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Octubre Octubre
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Elena Gómez

Comienzo a escribir estas líneas con un ligero dolor de garganta y todas las dudas que hasta ahora tenía bajo control se me echan encima. Bajo un estricto confinamiento desde marzo, he seguido todas las precauciones posibles: tomo el sol, bebo zumos y no estoy en contacto con nadie que no viva bajo mi techo. No tengo razones para solicitar una prueba y no obstante, reconozco que el aislamiento absoluto no existe y que todo puede pasar.

Por otro lado, los nervios están a flor de piel. A estas alturas de la película, pocos somos los que no conocemos a alguien contagiado o a la espera de resultados. Y no hay nada peor para la garganta que estar nerviosa…

Tengo que vacunarme contra la gripe, pero en este estado no sé si es lo más conveniente. Quizá debería esperar un poco, pero temo que las cosas se compliquen un poco más en los centros de salud y me han entrado las prisas. Debo pensar en qué hacer.

Estoy preocupada por mis amigos en cuarentena, por mis mayores, por mis pequeños y por mí misma. Cuando esto surgió en China en enero, algunos lo vimos venir y a pesar de ello, no quisimos creer que nos tocaría tan de cerca. Y después de haber experimentado en nuestras carnes el peor de los escenarios posibles durante la primavera, no fuimos capaces de prepararnos para la tan anunciada "segunda oleada".

Reaccionamos como una hilera de hormigas bajo una gota de lluvia. Sálvese quien pueda. Y en cuanto la gota se seca, cada uno a lo suyo. Quizá ahora nos espera un chaparrón o incluso un temporal. Antes del puente de Pilar no hubo miedo, hacía buen tiempo. Así que cada uno con sus antiguas rutinas y a disfrutar sin pensar en el mañana.

Pero el mañana llegó, y las redes sociales y los teléfonos ardieron en conversaciones cruzadas. Todos quisimos saber el origen del problema, como si no hubiéramos visto durante semanas dónde dormía el monstruo. Todos nos preguntamos qué va a pasar ahora y en eso estamos, descifrando normativas e interpretando órdenes, a ver por dónde nos podemos escabullir.

Creo que el estrés me está jugando una mala pasada, seguramente esto no es Covid. Sin embargo, me siento como una hoja caduca intentando resistir al huracán. A lo mejor es lo que toca al otoño.