Síguenos
Mínimo esfuerzo Mínimo esfuerzo

Mínimo esfuerzo

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

Las personas con discapacidad estamos de enhorabuena… o no. Se acaba de aprobar con gran boato y discursos grandilocuentes, el nuevo baremo para conceder el grado de discapacidad, que sirve, entre otras cosas, para obtener beneficios fiscales, optar a pensiones en caso de no poder trabajar, acceder a plazas laborales reservadas, disfrutar de permisos de aparcamiento, y un no muy largo etcétera. Por lo tanto, es algo importante cuando tu salud te impide tener una existencia autónoma.

La aprobación de este nuevo baremo era muy necesaria, aunque no puedo decir que sea oportuna porque esto debió ocurrir en el año 2007, así que llevamos 14 años de retraso. Sin embargo, intentando no ser puntillosa, celebro que se hayan incluido aspectos fundamentales en la actualidad y que en el año 99 (fecha de la última regulación) no se tenían en cuenta. Ahora, entre otras cosas, se valorarán con más rapidez las discapacidades muy graves, se incluirá sin restricciones a los menores de edad y podrán optar a este baremo las enfermedades raras.

Pero, entre todo lo positivo, hay algo que me preocupa si no se llega a implementar con la debida objetividad. Se trata de la valoración de los factores contextuales y las barreras ambientales. Esta expresión, que suena muy rimbombante, viene a decir que aquellos que no sean capaces de interactuar con su entorno para poder llevar una vida independiente, obtendrán mayor puntuación, lo que significa que todos los que, a pesar de las grandes dificultades que tenemos, nos esforzamos o hemos esforzado en estudiar, trabajar y tener una vida social, obtendríamos un menor grado de discapacidad.

Una vez más, se premia la falta de esfuerzo y se pone la carga total de lo que nos ocurre en la sociedad y en la Administración Pública. Esto, además de peligroso, supone una discriminación hacia nuestras múltiples capacidades, que pueden ser muy útiles en diferentes situaciones. Necesitamos apoyos, sí, pero nunca debemos eludir nuestra responsabilidad como ciudadanos de pleno derecho (y también obligaciones).

El redactor recomienda