Eran las 15:30 del 23 de enero de 1995 y el concejal Gregorio Ordóñez almorzaba junto a dos de sus ayudantes. Le pegaron un tiro en la nuca y murió en el acto. 6 de febrero de 1996 y Fernando Múgica se dirigía al despacho que compartía con su hijo. Nunca llegó. Fue asesinado por un tiro en la nuca. Tenía 62 años.
El 10 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco iba de camino al trabajo y un comando de ETA lo secuestró. Dos días después, apareció tirado en el suelo herido de muerte. Falleció poco después en el hospital. Todos estos crímenes recaen sobre los hombros de Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote.
El 12 de octubre de 2023, en el Día de la Fiesta Nacional, se oye un coro de voces que gritan al presidente del Gobierno en funciones: "¡Que te vote Txapote!". Que te vote un asesino, imagino que quieren decir. Eso lo chillan mientras saluda al Jefe del Estado. En el día en que todos los españoles deberíamos sentirnos orgullosos de nuestro país. Es indecente. No porque lo diga yo, lo escribía Consuelo Ordóñez, hermana del fallecido Gregorio Ordóñez, lamentando que quienes entonan esas palabras lo hacen a sabiendas del dolor que causa a las víctimas de ETA. Quisiera pensar, ingenua de mí, que quienes gritan esto, no saben quién fue Txapote, sino, nunca me explicaría cómo son capaces de desenterrar tanto dolor y tener tan poco respeto a un país que durante más de 40 años tuvo que llorar a tantas muertes a manos de ETA. Estoy cansada de que me roben el derecho a sentir orgullo por mi país. Harta de que el 12 de octubre lo hayan estrechado tanto ideológicamente que solo sean capaces de sentirse cómodos en él unos cuantos. Supongo que al resto nos quedan los otros 364 días del año. Esos en los que recordamos que la sociedad española venció a ETA, que nuestro país fue pionero a la hora de aprobar el matrimonio igualitario o que tenemos una sanidad pública a la que acudir sin verse abocado a pedir un préstamo. Ah y también que nuestra democracia contempla una cita con las urnas cada cuatro años. Esa en la que votamos y, una vez depositada la papeleta, debemos respetar el resultado.
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El 10 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco iba de camino al trabajo y un comando de ETA lo secuestró. Dos días después, apareció tirado en el suelo herido de muerte. Falleció poco después en el hospital. Todos estos crímenes recaen sobre los hombros de Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote.
El 12 de octubre de 2023, en el Día de la Fiesta Nacional, se oye un coro de voces que gritan al presidente del Gobierno en funciones: "¡Que te vote Txapote!". Que te vote un asesino, imagino que quieren decir. Eso lo chillan mientras saluda al Jefe del Estado. En el día en que todos los españoles deberíamos sentirnos orgullosos de nuestro país. Es indecente. No porque lo diga yo, lo escribía Consuelo Ordóñez, hermana del fallecido Gregorio Ordóñez, lamentando que quienes entonan esas palabras lo hacen a sabiendas del dolor que causa a las víctimas de ETA. Quisiera pensar, ingenua de mí, que quienes gritan esto, no saben quién fue Txapote, sino, nunca me explicaría cómo son capaces de desenterrar tanto dolor y tener tan poco respeto a un país que durante más de 40 años tuvo que llorar a tantas muertes a manos de ETA. Estoy cansada de que me roben el derecho a sentir orgullo por mi país. Harta de que el 12 de octubre lo hayan estrechado tanto ideológicamente que solo sean capaces de sentirse cómodos en él unos cuantos. Supongo que al resto nos quedan los otros 364 días del año. Esos en los que recordamos que la sociedad española venció a ETA, que nuestro país fue pionero a la hora de aprobar el matrimonio igualitario o que tenemos una sanidad pública a la que acudir sin verse abocado a pedir un préstamo. Ah y también que nuestra democracia contempla una cita con las urnas cada cuatro años. Esa en la que votamos y, una vez depositada la papeleta, debemos respetar el resultado.
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