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A María A María
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Nuria Andrés

Cuando a María, una valenciana que caminaba por la calle en 1985, le preguntaron si pensaba que las mujeres debían tener los mismos derechos que los hombres, dijo que sí, pero que prefería no justificar su respuesta porque “en boca cerrada no entran moscas”. La siguiente mujer a la que preguntaron sobre la misma cuestión no quiso hablar porque nunca se había planteado si su existencia valía lo mismo que la de su marido o si merecía ser respetada tanto como él. Y así, en 1985, el micrófono solo escuchó, en boca de mujeres, un frágil “sí merecemos los mismos derechos que los hombres pero no nos atrevemos a denunciar por qué”.

Tampoco quisieron hablar de las dificultades a la hora de acceder al mercado laboral, ni de los puestos de trabajo ocupados exclusivamente por hombres, ni de los golpes que algunas recibían en casa porque “no sabían comportarse” o ni tan siquiera del maltrato psicológico que muchas de ellas sufrirían a manos de sus maridos. No quisieron hablar porque cualquier frase que saliera de su boca iba a ser cuestionada y juzgada por los gritos de hombres que no querían alterar el tablero de su vida.

Con los años, en una cambio de paradigma que se cocinó a fuego lento, las mujeres reivindicaron su espacio en el debate público y esa demanda también se fue trasladando a los hogares e instituciones.

En ese cambio, los hombres nunca se callaron al ver que las mujeres levantaban la voz sobre las injusticias. Allá donde hemos señalado un espacio vacío de mujeres, ellos se han apresurado a poner más rápido el dedo, y ante cualquier denuncia, muchos han hecho gala del “pero yo no lo he hecho”. Estaban acostumbrados al mutismo imperante y se asustaron cuando desapareció.

En estas, cuando una ministra es insultada, difamada y desacreditada frente a un tumulto en el Congreso por denunciar que una campaña inyecta la responsabilidad de una violación en las víctimas, las demás mujeres volvemos a 1985 para entender por qué María no se atrevió a hablar al preguntarle si era verdad que las mujeres debían tener los mismos derechos que los hombres.