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Macarra Macarra
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Elena Gómez

Hace algunas semanas se viralizó un video en el que una joven en silla de ruedas grababa a media docena de personas en el metro de Barcelona que se negaron a cederle la entrada al ascensor. Para mí ya fue muy hiriente ver esa escena donde la buena educación brillaba por su ausencia pero lo peor llegó cuando descubrí que en las redes sociales esta chica era criticada por muchos porque, según ellos, si vas sentada eres quien debe esperar. Sobra decir que me puse las botas contestando a aquellos mensajes, a veces de forma educada y en otras repartiendo insultos a diestro y siniestro.

Unos días antes pasé un fin de semana en Madrid y fui usuaria del metro. En principio, no tuve ningún problema en las estaciones accesibles que utilicé. Los conductores estaban muy pendientes de mis trayectos, el sitio reservado para personas con movilidad reducida solía estar libre y yo tenía tiempo suficiente para colocarme. Sin embargo, el último día cogí el metro en Puerta del Sol en hora punta. Para una turolense empedernida, la cantidad de gente que había allí metida era realmente agobiante. Pero yo seguí mi itinerario habitual porque para eso están los sitios reservados. En ese momento, se me plantó una persona en la puerta no dejándome pasar y vislumbré que había otra de pie ocupando el espacio que me correspondía. Como en esos sitios tienes que ir deprisa para no tener ningún incidente, decidí en unos segundos que debía "atropellar" a los dos individuos para preservar mi integridad física. La salvé de milagro…

Con este tipo de actitudes, me convierto en una auténtica macarra. Me saca de mis casillas descubrir que, cuanto más avanzamos en la consecución de derechos e inclusión, más se le olvida a la sociedad que la discriminación positiva existe por algo y que las normas están para cumplirlas. Algún día puede que me lleve un bofetón (o algo peor) por ello, pero es que hay gente que ni con pisotones de por medio entiende las cosas. Recuerden ser educados y cívicos conmigo la próxima vez que me vean. No quiero destrozar ningún pie…