Síguenos
Nuestros bosques Nuestros bosques

Nuestros bosques

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

Escribo esta columna con respeto y gran preocupación. Soy una absoluta desconocedora de los temas que voy a tratar, pero es un asunto que me entristece muchísimo por lo que he contado con la inestimable ayuda de personas con conocimientos excelentes sobre el medio ambiente y la gestión de los incendios forestales.

Nuestros bosques se queman y me niego a pensar que la única causa sea el cambio climático, una realidad que ya estamos sufriendo y que no podemos eludir. Por eso creo que las políticas de prevención y la gestión de los montes no está siendo la correcta. Hay estudios científicos que demuestran que en Europa mueren más personas por incendios forestales que por terrorismo. Por tanto, constituyen un problema de protección civil de primer orden.

Cuando, durante un incendio, se incide en aquello que no se puede cambiar (la lluvia, la humedad, el viento), se desvía la atención pública sobre lo que sí se puede hacer. Se debería trabajar sobre las condiciones del monte, la vitalidad del medio rural o la necesidad de la ganadería extensiva.

La biomasa forestal ha crecido mucho debido a diferentes motivos, entre ellos el abandono rural. Si no la gestionamos con eficacia, lo hará la naturaleza sin tener en cuenta a los seres humanos que siguen ahí y que luchan de forma heroica por mantener su entorno natural. La presión de algunos grupos nos está haciendo mucho daño y las consecuencias pueden ser fatídicas. La paradoja de la excesiva protección de los bosques implica que cuanto más excluyamos a los paisajes de las actividades humanas, más aumenta la probabilidad de sufrir un megaincendio.

Me consta que desde los sectores forestal y rural se está tratando de influir en políticas medioambientales eficientes. Sin embargo, en Europa se impulsan reglamentos contrarios a lo que se necesita para evitar esta catástrofe. Llegamos tarde, el monte ha crecido y el fuego tiene alimento. Tratemos, al menos, de defender las poblaciones implicadas y las infraestructuras ganaderas, que son las que pueden garantizar un futuro sostenible.