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Elena Gómez

Otra Vaquilla más… Pero este año no voy a hablar del jolgorio, sino de todo lo contrario.

Cuando empecé a escribir esta columna, era de las que miraban de reojo a esa gente que, en cuanto ve asomar el primer pañuelo rojo, ya tienen la toalla y el coche preparados. Se van al pueblo, a la playa, a donde sea que no haya charangas ni desconocidos babosos queriendo darte besos con aliento a calimocho. Y ahora pertenezco a ese colectivo…

Hoy quiero reivindicar que no somos unos aguafiestas. Bueno, vale, un poco sí. Pero más que eso, somos gente de bien que ha entendido que la Vaquilla no es para todos. No es requisito obligatorio para tener el carné de turolense, saltar en el pañuelico bajo un sol de justicia, ni madrugar para ver los ensogados del lunes.

Algunos preferimos el aire puro de la montaña o disfrutar de una cerveza fría en un chiringuito frente al mar. No todos disfrutamos en modo desenfreno continuo, ni encontramos ya la felicidad comiendo en la peña o bailando de forma tribal con la charanga. A algunos simplemente les estresa tanta algarabía, les incomoda tanta gente junta. A otros lo que nos ocurre es que se nos pasó el arroz, ya no damos para más. Y, para pasarlo bien, nos sobra con una hamaca, un paseo por la montaña, un libro sin que nadie nos derrame ponche por encima…

Hay quien cree que los que nos vamos somos los raritos. Y bueno, puede. De hecho, yo también lo pensaba (mi sueño era ser nombrada vaquillera de honor). Pero ahora me he dado cuenta de que somos raros con las ideas claras: preferimos escapar que fingir que nos lo estamos pasando bien. Incluso somos capaces de ver que el verano es para descansar, no para agotarse más. Y eso, la verdad, es honesto y realista.

Cada cual que celebre las cosas a su manera, donde se sienta a gusto. Todos tenemos derecho a posturear en Instagram como mejor nos parezca. Porque, al final, hay muchas formas de pasarlo bien. Además, muchos de ellos (los que no estén jubilados) trabajarán el martes de dolores para que los vaquilleros duerman a pierna suelta su resaca.