saben que soy muy cansina con esto. Creo a pies juntillas que las administraciones públicas deberían facilitarnos una vida autónoma, no dependiente de nuestro entorno familiar. Porque todos tenemos derecho a elegir la vida que queremos tener y, hoy en día, en nuestra situación, eso es imposible.

Sin embargo, ya hace tiempo que he dulcificado mis ideas porque, como reza el principio de la novela de Tolstoi, “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. O como dice mi abuela, “cada uno se entiende en su casa”.

Tener un compromiso con tu familia significa tener un entorno en el que te sientes a salvo, un lugar donde refugiarte cuando el ruido exterior resulta insoportable. Y cuidar de aquellos a los que más queremos quizá sea duro, pero también una de las cosas más hermosas que podemos vivir. Por eso, si alguien decide a asistir (la palabra cuidar está denostada hoy en día) a un familiar que esté pasando por un mal momento, no se le debería admirar ni criticar. Simplemente respetarlo como su opción personal.

En mi caso, mis padres eligieron el tipo de vida que tenemos y yo lo he aceptado gustosa porque soy muy feliz a su lado. Ojalá, cuando ellos me necesiten a mí, pueda mostrarles mi gratitud haciendo por ellos cuanto esté en mi mano.