Síguenos
Polémicas Polémicas

Polémicas

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

Después de dos -creo que merecidas- semanas de descanso, y de evitar cualquier contacto con la actualidad, tengo que ponerme al día con las noticias. Y con lo feliz que yo venía, en ese instante desaparece toda la magia, y una se da cuenta que los deseos del cambio de año están a punto de irse por el desagüe.

Hemos empezado 2021 igual que terminamos 2020: debatiendo, criticando y dando tantos rodeos como vemos conveniente para sacar punta a los cantos rodados. Y todo esto en cualquier ámbito. Da igual donde pongamos el punto de mira, no existe hecho o declaración que no sea cuestionado por un amplio sector de la sociedad.

El problema es que nada cambia, excepto las hojas del calendario. Y me da mucha rabia que, a pesar del rodaje que voy teniendo, me siga sorprendiendo la falta de interés por los de siempre en hacer una sola cosa por el camino recto, sin polémicas, de la que más o menos todos podamos sentirnos orgullosos.

Desde unas campanadas que debieron ser inolvidables por la unión y la emoción, y terminaron siendo un despropósito estético y político; hasta unas cabalgatas que tenían que ser discretas o incluso invisibles, y fueron más multitudinarias que cualquier rave en un garito poligonero. Bueno, mejor no mencionar nada relacionado con una corona, porque ahí el barro es espeso y no quiero quedarme clavada…

Casi un año después, la pandemia sigue a lo suyo, haciéndose fuerte contra unas vacunas que no terminan de llegar en tiempo y forma. Las medidas de contención no contienen, muchos todavía piensan que esto no es grave y no nos va a afectar a todos. Y las ayudas, exenciones o subsidios a los que más la están sufriendo, llegan al mismo ritmo que las inyecciones.

Y mientras tanto, un ministro en funciones y con la vista puesta en las urnas, un comité de expertos metido a cuña y a la fuerza, y un Centro de Emergencias Sanitarias con un director a la cabeza que despierta en todos nosotros tanta pasión como rechazo.

La lista sería interminable, la sensación de irrealidad se acrecienta, y la ilusión por que "los españolitos hagamos, por una vez, algo a la vez" se va diluyendo apenas unos días después de que Nacho Cano nos recordara que este país no tiene remedio.