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Elena Gómez
Me identifico mucho con el primer párrafo de Historia de dos ciudades, de Charles Dickens: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. La edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad”.

Vivimos tiempos extraños. Las redes sociales deciden cuándo y qué noticias son importantes, los medios de comunicación barren hacia la sombra que más les cobija y los gobernantes parecen desnortados con ese afán de permanencia que asusta. La polarización social en todos los ámbitos es cada vez más acusada y parece que no somos nadie si no nos posicionamos de un lado o del otro.

En este sentido, existen dos clases de personas: las que se creen los rumores y las que no. Es curioso que sea cual sea el tema candente que estemos tratando en una conversación, alguien asegura tener un conocido que sabe la verdad absoluta sobre ello. Incluso cuando sospechamos que esa verdad ha salido de una cadena de WhatsApp.

En mi caso, no puedo evitar estar en el lado negacionista del asunto. Son tantas las mentiras que corren por ahí, que se inventan de forma bien o mal intencionada y que nos condicionan a la hora de establecer un criterio propio en los asuntos que nos importan, que muchos hemos decidido no dar crédito a nada que no se publique en el BOE. Y a veces, ni eso.

Apenas recibo un mensaje sospechoso o escucho un comentario malicioso, voy corriendo a consultar páginas como Maldito Bulo o Newtral, y aun así eso no es garantía de nada. No siempre localizo lo que busco, pero la mayoría de las veces sí, y me da mucha pena. Al ser humano siempre le ha gustado inventar historias maliciosas, el problema es que hoy en día corren como la pólvora y más cuando existen intereses creados.

Es muy difícil mantenerse en un término medio de credulidad, por eso mi consejo es siempre el mismo. Si se encuentran ante alguien que afirma algo de forma rotunda y no lo puede demostrar, encójanse de hombros. Ni lo nieguen, ni lo afirmen. Solo métanlo en el cajón de los rumores hasta que puedan comprobar su veracidad.