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Mi pluma Mi pluma
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Elena Gómez

Algunas personas que leen mi columna, sin acritud y con buenos modos, me dicen que se me ve el plumero. Ante su sorpresa, les contestó que, efectivamente, se me ve entero. Es lo que tiene exponer tu forma de pensar a pecho descubierto todas las semanas en un lugar público, debes aceptar el riesgo que supone ser etiquetada.
Mi plumero tiene plumas de todos los colores. Tengo una pluma morada, muy femenina ella. Otra verde, como los bosques en primavera. Otra azul, como el cielo de Teruel. Y otra roja, como tus labios. La naranja se ha quedado un poco descolorida, como las hojas y las calabazas en otoño.
En mi plumero hay un penacho rojigualdo que se tiñe de púrpura cuando me indigno, y siempre está al lado de uno con barras rojas sobre fondo amarillo. También hay una con forma de arco iris, en el que cada color elige su propia forma de mostrarse al mundo. Le tengo gran cariño a la pluma rosa, que me recuerda que se puede superar lo peor que te ocurra en la vida. Y, por supuesto, la más bonita y la que más lustro tiene es la dorada, en la que están reflejadas las personas como yo.
En mi colección tengo una con forma de cruz, también de luna y de estrella. Otras lucen un Om dentro de un círculo zen, un OVNI o un átomo dibujado. Y no pueden faltar el ying y el yang, al lado del círculo con tres líneas en forma de huella de ave.
Es bonito y lo exhibo como la cola de un pavo real, lo abanico al viento y dejo que todo el mundo lo vea. Este plumero no me pertenece, aunque lo muestro sin sentir vergüenza alguna. Es el plumero de las dos Españas, y de una sola. Esa que no busca enfrentamiento, que lucha por nuestra dignidad, que quiere lo mejor para todos y que sabe que lo único importante en la vida es ser una persona buena y sensata.
Sí, se me ve el plumero y él es mi bandera. Con ella intento dar visibilidad a los olvidados y a los marginados, también a los que trabajan duro y a los que creen en la justicia. Con ella demuestro que todas las ideas aportan algo, saco a pasear la tolerancia y la convivencia, y procuro no revelar cuál es mi equipo de fútbol favorito. Es una bandera blanca, la suma de todos los colores. En definitiva, mi plumero es símbolo de paz y de concordia.