Dice el cantante Juanes que "la vida es un ratico", yo añadiría: "y hay que aprovecharlo". En esos momentos en que el sol parece calentar y somos felices, nos parece que esa sensación va a durar para siempre. Tenemos ínfulas de eternidad pero la dicha es una especie de espejismo intermitente, que aparece solo en ocasiones. El resto del tiempo, tenemos bastante con vivir.
No quiero escribir esto para dar consejos de psicología barata, pero con todo el optimismo y la vitalidad que me caracterizan, hoy necesito darles un consejo. Disfruten cada segundo de felicidad, atrapen en su retina cada oportunidad de bienestar y atesoren los recuerdos que valgan la pena. Cuando lleguen los malos tiempos, que siempre terminan por alcanzarnos, tengan en el bolsillo esta herramienta tan poderosa: la memoria.
Saber que un día fuimos capaces de tocar la luna con los dedos, nos hará fuertes cuando haya tempestad. Se podrán apagar las luces a nuestro alrededor pero tendremos la capacidad de encontrar de nuevo el interruptor, porque poseeremos la experiencia suficiente para alcanzar de nuevo la armonía necesaria y hallar así nuestra zona de confort.
La vida es una montaña rusa, vas subiendo despacito, con tranquilidad, y en un instante comienza la bajada en picado. A veces tocamos fondo, pero es ahí donde podemos coger impulso para empezar de nuevo la escalada. Como canta Dani Martín, "¡Qué bonita la vida! A veces cuenta contigo, a veces ni te mira". Guarden cada fotografía de alegría en su disco duro y vuelvan a ese álbum de recortes siempre que necesiten un poco de esperanza. La evocación de esos momentos nos dará fuerza para salir del pozo.
No se dejen llevar por la tristeza, nuestra existencia no es perfecta pero vale la pena lo suficiente como para intentar llegar a nuestros objetivos una y otra vez. El dolor no debe ser una opción y el llanto solo puede ser una válvula de escape. No se rindan nunca, aprovechen ahora que reina una cierta calma y disfruten del verano.